Tragedia en Santo Domingo: Entre la pérdida y la unidad de la diáspora dominicana en Nueva York
Más de 200 muertos y figuras queridas perdidas: la comunidad dominicana en EE.UU. se une en luto y resistencia cultural tras el colapso del techo del club Jet Set
Washington Heights, Nueva York – Las calles del barrio dominicano por excelencia de Nueva York no han sido las mismas desde el martes. Veladoras, fotografías, banderas y lágrimas ocupan las esquinas del corazón de Washington Heights, donde una comunidad con más de 700,000 dominicanos residentes —según el censo de 2020— llora por los suyos. El colapso del techo del famoso club Jet Set en Santo Domingo ha dejado al menos 221 muertos, según cifras confirmadas por las autoridades locales y reportes internacionales.
Un duelo colectivo entre dos orillas
Para Teresa Tapia, una mujer de 47 años que emigró hace ocho años desde la República Dominicana, la sensación de pérdida es abrumadora: “Estoy tan triste. Tuve que salir a caminar. Tenía que salir”, dijo mientras observaba el altar improvisado entre las avenidas Saint Nicholas y la 181. Como muchos, Tapia había asistido al último concierto de Ruddy Pérez en Nueva York el 4 de abril, apenas cinco días antes del desastre.
“Gracias, Ruddy, por toda la alegría que diste a tu país”, susurró frente a un póster del cantante de merengue, autor de éxitos que animaron generaciones enteras dentro y fuera de la isla, especialmente entre los dominicanos en la diáspora.
El Jet Set: Más que un club, un símbolo
Fundado en los años 80, el club Jet Set era mucho más que una discoteca exclusiva. Era un espacio de encuentro generacional y de exposición cultural; una mezcla de nostalgia e identidad para los dominicanos de todas las edades. “Uno iba ahí no solo por la música, sino por el sentimiento de estar en casa”, señaló Julio López, un migrante de segunda generación que ha viajado varias veces a Santo Domingo.
Con capacidad para unas mil personas, el club se destacaba también por haber sido escenario de algunos de los nombres más icónicos del merengue, la bachata y la salsa, como Fernando Villalona, Sergio Vargas, Johnny Ventura y más recientemente Omega.
Víctimas ilustres: figuras del béisbol y la cultura
Entre los fallecidos se encuentran el exlanzador de Grandes Ligas Octavio Dotel y el jardinero Tony Enrique Blanco Cabrera. Ambos eran parte de una generación dorada del béisbol dominicano que llevó orgullo a su país en las ligas mayores. Sus muertes han resonado con fuerza tanto en el ámbito deportivo como en las esferas comunitarias.
El merenguero Ruddy Pérez, recordado por sus baladas y colaboraciones con figuras de la talla de Juan Luis Guerra, también murió en el desastre. En redes sociales, fanáticos compartieron clips de su última presentación, en la que invitó al público a verlo en Jet Set días después. Esa noche en Nueva York se convirtió en su despedida no oficial.
Unidad en el dolor
Alrededor del memorial que crece día tras día, se puede leer un mensaje en marcador negro que dice: "Hoy no somos de Licey o Águilas, del PRM o del PLD. Hoy simplemente somos un pueblo unido por el dolor.”
La frase subraya una verdad que muchas veces se pierde entre la polarización política y deportiva tan frecuente en la diáspora dominicana. Según testimonios, este tipo de tragedia tiene el poder de romper barreras y evocar una identidad compartida sin divisiones.
La misa en honor a los caídos
El miércoles por la noche, cientos de personas —muchas portando banderas dominicanas— asistieron a una emotiva misa en St. Elizabeth Church, ubicada entre las calles 187 y Wadsworth en Washington Heights. Entre los presentes destacó la figura de Ydanis Rodríguez, actual comisionado de transporte de la ciudad de Nueva York y exconcejal del distrito.
Desde el púlpito, lanzó un firme mensaje en contra de la narrativa que circuló en redes sociales insinuando que todos los presentes en el club eran “ricos” o parte de la élite intocable: “La gente que dice ‘eran millonarios allá.’ No. Eran dominicanos. Eran trabajadores del Jet Set, estudiantes, técnicos de sonido, meseros y músicos”, afirmó Rodríguez entre aplausos y lágrimas.
El símbolo de una diáspora resiliente
La comunidad dominicana en Estados Unidos ha demostrado una y otra vez su capacidad de organización, resistencia e identidad colectiva. Según el Pew Research Center, los dominicanos son el grupo latinoamericano de mayor crecimiento en Nueva York, superando incluso a la comunidad puertorriqueña en barrios como Inwood, Washington Heights y el Bronx.
Además, varios líderes comunitarios y activistas han comenzado a recolectar donaciones para enviar ayuda a los familiares de las víctimas, así como apoyar a los sobrevivientes. En Internet, plataformas como GoFundMe ya albergan más de veinte campañas diferentes etiquetadas como #JetSetTragedy.
Reflexiones sobre la seguridad en RD
El colapso del techo ha reavivado el debate sobre las regulaciones de infraestructura y la rendición de cuentas en República Dominicana. Según informes preliminares del Ministerio de Obras Públicas, la estructura presentaba deficiencias desde hace años, y habían existido denuncias anteriores sobre la falta de mantenimiento constante.
“Los clubes como Jet Set deben ser lugares que unan a la gente, no que los pongan en riesgo,” dijo Laura Encarnación, arquitecta dominicana residente en Nueva Jersey. “Esto debe ser un llamado urgente a mejorar los estándares de construcción y supervisión en el sector del entretenimiento.”
La memoria como forma de justicia
Mientras las familias comienzan a enterrar a sus seres queridos y los nombres de los fallecidos siguen siendo verificados, persiste el sentimiento de que no basta con el luto. Varias voces en la diáspora están exigiendo una investigación exhaustiva sobre las causas del colapso y una reforma integral de las normas de seguridad pública en República Dominicana.
“Que no se haga costumbre esperar tragedias para hacer las cosas bien,” expresó en redes Pedro Martínez, el legendario lanzador miembro del Salón de la Fama, quien reveló tener familiares aún no localizados tras el derrumbe.
Ritual, cultura y resistencia
A pesar del dolor, la resiliencia cultural se ha manifestado claramente. En varias calles de Nueva York, se han organizado eventos de canto y danza en homenaje a Ruddy Pérez y otros artistas fallecidos. También se ha hablado de establecer un fondo de becas en su memoria, destinado a jóvenes dominicanos con aspiraciones musicales.
En definitiva, más allá del desplome físico del techo del Jet Set, lo que verdaderamente cayó fue una parte del corazón cultural dominicano. Sin embargo, también emergió una vez más la fuerza de una comunidad transnacional que, aunque geográficamente separada, nunca ha dejado de sentirse como un mismo pueblo.
“Hoy no somos de Licey o de Águilas, del PRM o del PLD. Hoy, somos simplemente dominicanos defendiendo la dignidad y la memoria de los nuestros.”