La tragedia silenciosa de Belén: crisis del turismo, guerra y el arte olvidado del olivo

La industria artesanal de la ciudad natal de Jesús enfrenta su peor época en décadas, entre la sombra del conflicto, la caída del turismo y las tarifas de EE.UU.

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Una ciudad sagrada paralizada

En cada Semana Santa, las callejuelas de Belén solían rebosar de peregrinos y turistas que buscaban una conexión espiritual con la tierra donde, según la tradición cristiana, nació Jesús. Las tiendas de recuerdos y los talleres de artesanos locales se preparaban durante semanas para aprovechar la bonanza económica de las festividades religiosas. Hoy, ese bullicio ha desaparecido.

Desde el inicio de la guerra entre Israel y Hamás en octubre de 2023, la situación económica y social en Cisjordania ha sufrido un golpe casi letal. Y uno de los sectores más afectados ha sido el artesanal, sobre todo, los talleres que elaboran esculturas en madera de olivo, un arte que ha perdurado por generaciones en Belén.

"No hay turismo, no hay trabajo"

Attalah Zacaria, maestro tallador de la histórica Fábrica de los Hermanos Zakharia, comparte una cruda realidad: "No hay turismo, así que no hay trabajo". Fundado en 1960, su taller hoy sobrevive entre horarios reducidos y la amarga decisión de haber pasado de 25 a apenas 10 empleados. Solo trabaja dos veces a la semana.

Las estanterías de su tienda permanecen llenas de crucifijos, pesebres y pequeñas figuras religiosas, talladas con cuidado en madera de olivo, principalmente traída de zonas rurales de Cisjordania. Esta madera, valorada no solo por su resistencia sino por sus vetas únicas, ha sido la base del arte religioso local desde el siglo pasado.

"Antes, todo el equipo trabajaba sin parar para atender la demanda", dice Zacaria, quien aprendió el oficio de su padre y sueña con heredarlo a su hijo. "No sé qué nos depara el futuro".

Efectos colaterales de un conflicto sin fin

El turismo en Belén representa el 70% de los ingresos anuales de la ciudad, según datos proporcionados por su alcalde, Anton Salman. La localidad ha vivido una oscuridad económica particularmente aguda en los últimos dos años, pero la guerra desatada tras el ataque de Hamás el 7 de octubre marcó un punto de inflexión.

"Belén como destino turístico ha enfrentado un periodo muy difícil en los últimos dos años", señaló Salman. Ahora, el habitual torrente de fieles ha sido reemplazado por el silencio y la incertidumbre. En algunas calles principales, los únicos visitantes son locales que, igual que los artesanos, luchan por ganarse el sustento día a día.

La espada de Damocles: aranceles de Trump sobre productos palestinos

Al desplome del turismo se suma otro golpe letal: los aranceles impuestos por Estados Unidos. El expresidente Donald Trump reactivó tarifas comerciales globales que, de efecto secundario, penalizan indirectamente a muchos fabricantes palestinos que exportan a Europa y a EE.UU.

Bassem Giacaman, otro legendario tallador cuyo negocio da al Plaza del Pesebre, explica: "Ya dos clientes han detenido sus pedidos desde que se anunciaron los aranceles". Incluso le preocupa que esos taxes del 17% potenciales sobre sus exportaciones destruyan sus vínculos con mayoristas norteamericanos.

"Tendré que subir mis precios, y eso será perjudicial para todos los negocios del West Bank", agregó. Irónicamente, una de sus cruces talladas en madera terminó en manos de Donald Trump, según muestra una foto que orgullosamente guarda en su móvil. Pero el orgullo del artesano no borra su descontento: "Ni yo ni muchos palestinos apoyamos a Trump".

De símbolo religioso a bien de lujo en la sombra del conflicto

Las figuras miniatura de Jesús en la cruz se acomodan unas junto a otras en las mesas de trabajo. Cada una presenta diferencias sutiles, por las imperfecciones naturales de la madera. Antiguamente, estas artesanías eran compradas en masa por viajeros religiosos, coleccionistas o iglesias católicas y evangélicas de América y Europa.

Hoy son bienes de lujo; los pedidos internacionales representan la única esperanza de sustento para decenas de familias en Belén. Pero esa esperanza podría esfumarse ante la amenaza de tarifas y el endurecimiento de los controles de exportación e importación, tanto israelíes como internacionales.

Una economía regional al borde del colapso

Tras el inicio del conflicto, Israel cerró las entradas a unos 150.000 palestinos que trabajaban en su territorio, lo que activó un descenso del 25% en la economía palestina en solo un año, según cifras internacionales.

Los olivares, importantes para el sustento económico y simbólico de la región, comienzan a llenarse de maderas cortadas que nadie talla. Representan tanto la prolongación de una herencia como la frustración de no poder trabajarla.

El arte del olivo: historia, espiritualidad y resistencia

Desde tiempos bíblicos, la madera de olivo ha sido símbolo de paz y perdón. En el contexto palestino, se ha convertido en un vehículo de resistencia cultural. Cada crucifijo tallado, cada imagen de la Virgen María, es también un testamento de identidad.

"Los turistas no solo compran objetos; se llevan un pedazo de nuestra historia, de nuestra fe y de nuestra lucha por existir", comenta Giacaman.

¿Habrá resurrección para los artesanos de Belén?

Mientras los líderes políticos discuten tratados, sanciones y tarifas, los pequeños artistas de Belén esperan un milagro diario para conservar sus talleres abiertos. Algunas ONGs europeas y estadounidenses han comenzado a impulsar iniciativas de comercio justo y campañas de compra solidaria, pero sus efectos aún son incipientes y no reemplazan la vitalidad perdida del turismo presencial.

"Nuestra artesanía no es solo para exhibir en vitrinas religiosas, es también el sustento de nuestras familias", puntualiza Zacaria. "La madera de olivo cuenta nuestras historias. Si nadie las escucha, ¿quién quedará para tallarlas?"

Entre crucifijos y barricadas

Belén parece atrapada entre la cruz y la espada. Una ciudad que vive con la inmensa carga de su peso histórico y espiritual, pero sin apoyo político suficiente para mantenerla de pie. Su comunidad de artesanos simboliza tanto la perseverancia como la fragilidad de una identidad sumida en conflictos más grandes.

Pero en cada pieza tallada, en cada veta de madera cincelada con devoción, hay también una oración silenciosa. No solo por la paz, sino por la esperanza tangible de poder seguir trabajando. Que Belén no se convierta únicamente en un destino sagrado de pasado, sino en un presente viviente lleno de humanidad, esfuerzo y arte eterno.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press