La eterna polémica del horario de verano: ¿Es hora de dejar de cambiar el reloj?

Entre el ahorro energético, los efectos en la salud y el costo gubernamental, Estados Unidos vuelve a debatir si debe eliminar el cambio de hora

¿Cuántas veces has olvidado cambiar el reloj y te ha costado una cita importante o una hora de sueño? La práctica de adelantar y atrasar los relojes dos veces al año ha sido parte de la vida cotidiana en la mayoría de los estados de EE.UU. desde hace décadas. Pero en los últimos años, voces de diversas corrientes políticas y sociales, incluido el expresidente Donald Trump, han reabierto un debate que nunca termina de resolverse: ¿Tiene sentido mantener el horario de verano?

Un poco de historia: de la guerra al cansancio colectivo

El horario de verano no es una idea nueva ni original de Estados Unidos. En realidad, sus raíces se remontan a Europa durante la Primera Guerra Mundial, cuando Alemania fue el primer país en implementarlo en 1916 para reducir el uso de carbón. Estados Unidos adoptó la idea de forma intermitente, pero fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando se estableció de manera oficial como una medida de ahorro energético.

Finalmente, en 1942 el presidente Franklin D. Roosevelt impuso el “War Time”, una variante del horario de verano para ayudar al esfuerzo bélico. Sin embargo, tras la guerra, el uso del horario de verano quedó en manos de los estados y localidades, generando caos y descoordinación hasta que el Congreso aprobó la Uniform Time Act en 1966.

La lógica detrás del horario de verano

En teoría, el horario de verano (DST, por sus siglas en inglés) permite aprovechar mejor la luz natural, reduciendo el uso de electricidad por las tardes. Al adelantar una hora el reloj en primavera, se obtiene una hora adicional de luz al final del día. Suena bien, ¿cierto?

Pero hoy ya no estamos en la era del carbón, y las bombillas LED consumen menos energía que nunca. Un estudio del National Bureau of Economic Research descubrió que el consumo de energía en Indiana subió tras la adopción del DST debido al aumento del uso de calefacción y aire acondicionado. Es decir, el ahorro energético puede ser mínimo o incluso inexistente.

Trump y su cruzada contra los relojes

En marzo de 2024, el expresidente Donald Trump volvió a opinar en su red social Truth Social: “Push hard for more Daylight at the end of a day… no more changing of the clocks. A VERY COSTLY EVENT!!!”. Básicamente, Trump pidió mantener al país en horario de verano permanente. Remarcó que cambiar los relojes es una inconveniencia y costoso para el gobierno.

En realidad, ya en 2022 el Senado estadounidense aprobó por unanimidad un proyecto llamado Sunshine Protection Act, impulsado por el senador Marco Rubio, para hacer del horario de verano una medida permanente. Pero la legislación quedó estancada en la Cámara de Representantes y no volvió a avanzar.

¿Qué opinan los ciudadanos?

Aunque el tema parece burocrático, afecta directamente la vida cotidiana. Según una encuesta de Monmouth University de 2022:

  • 61% de los estadounidenses estarían de acuerdo en dejar de cambiar el reloj cada año.
  • 33% prefiere un horario estándar permanente (más luz por la mañana).
  • 27% quiere mantener el horario de verano (más luz por la tarde).

El problema es que no hay consenso claro: muchos padres opinan que es “más seguro” llevar a sus hijos a la escuela con luz matutina. Otros sectores, como el comercio o el turismo, prefieren tardes más largas y soleadas, donde los clientes puedan pasar más horas fuera de casa.

Impactos en la salud: más allá del sueño

Cada primavera, más de 300 millones de personas en EE.UU. pierden una hora de sueño cuando avanza el reloj. Ese pequeño cambio puede parecer trivial, pero afecta el ritmo circadiano del cuerpo.

El American Academy of Sleep Medicine ha denunciado en repetidas ocasiones los efectos adversos del cambio de hora:

  • Mayor riesgo de ataques cardíacos en los días siguientes al cambio.
  • Incremento de accidentes de tráfico.
  • Aumento de errores médicos.
  • Bajo rendimiento académico y laboral.

“Cambiar el reloj dos veces por año interrumpe nuestro sueño y nuestra fisiología natural. El horario estándar permanente es la mejor opción”, dijo el Dr. M. Adeel Rishi en nombre del grupo científico.

¿Un problema económico también?

Trump afirma que cambiar el reloj supone un alto costo para el gobierno, aunque no existen cifras oficiales precisas. Aun así, según un análisis de Chmura Economics & Analytics, el cambio de hora podría implicar pérdidas económicas por más de $430 millones cada año debido a tiempo perdido, accidentes y productividad reducida en las primeras semanas tras el cambio.

Además, hay impactos en la logística, los vuelos, el software, las citas médicas automatizadas y el transporte ferroviario, que deben ajustar sus horarios de forma compleja incluso por una sola hora.

¿Qué estados ya dijeron "basta"?

Desde hace unos años, varios estados han intentado tomar partido. Más de 30 legislaturas estatales han aprobado propuestas para adoptar el horario de verano permanente. Sin embargo, están atados por la ley federal, que actualmente sólo permite salirse del horario de verano, no adoptarlo de forma permanente.

En cambio, Hawái y la mayor parte de Arizona no utilizan el horario de verano. Funcionan todo el año en horario estándar y no parecen tener intención de cambiar.

En 2022, la senadora Patty Murray (Demócrata, Washington) dijo: “Los estadounidenses están diciendo de forma clara que quieren dejar de cambiar la hora. Es un asunto de vida o muerte, de salud y de sentido común”.

Una eterna indecisión en el Congreso

Aunque ha habido audiencias en el Senado —más recientemente en 2024— y apoyo bipartidista, el problema es que la falta de consenso entre las prioridades de la Cámara y el Senado ha paralizado la medida.

Además, la etiqueta de “tema menor” le resta prioridad frente a otras luchas políticas. Aunque 19 estados han aprobado leyes para hacer permanente el horario de verano, siguen esperando la autorización del Congreso.

¿Y tú, qué prefieres?

Este debate toca fibras emocionales, políticas, económicas y biológicas. Hay quienes ven en el horario de verano una oportunidad de disfrutar más del sol, como lo argumentaba Trump; otros, en cambio, piensan en el bienestar del cuerpo y el sueño.

La discusión continuará, y mientras tanto, cada año millones de estadounidenses seguirán preguntándose si deben adelantar o atrasar el reloj… y si realmente vale la pena.

¿Debería EE.UU. eliminar el cambio de hora o mantener la tradición? La respuesta, por ahora, parece estar suspendida entre opciones encontradas, una legislación sin resolver y cientos de millones de relojes que, por ahora, seguirán cambiando.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press