Siria en el centro del ajedrez geopolítico: Turquía e Israel buscan evitar un choque directo

Tensiones, alianzas cambiantes e intereses cruzados configuran el futuro incierto en Medio Oriente

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Por años, Siria ha sido el tablero donde las grandes potencias regionales e internacionales han movido sus piezas para asegurarse esferas de influencia, recursos y seguridad. Ahora, con la caída del presidente Bashar al-Assad y el ascenso de una nueva cúpula de poder en Damasco, Turquía e Israel se enfrentan indirectamente en una compleja competencia geoestratégica.

Un escenario pos-Assad: ¿nuevas oportunidades o nuevos peligros?

Desde que el gobierno de Bashar al-Assad colapsó tras una guerra civil de más de una década, Siria ha quedado a merced de múltiples facciones políticas y militares. Mientras algunos celebran el fin del régimen autoritario, otros temen el vacío de poder que ha dado lugar a nuevas tensiones.

Israel, por ejemplo, lleva años preocupado por la presencia aumentada de grupos armados alineados con Irán cerca de sus fronteras. La caída del gobierno de Assad no ha calmado esos temores. Por el contrario, un nuevo liderazgo islamista podría, según Tel Aviv, implicar aún más riesgos. Ya en enero, la Fuerza Aérea israelí bombardeó una base aérea en Siria que, según informes, se encontraba bajo influencia turca.

Turquía, por su parte, ha sido uno de los actores más activos en Siria en la ultima década. No solo apoyó a grupos anti-Assad durante el conflicto, sino que también, en años recientes, ha establecido zonas de control para frenar a milicias kurdas y —no menos importante— ampliar su peso geopolítico en la región. Ahora, Ankara apoya abiertamente al nuevo gobierno sirio, compuesto en gran parte por exrebeldes.

Un canal de diálogo técnico para evitar lo peor

En este complicado panorama, sorprendentemente, ha habido avances hacia una desescalada. Esta semana, se confirmó que equipos técnicos de los ejércitos de Israel y Turquía mantuvieron conversaciones en Azerbaiyán para establecer mecanismos que eviten enfrentamientos accidentales o intencionados en suelo sirio.

Un funcionario del Ministerio de Defensa de Turquía, bajo condición de anonimato, declaró que "el objetivo es evitar incidentes no deseados en Siria" y agregó que se trabaja en la creación de un "mecanismo libre de conflictos". Fuentes de seguridad sugieren que estas discusiones son, por ahora, exploratorias, pero podrían institucionalizarse si los beneficios mutuos superan las tensiones ideológicas.

¿Turquía tomando el control?

Una de las piezas más polémicas del rompecabezas es la denuncia de que Turquía estaría considerando establecer una base militar conjunta con Siria. Según el funcionario turco, esta base no tendría como objetivo a "terceros países", una afirmación que muchos en Israel consideran poco creíble. El propio primer ministro israelí Benjamin Netanyahu habló esta semana de la “amenaza real” que representa una base turca en Siria.

No solo se trata de una disputa de seguridad. Israel teme una erosión de su influencia regional frente a una Turquía cada vez más asertiva. Cabe recordar que Turquía no ha sido tímida en mostrar su desacuerdo con la política israelí en Gaza. El presidente Recep Tayyip Erdogan es uno de los más acérrimos críticos de la ofensiva israelí sobre esa franja.

Estados Unidos: ¿amigo de ambos o árbitro forzado?

En medio de este clima tenso, el expresidente Donald Trump irrumpió con una declaración que sorprendió tanto a Israel como a Turquía. Mientras Netanyahu buscaba apoyo explícito de Washington para endurecer su posición frente a Ankara, Trump, lejos de alinearse con Tel Aviv, elogió la labor de Erdogan en Siria y se ofreció como mediador.

“Erdogan está haciendo un trabajo impresionante tomando el control en Siria. Es momento de trabajar juntos, no de escalar el conflicto,” señaló Trump, dejando en claro que su visión para Medio Oriente pasaba por la diplomacia pragmática.

¿Realineamiento regional?

El posible entendimiento entre Turquía e Israel genera dinámicas nuevas. Pese a sus diferencias ideológicas y su historia de relaciones volátiles —las relaciones diplomáticas se rompieron en 2010 tras el incidente del Mavi Marmara y apenas se han restablecido parcialmente desde 2020—, ambos países comparten intereses comunes en cuanto a la estabilidad en Siria.

Turquía no desea una Siria dominada por milicias kurdas ni una prolongación del caos interno que pueda exportar el terrorismo a su propio territorio. Israel, por su parte, necesita una frontera norte estable y sin presencia significativa de grupos pro-iraníes como Hezbolá.

Datos: el costo humano y económico del conflicto sirio

  • Desde 2011, más de 500.000 personas han muerto en Siria.
  • Más de 13 millones de sirios han sido desplazados, incluidos 6,8 millones en el extranjero.
  • El impacto económico del conflicto supera los 226 mil millones de dólares según el Banco Mundial.

Siria, aunque no es un país petrolero de importancia global, tiene una posición estratégica clave que conecta el Mediterráneo con Irak, Turquía, Jordania e Israel. Esto explica por qué su reconstrucción ha atraído el interés de múltiples actores, y por qué ninguna potencia quiere quedar excluida del nuevo orden posguerra.

La guerra de Gaza: un factor que complica todo

Las ya frágiles relaciones turco-israelíes se han deteriorado aún más como consecuencia de la guerra entre Israel y Hamas. Erdogan no ha escatimado palabras al condenar los bombardeos israelíes, lo que ha intensificado el desencanto diplomático.

Además, esta tensión influye directamente en los esfuerzos por la cooperación en Siria. Cada pequeño paso hacia la cooperación militar es saboteado casi de inmediato por un gesto político contrario. Aun así, los diálogos técnicos indican que existe una voluntad pragmática, al menos desde los estamentos de defensa, para prevenir un desastre mayor.

Una frontera delicada

Israel ya ha establecido una zona de amortiguación dentro del territorio sirio para impedir la entrada de milicias hostiles. Este movimiento ha recibido críticas de la comunidad internacional y ha generado roces con Turquía, que considera cualquier intervención unilateral una violación del derecho internacional.

La situación es tan delicada que cualquier movimiento en falso —un bombardeo no autorizado, un despliegue sin aviso— puede escalar rápidamente. Aquí es donde el presunto mecanismo de desescalada jugaría un papel vital.

¿Camino hacia la cooperación?

En un escenario ideal, Turquía e Israel podrían llegar a un entendimiento para contener el caos sirio y evitar enfrentamientos. Sin embargo, las condiciones están lejos de ser ideales. Todavía pesa demasiado la ideología, el recelo histórico y las ambiciones de gran potencia.

Mientras tanto, los sirios siguen sufriendo las consecuencias. El país necesita reconstrucción urgente, servicios básicos, seguridad y retorno de refugiados. Nada de eso será posible si los actores externos siguen usando su territorio como tablero de poder regional.

¿Podrá el diálogo técnico abrir paso a la diplomacia duradera? ¿O el ajedrez sirio continuará siendo campo de batalla entre antiguos aliados convertidos en rivales? Esta es quizás la pregunta más crucial para el futuro de Medio Oriente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press