El silenciamiento de Al Hurra: ¿Por qué Estados Unidos apaga su voz en el Medio Oriente?
Despidos masivos, conflictos políticos y acusaciones de sabotaje revelan la tensión detrás del cierre de uno de los medios estadounidenses más influyentes en el mundo árabe
Por décadas, Estados Unidos ha financiado medios en idiomas extranjeros con el objetivo de extender su visión del mundo, promover valores democráticos y combatir la desinformación en regiones con regímenes autoritarios. Uno de los pilares fundamentales de esa política fue Al Hurra, un canal de televisión y plataforma digital en árabe con sede en Estados Unidos dirigido a una audiencia de más de 30 millones de personas en el Medio Oriente y África del Norte. Pero hoy, esa voz se apaga. ¿Por qué?
Un cierre esperado pero desgarrador
El sábado pasado, los empleados de Al Hurra recibieron correos electrónicos informándoles del cese de sus contratos. No fue una sorpresa completa: la cadena llevaba meses enfrentando una congelación de fondos federales que, según su director Jeffrey Gedmin, fue intencional y ejecutada con una falta de comunicación total por parte del gobierno estadounidense.
En las cartas de despido, Gedmin no se anduvo con rodeos: acusó directamente a la administración de Donald Trump y a Elon Musk, a través del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental, de cortar “de forma irresponsable e ilegal” el financiamiento aprobado por el Congreso.
Kari Lake y las acusaciones de sabotaje
Uno de los nombres que figura en el ojo del huracán es Kari Lake, experiodista, política y figura prominente del trumpismo. Fue designada para supervisar la Agencia de EE.UU. para los Medios Globales (U.S. Agency for Global Media), que dirige Al Hurra, Voice of America (VOA), Radio Free Europe/Radio Liberty y Radio Free Asia, entre otros.
Gedmin acusa a Lake de ignorar sus intentos de comunicación y de estar liderando un proceso de “asfixia programada” de los medios públicos en lengua extranjera. “Estoy obligado a concluir que ella está deliberadamente privándonos del dinero que necesitamos para pagarles a ustedes, nuestro personal dedicado y trabajador”, escribió.
El legado de Al Hurra: contradicciones y valentía
Fundado en 2003, en plena operación militar de Estados Unidos en Irak, el canal fue una herramienta estratégica para generar un contrapeso informativo al discurso dominante en medios árabes. Aunque siempre estuvo rodeado de polémica—acusado tanto por conservadores como por liberales de sesgo ideológico—, su presencia ofrecía un espacio único para la libertad de expresión en una región donde escasean los medios libres.
Durante la Primavera Árabe en 2011, varios periodistas de Al Hurra arriesgaron sus vidas, e incluso las perdieron, para dar cobertura a las protestas y transformaciones políticas en Túnez, Egipto, Libia y Siria. En palabras de Gedmin: “No tiene sentido silenciar la voz de América en el Medio Oriente”.
Un patrón preocupante
El destino de Al Hurra no es un caso aislado. Desde 2023, otros medios financiados por EE.UU. han experimentado recortes similares. Voice of America, Radio Free Europe y Radio Free Asia han eliminado secciones, cerrado oficinas y reducido su personal considerablemente.
La administración de Trump siempre ha sido escéptica sobre el valor de estos medios, tildándolos de “propaganda liberal con dinero de los contribuyentes”. Pero críticos dentro y fuera de Estados Unidos sostienen que esta visión corta de miras está permitiendo que potencias como Rusia, China e Irán llenen el vacío informativo que deja EE.UU. en zonas clave del planeta.
El rol de Elon Musk en el rompecabezas
De forma menos esperada, aparece Elon Musk. Su reciente papel como consejero informal del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental —una oficina que supuestamente busca recortar el gasto público— ha coincidido con recortes presupuestarios a medios que históricamente han sido considerados como estratégicos en la política exterior.
Mientras Musk defiende un modelo de eficiencia administrativa inspirado en sus empresas, críticos sostienen que estas decisiones reflejan una profunda incomprensión del papel geopolítico de los medios públicos internacionales.
La guerra cultural interna
Detrás del cierre también se esconde la batalla ideológica estadounidense. Kari Lake ha descrito a la Agencia de EE.UU. para los Medios Globales como “un organismo podrido que debe ser destruido y reconstruido desde cero”. Es una visión que refleja cómo la extrema derecha estadounidense busca desmantelar instituciones que considera fuera de su control ideológico.
Esto ha provocado un cisma dentro del propio sistema de poder. Mientras algunos sectores del Congreso vuelven a presentar propuestas para restaurar el financiamiento, los tribunales federales se han convertido en el último bastión donde se libra esta guerra por la supervivencia de los medios públicos internacionales.
Una historia que empezó en la Guerra Fría
Es importante recordar que estos medios no nacieron de la nada. Fueron creados como armas diplomáticas durante la Guerra Fría, para contrarrestar la propaganda soviética. El objetivo era simple: vender la versión estadounidense del mundo a poblaciones que vivían bajo regímenes autoritarios.
Hoy ese mismo objetivo cobra una nueva relevancia frente al auge del autoritarismo en múltiples zonas del mundo. Dejar esos espacios sin la narrativa estadounidense equivale a dejar el terreno libre para potencias que no comparten valores democráticos.
Más que “propaganda”: una plataforma de voz para muchos
En países como Egipto, Libia, Irak y Siria, Al Hurra sirvió como una ventana hacia un periodismo con estándares más altos que el habitual en la región. Muchos periodistas árabes encontraron refugio en el canal para contar historias que en sus propios países serían censuradas.
El periodista egipcio Mohamed al-Sabagh, quien trabajaba en la redacción digital de Al Hurra en Dubái, fue uno de los afectados por los despidos. “Ha sido devastador. No era solo un trabajo, era una misión”, dijo al AP.
El futuro legal: batallas judiciales en EE.UU.
Gedmin anunció que Al Hurra mantendrá una “presencia mínima en línea” mientras se definen las demandas judiciales que buscan reactivar el financiamiento aprobado por el Congreso. “Seguiremos luchando. Aunque las cámaras estén apagadas, nuestras voces aún tienen eco”, escribió a sus empleados.
Sin embargo, sin presupuesto, es difícil imaginar cómo esta lucha será sostenible a largo plazo. Mantener corresponsales, contenidos verificados y plataformas seguras requiere más que ganas: requiere dinero y voluntad política.
¿Qué está en juego?
Más allá del despido de decenas de periodistas, lo que se está perdiendo es el papel de Estados Unidos como proveedor global de información objetiva. Esto afecta su imagen, su capacidad diplomática y, en última instancia, su influencia internacional.
“Es un tiro en el pie”, dijo en Foreign Affairs el analista de medios Benjamín H. Freedman. “Estados Unidos está abandonando una de sus herramientas más efectivas para generar confianza y fomentar libertades en zonas críticas del mundo”.
Cuando el financiamiento vuelva —si llega a hacerlo—, la pregunta será si el prestigio y la credibilidad de estos medios podrán ser restaurados. Mientras tanto, el silencio en árabe es cada vez más ensordecedor.