Ríe mientras se derrite el planeta: la comedia como arma ante el cambio climático
Una ola de humoristas transforma la ecoansiedad en carcajadas y conciencia ambiental
En un mundo que parece encaminarse sin reversa hacia desastres naturales cada vez más extremos, algunos han encontrado un canal de esperanza, conciencia e incluso consuelo: la comedia. Lejos de trivializar el calentamiento global, una nueva generación de cómicos ha decidido enfrentar la crisis climática con bromas, ironías y monólogos que buscan algo más profundo que la risa: la reflexión.
¿De carbón a comedia?
Esteban Gast, un comediante colombo-estadounidense, recuerda con claridad una experiencia en su adolescencia que le despertó una enorme culpa ambiental: calcular su huella de carbono. En medio de un set en el Flappers Comedy Club de Burbank, California, Gast lanza su crítica a las grandes petroleras detrás del concepto: "Eso es como si tu amigo adicto a la cocaína te dijera que no bebas café con leche", bromea.
La audiencia estalla en carcajadas... pero el mensaje queda. Y es que fue la propia British Petroleum (BP), responsable del desastre ecológico del Golfo de México en 2010, quien en 2004 popularizó la idea de la huella de carbono individual. Una distracción que, como diría Gast, desvía la atención de los verdaderos responsables.
De Greta Thunberg a la stand-up: otra forma de activismo
La comedia climática no es un movimiento espontáneo, sino parte de una estrategia comunicativa que crece entre quienes buscan motivar a la acción. En un mundo saturado de informes científicos y estadísticas devastadoras, el humor ofrece un puente emocional hacia el ciudadano promedio. Así lo creen Beth Osnes-Stoedefalke y Maxwell Boykoff, profesores de la Universidad de Colorado, quienes desde hace más de una década imparten un curso de comunicación climática creativa.
“No puedes simplemente apilar los informes del IPCC y esperar que la gente entienda”, dice Boykoff, refiriéndose a los estudios del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de Naciones Unidas. “Tienes que encontrar espacios creativos”.
El poder sanador del humor ambiental
En marzo de 2025, el show Stand Up For Climate convocó a una docena de comediantes en Burbank con un objetivo inusual: hablar sobre crisis ecológicas y hacer reír. Ashley Brooke Roberts, Kaycee Conlee y otros cómicos con base en Los Ángeles abordaron temas como la Ley de Reducción de la Inflación (Inflation Reduction Act), las fallas del veganismo industrial y, por supuesto, las excusas de las grandes petroleras.
Más allá de las risas, los espectáculos tienen efectos medibles: reducen la ansiedad climática, aumentan la conciencia sobre el tema e incluso mejoran la disposición a compartir información, según una serie de estudios citados por Osnes-Stoedefalke y Boykoff, quienes han usado a su propio alumnado como ejemplo de estos efectos.
Una sátira con conciencia social
Rasheda Crockett, actriz y comediante afroamericana, mezcla humor y activismo en sus videos producidos para la serie Might Could emitida por YouTube. En uno de los episodios exige con ironía: “Estoy pidiendo a todos los veganos que hagan del queso vegano que derrite su prioridad número uno. Porque eso es lo que hará que el veganismo sea viable. Es el cambio que tenemos que... queser".
Su preocupación, sin embargo, es profundamente seria. “El calentamiento global afecta de forma desproporcionada a las comunidades negras y a otras comunidades no blancas”, afirma. Como parte del Climate Comedy Cohort fundado por Gast, Crockett explora cómo la risa puede ser un mecanismo de defensa, pero también de denuncia.
Cuando el humor saca a la luz la burocracia absurda
Bianca Calderón, estudiante de maestría en política ambiental y energía renovable, escribió un monólogo sobre cómo tuvo que eliminar palabras como “diversidad”, “comunidad” y “energía limpia” de sus solicitudes de financiamiento federal durante la administración Trump. “Al final me quedé sin ninguna palabra aceptable”, ríe. La ironía evidencia cómo los discursos oficiales pueden chocar con las realidades urgentes del cambio climático.
Esto, más allá del chiste, revela una verdad preocupante: la censura climática existe y, en algunas ocasiones, es institucional.
Las políticas también tienen sentido del humor (aunque no lo sepan)
El comediante Brad Einstein, galardonado dos veces como artista residente por el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos, ha llevado la sátira a las redes sociales. En uno de sus videos más virales, improvisa un micrófono con una piña de pino para imitar señaladores de noticias y hablar sobre despidos masivos en el sector ambiental.
Esta nueva ola de humor es también una crítica al uso selectivo del lenguaje político. Muchos cómicos, a través de sus sets o videos, evidencian cómo términos ambiguos o eufemismos burocráticos impiden la acción directa. La comedia devuelve claridad a un lenguaje que muchas veces pretende oscurecer la verdad.
Una tradición que viene de lejos: la sátira como resistencia
La historia nos enseña que el humor siempre ha sido herramienta de resistencia. Desde Aristófanes en la antigua Grecia hasta las caricaturas en dictaduras latinoamericanas del siglo XX, reír ha sido un acto político. Hoy, con el cambio climático como tema, el humor sigue ese camino.
Según un estudio del Pew Research Center en 2021, los programas satíricos como los de Jon Stewart, John Oliver o Trevor Noah resultan más confiables para muchos jóvenes que los noticieros tradicionales. Aunque no se especialicen en clima, el tipo de humor político que practican abre el camino para que otros, como Gast o Crockett, se especialicen en una de las crisis más urgentes de nuestra existencia.
Una oportunidad para reconectar
Los defensores del humor climático aseguran que reír no significa restarle importancia a la crisis. Al contrario, permite reconocerla plenamente sin caer en el colapso emocional o la parálisis. En un contexto donde el bombardeo constante de malas noticias produce ansiedad y evasión, la risa actúa como válvula liberadora.
Según Osnes-Stoedefalke, el humor permite "explotar las grietas de los malos argumentos" y construir respuestas más ricas en matices. Y lo más importante: puede provocar esperanza. Para ella, sin esa esperanza, las acciones carecen de sentido. En ese vacío de sentido, el arte tiene una función crucial.
Rumbo a la comedia climática global
Lo que comenzó como una clase experimental ya tiene impacto global. Desde open mics en California hasta sketches en YouTube y festivales en universidades, el humor sobre cambio climático cruza continentes. Y como demuestra el éxito de eventos como Stand Up For Climate, la audiencia está más que dispuesta a recibir el mensaje... entre risas.
Porque en tiempos donde la Tierra arde, las bromas bien contadas no sólo refrescan el ambiente: podrían cambiarlo.