Expo 2025 Osaka: ¿Un símbolo de unidad global o un espejismo millonario?

La exposición universal en Japón promete ser un cruce entre tecnología futurista y cultura global, pero enfrenta críticas por sus altos costos y su limitada capacidad de convocatoria

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Por seis meses, desde abril hasta octubre de 2025, Japón será el epicentro de la convergencia cultural, científica y tecnológica global, gracias a la Expo 2025 Osaka, celebrada en la isla artificial de Yumeshima. Con un presupuesto que ha duplicado su estimación inicial y tensiones geopolíticas globales como telón de fondo, esta ambiciosa exposición mundial pretende replantear el futuro del planeta bajo el lema “Diseñando la Sociedad Futura para Nuestras Vidas”.

El anillo de la unidad: una estructura tan simbólica como polémica

El ícono arquitectónico de esta edición de la Expo es el monumental “Gran Anillo”, una estructura de madera de 20 metros de alto y 2 kilómetros de circunferencia que representa la unidad de la humanidad. En palabras del primer ministro japonés Shigeru Ishiba, este anillo “simboliza cómo las naciones pueden interactuar en armonía y reencontrar el camino de la cooperación global”.

Sin embargo, este símbolo de unión tiene su precio, y uno muy elevado: casi el 14% del presupuesto total de 235 mil millones de yenes (equivalentes a unos 1.64 mil millones de dólares) fue destinado exclusivamente a esta construcción. Una decisión que ha provocado duras críticas internas, especialmente entre contribuyentes que cuestionan el uso de fondos públicos en un contexto de inflación y lenta recuperación económica tras la pandemia.

Una isla convertida en escaparate del futuro

La sede del evento, Yumeshima —que irónicamente significa “Isla del Sueño”—, fue creada a partir de tierra ganada al mar, y hasta hace poco servía como vertedero industrial. Hoy, ha sido transformada en un espacio utópico con 80 pabellones de diseño único, donde participarán más de 180 países y organizaciones internacionales.

Entre las propuestas destacan avances en inteligencia artificial, sostenibilidad, biotecnología, movilidad eléctrica y salud digital. Pero, a pesar de este atractivo, el entusiasmo del público japonés ha sido tibio: solo se han vendido 9 millones de boletos anticipados, lejos de los 14 millones esperados. Los organizadores confían en alcanzar, eventualmente, las 28 millones de visitas hasta el cierre el 13 de octubre de 2025.

Una historia con legado: del 1970 al siglo XXI

No es la primera vez que Osaka es anfitriona de una exposición universal. En 1970, Japón celebró la Expo ’70, que atrajo a más de 64 millones de visitantes y colocó a Japón en el mapa como una potencia emergente en tecnología y cultura pop. Durante esa exposición se presentó el “Tokamak” (reactor experimental nuclear), la primera cabina telefónica inalámbrica, y el módulo lunar del Apolo 12.

El emperador Naruhito, quien entonces tenía 10 años, recordó con nostalgia su visita a aquella edición: “Recuerdo la emoción de ver la piedra lunar traída desde la misión Apolo 12 y experimentar la tecnología del futuro”. Hoy, como monarca de Japón, espera que esta nueva expo tenga el mismo impacto en las generaciones jóvenes.

Contexto global adverso: guerras, tensión y tarifas

Aunque Japón desea que esta sea una celebración de unidad planetaria, el momento geopolítico es cualquier cosa menos pacífico. El mundo enfrenta profundas divisiones por conflictos como la guerra en Ucrania, tensiones en Medio Oriente y la rivalidad comercial entre Estados Unidos y China.

En este contexto, las amenazas arancelarias recientes del presidente estadounidense Donald Trump han generado preocupación sobre el impacto que estas medidas proteccionistas puedan tener en la economía global y, por ende, en la asistencia a eventos internacionales como la Expo.

Además, la ausencia de Rusia en esta edición —en parte por su aislamiento diplomático— y los retrasos en la construcción de pabellones de países como India, Nepal, Ucrania y Palestina han lanzado una sombra sobre la prometida unidad global.

Costos fuera de control y desinterés público interno

Uno de los principales problemas que enfrenta Osaka 2025 es el económico. Según informes japoneses, los costos totales de la Expo casi se han duplicado desde que se anunció en 2018. La debilidad del yen, las interrupciones en la cadena de suministro post-pandemia, y el aumento mundial en los precios de materiales de construcción explican parte del aumento del presupuesto.

Pero más allá de lo macroeconómico, en Japón muchos ciudadanos cuestionan la utilidad del evento. Según una encuesta realizada por el diario japonés Asahi Shimbun, más del 60% de los encuestados se muestra poco interesado en asistir a la Expo; algunos incluso la ven como un gasto innecesario en medio de prioridades sociales desatendidas como el cuidado de ancianos, la salud y el rescate económico de pequeñas empresas.

Myaku-Myaku: el peculiar símbolo del evento

Una de las adiciones más comentadas —para bien y para mal— ha sido la elección de la mascota oficial de la Expo: Myaku-Myaku, una criatura rojo-azulada con forma de célula viva que representa la unión del agua y la vida. Esta peculiar figura ha dividido opiniones en redes sociales: mientras unos la encuentran adorable y simbólica, otros la han calificado de “pesadilla visual”.

Según sus creadores, Myaku-Myaku fue concebida como “una transmutación de una gota de agua en forma de vida simbólica”, destinada a provocar reflexión en los visitantes sobre la interconexión de todas las cosas.

Entre luces y sombras: ¿puede Osaka 2025 cumplir su misión?

Si bien la Expo 2025 Osaka promete ser un espectáculo sin igual de creatividad humana y visión futurista, las críticas no han faltado. Surgen preguntas válidas sobre la pertinencia de destinar sumas estratosféricas a estos eventos en tiempos de incertidumbre.

Por un lado, la Expo puede fomentar el entendimiento mutuo, estrechar relaciones y presentar tecnologías capaces de resolver problemas globales. Por otro, existe el riesgo de convertirse en un espacio elitista, turístico y simbólicamente vacío, incapaz de sanar un mundo dividido.

Una pista del posible desenlace la veremos en los próximos meses: ¿podrá esta vitrina internacional entusiasmar a una generación cada vez más escéptica sobre el futuro? ¿O confirmará que grandeza arquitectónica y unidad simbólica no bastan para compensar la falta de visión común efectiva?

Como dice una expresión japonesa muy conocida: "Derrotar no es más que una etapa hacia el éxito". Habrá que ver si esta Expo es parte de ese camino o solo una postal bonita en medio de un contexto global cada vez más difícil.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press