Del dugout a la ducha: las historias que marcaron la semana en la MLB
Entre lesiones inesperadas, retornos importantes y movimientos estratégicos, la gran carpa vivió días de alta tensión e inesperado drama
Un resbalón peligroso: el caso de Freddie Freeman
En la larga historia de lesiones extrañas en el béisbol, lo que le sucedió a Freddie Freeman entra directamente al ranking. El primera base estrella de los Los Angeles Dodgers sufrió una lesión en el tobillo tras resbalarse en la ducha. Esta caída, que ocurrió el 30 de marzo, activó alarmas no solo por la rareza del hecho, sino también porque se trataba del mismo tobillo izquierdo que ya había estado comprometido en septiembre pasado.
Freeman, de 35 años, quien fuera clave en la obtención más reciente del título de los Dodgers y MVP de la Serie Mundial, ya venía batallando con molestias incluso antes del incidente doméstico. En la apertura de temporada en Tokio, se perdió la serie contra los Chicago Cubs por inconvenientes en las costillas. Luego, durante la serie contra los Atlanta Braves, su antiguo equipo, tampoco pudo participar. Todo esto generaba incertidumbre sobre su estado físico.
El diagnóstico tras la caída reveló un desgaste en el tejido cicatricial de su tobillo, aunque la buena noticia era que no se trataba de una lesión nueva en sí. Freeman comparó el descanso forzado con un "mal necesario":
“Odio decirlo, pero tal vez necesitaba estos 10 días”, confesó el jugador. “Es el mejor que me he sentido desde que comenzó todo esto”.
En su regreso al diamante contra los Cubs, y en una noche especial por su bobblehead (muñeco conmemorativo), fue alineado como cuarto bateador. Su hijo Charlie, de tan solo ocho años, lanzó el primer pitch ceremonial. La noche marcaba más que un regreso deportivo; era una escena emotiva sobre perseverancia y familia.
Estadísticas de su desempeño hasta la lesión:
- Promedio al bate: .250
- Home runs: 2
- RBIs: 4
- Juegos jugados: 3
Un reemplazo de lujo para Freeman
Durante la ausencia de Freeman, el utilityman puertorriqueño Kiké Hernández asumió temporalmente la inicial. Su desempeño en defensa fue clave, según sostuvo el mánager Dave Roberts:
“Cuando pierdes a Freddie, tener un reemplazo como Kiké ha sido enorme para nosotros. Ha evitado carreras y hecho jugadas críticas”.
Una lesión en el corazón de los Cardinals
En territorio diferente, pero con consecuencias similares, los St. Louis Cardinals sufrieron la baja de uno de sus novatos más talentosos: Masyn Winn. El segunda base tuvo que abandonar el juego contra los Philadelphia Phillies debido a espasmos en la parte baja de la espalda. Aunque solo participó del primer inning, su salida obligó a los Cardinals a improvisar de inmediato.
En una movida inusual pero necesaria, el receptor Pedro Pagés fue reubicado en la segunda base, pese a que su experiencia en Grandes Ligas se limita a las posiciones de receptor y, ocasionalmente, primera base. Por su parte, Thomas Saggese —otro novato— se movió de segunda a campo corto, y Yohel Pozo ingresó como catcher y ocupó el noveno puesto en la alineación.
Los retos estratégicos de jugar al Tetris con el roster
Estas decisiones muestran cómo los cuerpos técnicos deben hacer verdaderos malabares en casos de lesiones. Cada movimiento acarrea ajustes defensivos y ofensivos con efectos en cadena. No es solo suplir una posición: el béisbol moderno tiene mucho de ajedrez de alta velocidad.
El caso de Pozo cabe destacar por el regreso emocional que implica: debutó con St. Louis esta semana luego de haber estado fuera de Grandes Ligas desde 2021 —acumulando un total de solo 22 juegos disputados en la MLB— y muchos en ligas menores.
Una mirada a los reemplazos inesperados
Las lesiones ofrecen ventana de exposición a talentos menos conocidos. Así, jugadores como Pozo o Pagés reciben oportunidades únicas. La historia está llena de nombres que aprovecharon momentos similares para erigirse como indispensables. Por ejemplo, José Altuve debutó como solución de emergencia antes de convertirse en una superestrella de los Astros.
Un cuerpo técnico de lujo en el horizonte del Clásico Mundial
Mientras algunos equipos lidian con lesiones, otros están preparando su futuro inmediato con estrategia de alto calibre. Tal es el caso del Team USA, cuyo cuerpo técnico de cara al World Baseball Classic 2026 fue revelado con nombres que hacen temblar la memoria colectiva del béisbol.
Mark DeRosa seguirá como mánager del conjunto estadounidense, acompañado por un staff estelar:
- Skip Schumaker: Coach de banca.
- Andy Pettitte: Coach de lanzadores.
- Matt Holliday: Coach de bateo.
- Dino Ebel: Coach de tercera base (continuará en su rol).
- George Lombard: Coach de primera base.
- Fredi González y David Ross: Asistentes especiales.
- Brian McCann y Michael Young: Asistentes globales.
Este tipo de designaciones demuestra cómo el Clásico Mundial ya no es solo un torneo para foguear talentos jóvenes. La competencia, que se jugará del 5 al 17 de marzo en ciudades tan importantes como Houston, Miami, Tokio y San Juan, congregará lo mejor del deporte, tanto dentro como fuera del terreno.
¿Por qué esto importa?
La asignación de exjugadores icónicos como Pettitte y Holliday da un mensaje fuerte: USA va con todo. Son nombres que no solo conocen la exigencia del alto rendimiento, sino que manejan una conexión directa con las generaciones actuales de jugadores. Además, sus hijos también se están abriendo camino en Grandes Ligas, lo que le da un simbolismo generacional adicional.
En palabras del propio DeRosa, citado en medios de prensa estadounidenses:
“Queremos formar un equipo completo: en talento, pero también en experiencia ganadora y mentalidad. Esta será la generación de entrenadores más ganadora que ha tenido USA”.
Del drama al protagonismo: una semana intensa
La semana pasada fue un microcosmos del béisbol: lesiones raras, regresos esperanzadores, decisiones estratégicas intempestivas y la construcción de un equipo nacional con sabor a dinastía. Más allá de los cuadrangulares y los ponches, el juego sigue siendo una narrativa que se construye cada día, en cada jugada, en cada pasillo de clubhouse… o incluso en una ducha.
Así es el béisbol: una mezcla constante de preparación y azar, donde lo impredecible le da sentido al espectáculo. Y esta semana, sin duda, fue un claro ejemplo de ello.