Los fantasmas del Central Park Five: otra batalla legal contra Donald Trump
Los hombres exonerados por el caso que conmocionó a Nueva York en 1989 enfrentan a Trump en tribunales por difamación: ¿puede la justicia reparar décadas de estigma?
La historia del Central Park Five sigue resonando más de tres décadas después de los hechos que llevaron a cinco adolescentes afroamericanos y latinos a ser condenados erróneamente por la violación de una mujer en Central Park. Ahora, en 2024, los mismos hombres que pasaron años en prisión por un crimen que no cometieron, enfrentan a Donald Trump en una nueva batalla legal: una demanda por difamación.
El caso Central Park Five: una herida abierta
El caso comenzó en abril de 1989, cuando Trisha Meili, una corredora blanca de 28 años, fue brutalmente agredida y violada en Central Park. Pronto, cinco adolescentes —Yusef Salaam, Antron McCray, Kevin Richardson, Raymond Santana y Korey Wise— fueron arrestados y, tras intensos interrogatorios policiales, confesaron bajo coacción. A pesar de que luego se retractaron de sus confesiones, fueron condenados y enviados a prisión.
No fue hasta 2002, cuando otro hombre llamado Matias Reyes confesó el crimen y pruebas de ADN lo confirmaron, que las condenas de los cinco fueron anuladas. Pasaron entre 6 y 13 años encarcelados por un crimen que no cometieron. La ciudad de Nueva York acordó indemnizarlos con $41 millones de dólares (aproximadamente $8.2 millones por cada uno) tras una demanda civil, pero el daño a su reputación fue profundo y duradero.
Trump y su rol durante la histeria colectiva
Poco después de las detenciones en 1989, un empresario neoyorquino llamado Donald Trump publicó un anuncio a página completa en los principales diarios de la ciudad, con el encabezado: “BRING BACK THE DEATH PENALTY. BRING BACK OUR POLICE!” (¡Que vuelva la pena de muerte! ¡Que regresen nuestros policías!). Aunque no nombró directamente a los adolescentes, se entendía que el anuncio se refería a ellos. Para muchos, la postura de Trump alimentó el pánico racial y el linchamiento mediático de los acusados.
En su momento, Trump declaró: “Me molesta que a la víctima se le haya olvidado. Es hora de que este país deje de ser tan políticamente correcto.” Las implicaciones fueron devastadoras. La opinión pública los consideró culpables antes incluso de que fueran enjuiciados.
El juicio social nunca terminó
A pesar de su exoneración en 2002, Trump nunca pidió disculpas. En entrevistas y apariciones posteriores, siguió sosteniendo que los cinco eran culpables. En septiembre de 2020, durante un debate presidencial con Kamala Harris, Trump volvió a referirse al caso —esta vez distorsionando los hechos. Dijo que los acusados se habían declarado culpables, cuando en realidad, nunca lo hicieron: sus confesiones fueron obtenidas bajo presión y rápidamente se retractaron ante un tribunal.
Fue esta última declaración, frente a 67 millones de personas, lo que motivó una nueva acción legal en 2023. Sus abogados alegan que Trump actuó con malicia, sabiendo que los hombres habían sido exonerados, pero aún así decidió repetir afirmaciones falsas y difamatorias con la intención de herirlos públicamente.
La nueva demanda por difamación
La demanda presentada por los cinco hombres —hoy adultos con vidas reconstruidas a duras penas— argumenta que Trump defamó deliberadamente a personas inocentes, con conocimiento de causa y con el propósito de causarles angustia emocional. Buscan daños compensatorios y punitivos.
Esta semana, la Jueza Wendy Beetlestone del Tribunal de Distrito en Filadelfia rechazó la moción de Trump para desestimar la demanda. Aunque desestimó el cargo relacionado con daño emocional intencional, consideró válido que los demandantes procedieran con su afirmación principal de difamación.
“Estamos satisfechos con el fallo del tribunal y su análisis detallado. Esperamos con ansias el proceso de descubrimiento, el juicio y la vindicación definitiva de estos cinco nobles hombres.” — Shanin Specter, abogado de los demandantes.
Trump apela a la libertad de expresión
En defensa, Trump argumentó que sus declaraciones estaban protegidas por las leyes de inmunidad civil de Pensilvania, ya que se trataban de un tema de interés público. También sostuvo que sus comentarios eran una aproximación razonable a los hechos, y apeló a su “estado mental de 1989” para justificar su postura.
No obstante, la corte consideró que un exmandatario estadounidense tiene una responsabilidad especial en cuanto a la veracidad de sus declaraciones, especialmente cuando sus palabras pueden amplificar la estigmatización de víctimas inocentes.
Más allá del caso legal: racismo, medios y castigos
Este litigio revive no solo un caso escandaloso de injusticia judicial, sino también una reflexión urgente sobre cómo los medios, la política y el racismo estructural convergen para condenar a inocentes. El Central Park Five es un símbolo del racismo sistémico, de una policía predispuesta a culpar sin pruebas, y de una sociedad que muchas veces prefiere castigar antes que investigar.
Una encuesta realizada por The Washington Post en 2002 mostró que el 53% de los estadounidenses creían que los cinco eran inocentes, mientras que un 37% aún creía que eran culpables, incluso después de conocerse la confesión de Reyes. Esto demuestra cómo el imaginario colectivo tarda mucho más en rectificarse que los registros judiciales.
La cultura del “nunca pedir perdón”
La falta de una disculpa formal por parte de Trump señala una tendencia política peligrosa: la normalización de no asumir responsabilidades. En una era de redes sociales y ciclos informativos acelerados, las rectificaciones raramente tienen el mismo impacto que los errores originales.
Y eso se traduce en una cultura donde los líderes pueden mentir impunemente, sin consecuencias políticas ni sociales reales. En palabras del periodista Ta-Nehisi Coates: “No hay castigo por mentir sobre los negros. Esa es una lección que Trump aprendió muy pronto.”
¿Qué sigue en el proceso?
El caso ahora entrará en etapa de descubrimiento judicial, donde ambas partes deberán revelar pruebas. Podría culminar en un juicio en 2025, en pleno clima preelectoral si Trump vuelve a aspirar a la presidencia. Es decir, el drama político y judicial se entrelazará una vez más con un asunto de justicia racial no resuelto.
Para los demandantes, el juicio no es solo un intento de reparación, sino una proclamación moral ante el mundo:
“Somos inocentes. Siempre lo fuimos. Y el mundo debe saberlo”.
Esta batalla no es solo contra Trump, sino contra un sistema que permitió que cinco adolescentes fueran tratados como criminales adultos, condenados por un crimen que no cometieron y despreciados durante años por la sociedad.
La memoria como forma de justicia
La historia del Central Park Five ha sido contada en libros, documentales y recientemente en la aclamada miniserie de Netflix “When They See Us”, dirigida por Ava DuVernay. La serie reavivó la conversación pública sobre el racismo en el sistema judicial estadounidense y trajo visibilidad renovada al caso. Desde entonces, las figuras de Salaam, McCray, Richardson, Santana y Wise han ganado reconocimiento, pero también han asumido la misión de ser portavoces contra la injusticia racial.
Ahora, enfrentando nuevamente al hombre que simbolizó, para ellos, la indiferencia y la condena pública, buscan transformar el dolor en una victoria judicial histórica.
Y aunque nadie puede devolverles los años perdidos, el juicio en curso apunta a algo más profundo: el derecho a recuperar su historia, su verdad y su humanidad.