El auge de los abolicionistas del aborto: la nueva fractura de la derecha estadounidense
Un movimiento radical antiabortista gana fuerza tras el fallo de la Corte Suprema que revocó Roe v Wade: ahora quieren que las mujeres enfrenten cargos de homicidio por interrumpir un embarazo
En los Estados Unidos post-Roe v Wade, una nueva batalla se gesta dentro del propio movimiento antiaborto. Mientras legisladores republicanos aprovechan un clima político favorable para imponer restricciones cada vez más severas, una facción radical conocida como los abolicionistas del aborto está empujando la frontera aún más allá: criminalizar a las mujeres que abortan, incluso con penas de muerte.
¿Quiénes son los abolicionistas del aborto?
Tradicionalmente, los movimientos contra el aborto en EE.UU. se han centrado en eliminar el derecho legal al procedimiento limitando el acceso y penalizando a los médicos que lo practican. Sin embargo, los abolicionistas del aborto buscan más: proponen que toda interrupción del embarazo sea considerada homicidio, y que tanto médicos como pacientes respondan ante la ley como si se tratara de un asesinato.
Este grupo solía ocupar un lugar marginal dentro del espectro político y religioso conservador. Pero, desde la anulación de Roe v Wade por parte de la Corte Suprema en 2022, su influencia ha comenzado a palparse en lugares donde solían ser ignorados. Hoy, sus voces son cada vez más escuchadas en legislaturas estatales, debates internos y discursos políticos conservadores.
La fractura interna del movimiento antiaborto
La emergencia de los abolicionistas del aborto ha provocado divisiones palpables entre los grupos antiabortistas tradicionales. Uno de los casos más notables es el de Kristan Hawkins, presidenta nacional del grupo Students for Life of America. A pesar de ser una activista vehemente contra el aborto, Hawkins ha sido atacada con violencia verbal por abolicionistas, quienes la llaman "asesina de bebés" y "enemiga de Dios". Irónicamente, Hawkins afirma que teme más por su seguridad ante los abolicionistas que ante activistas pro-derechos al aborto.
Según Hawkins, el movimiento antiaborto actual se divide en tres sectores:
- Los abolicionistas, que desean penalizar legalmente a las mujeres que abortan.
- Los tradicionalistas, que se oponen a imponer esas penas a las mujeres.
- Los intermedios, quienes actualmente no desean enjuiciar a las mujeres, pero no descartan apoyar esa posibilidad si la cultura y las leyes cambian.
La agenda legal: homicidio por aborto
En 2024, legisladores de al menos 12 estados han propuesto leyes para procesar penalmente a mujeres por abortos, incluyendo la posibilidad de la pena de muerte. Estos estados incluyen Alabama, Georgia, Idaho, Indiana, Iowa, Kansas, Kentucky, Misuri, Dakota del Norte, Oklahoma, Carolina del Sur y Texas.
Muchos ya tienen prohibiciones casi totales al aborto, pero en general apuntaban a los proveedores médicos. Las nuevas propuestas son diferentes: apuntan directamente a las mujeres. En Alabama, por ejemplo, un nuevo proyecto de ley catalogaría el aborto como "asesinato" desde el momento de la concepción, abriendo la puerta a sentencias de cadena perpetua o ejecución.
La respuesta pública y política
De acuerdo con una encuesta de KFF realizada en septiembre de 2022, un 80% de los estadounidenses se oponen a que las mujeres que abortan enfrenten penas de prisión o multas. Sin embargo, los legisladores republicanos parecen no tomar en cuenta esa opinión pública.
La investigadora Dana Sussman, de Pregnancy Justice, una organización que rastrea legislaciones de este tipo, ha observado un "aumento notable" en estos proyectos de ley. Según ella, se ha perdido la capacidad de asombro: “Lo que impactaba hace dos años, ya no impacta. Se está normalizando la idea de criminalizar a las mujeres.”
El papel de Donald Trump
El expresidente Donald Trump ha tenido una relación ambivalente con la causa antiaborto. En 2016, declaró que habría "algún tipo de castigo" para las mujeres que abortaran, aunque luego se retractó. Sin embargo, recientemente ha implementado acciones como:
- Suspensión de programas de planificación familiar mientras se investigan sus prácticas.
- Aprobación de órdenes ejecutivas con terminología que equipara a un feto con una persona.
- Indultos a activistas que bloquearon clínicas abortivas.
Para muchos legisladores conservadores, estas señales son un visto bueno para avanzar con normativas más extremas. En palabras del senador estatal Dusty Deevers de Oklahoma, quien ha propuesto procesar abortos como homicidios: “Esto es como comienza el cambio. No sucede de la noche a la mañana... pero es progreso.”
Una cruzada religiosa y misógina
Los abolicionistas del aborto no solo están motivados por la oposición a este procedimiento médico. También expresan discursos profundamente religiosos y patriarcales. En algunos podcasts conservadores, se culpa al feminismo no solo del aborto sino del colapso moral de la sociedad estadounidense.
Uno de estos comentaristas, Ben Zeisloft, parte de una red cristiano-nacionalista llamada TheoBros, afirmó: “Necesitamos hombres cristianos liderando la lucha contra el aborto.” También se opuso a que las mujeres ocupen cargos de liderazgo —como el de Kristan Hawkins—, sugiriendo que deben estar en el hogar.
Expertas como Laura Hermer, profesora de derecho en Minnesota, interpretan esto como parte de un paso hacia un asiento ideológico más autoritario y misógino: “Están tratando de implementar un Estado moral, donde no solo controlan el aborto, sino también el papel de la mujer en la sociedad.”
Golpes políticos y fracturas estratégicas
La imposición de esta narrativa tan extrema está afectando la cohesión del movimiento antiaborto. Los dirigentes más tradicionales temen que la retórica punitiva contra las mujeres provoque un retroceso electoral. "Si quieren que más demócratas a favor del aborto ganen elecciones, sigan hablando de encarcelar a mujeres", advirtió Hawkins.
En Dakota del Norte, un proyecto de ley para penalizar a mujeres por abortar fue rechazado tras el testimonio de miembros del grupo nacional SBA Pro-Life America, quienes leyeron una carta de 2022 firmada por más de 70 organizaciones antiaborto pidiendo a legisladores que no persigan penalmente a las pacientes.
Perspectiva histórica: del "miedo al infierno" al código penal
Durante gran parte del siglo XX, la oposición al aborto estaba motivada por convicciones religiosas y discusiones bioéticas. Pero con el endurecimiento social y político de los Estados Unidos en la última década, ese discurso ha adoptado formas legales y punitivas más concretas.
Algunos expertos notan un paralelismo con movimientos del siglo XIX, como el temperance movement (prohibicionismo del alcohol), que comenzaron como campañas morales y terminaron legislando conductas personales. “Estamos viendo una moralización de la ley, disfrazada bajo argumentos de justicia penal”, puntualizó la profesora Rebouche de Temple University.
¿Qué viene después?
La pregunta más inquietante es hacia dónde va este movimiento. Si hoy las propuestas buscan equiparar el aborto con el homicidio, mañana podrían perseguir tratamientos como la fertilización in vitro, el uso de anticonceptivos o la interrupción espontánea del embarazo (abortos involuntarios).
Mientras tanto, mujeres reales —urbanas y rurales, jóvenes y adultas— podrían enfrentar un sistema legal dispuesto a castigarlas con el máximo peso del código penal por tomar decisiones sobre sus cuerpos. Y todo respaldado por una creciente cruzada mezcla de puritanismo religioso, nativismo político y un fuerte deseo de control social.