Palestina bajo sitio: Gaza entre la resistencia y la reconfiguración territorial
Mientras Israel encierra Rafah y crece el clamor internacional, Bangladesh lidera una protesta multitudinaria condenando la ofensiva militar
Una ofensiva que remodela Gaza
Desde el 7 de octubre de 2023, cuando Hamas lanzó su ataque sorpresa contra el sur de Israel causando la muerte de unas 1,200 personas, la respuesta israelí ha transformado drásticamente el panorama físico y político de Gaza. Más de seis meses después, el enclave palestino enfrenta un bloqueo casi total y una reconfiguración territorial que amenaza la viabilidad misma del Estado palestino.
El más reciente paso en esta estrategia ha sido la finalización del pasillo de Morag, un corredor que separa ciudad de Rafah del resto de la Franja de Gaza, sellando efectivamente el extremo sur del enclave. Según el ejército israelí, se ha completado el "cerco de Rafah", marcando una nueva fase en su ofensiva terrestre. Con esta maniobra, Israel controla ya más del 50% del territorio de Gaza, incluyendo los corredores de Netzarim y Philadelphi, así como una extensa zona de amortiguamiento a lo largo de la frontera.
Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, describió el nuevo corredor como un "segundo Philadelphi", asegurando que se trata de una medida para presionar a Hamas a liberar a los 59 rehenes que aún mantiene en su poder, de los cuales se cree que sólo 24 estarían vivos.
La resistencia en Gaza y el drama humanitario
Pero la estrategia israelí no se limita al terreno militar. Se ha impuesto un bloqueo total de alimentos, combustible y ayuda humanitaria desde hace más de un mes, situación denunciada por diversas organizaciones como un crimen de guerra. En una conferencia reciente, Israel Katz, ministro de Defensa de Israel, declaró que la población de Gaza debe "remover a Hamas" y liberar a los rehenes si desean evitar una expansión "vigorosa" de operaciones militares.
Estas declaraciones se suman a una creciente preocupación internacional ante las sugerencias de una “emigración voluntaria” promovida por Netanyahu y su aliado Donald Trump. Este plan, ampliamente rechazado por los palestinos y calificado por Human Rights Watch como una forma de limpieza étnica, indicaría la salida de miles de habitantes de Gaza hacia países terceros.
Mientras tanto, los bombardeos israelíes continúan. En las últimas 24 horas, al menos 21 personas han muerto, según el Ministerio de Salud de Gaza, que ya estima en más de 50,000 las víctimas mortales desde octubre de 2023, en su mayoría mujeres y niños. Israel sostiene que ha eliminado a aproximadamente 20,000 combatientes de Hamas, aunque no ha presentado pruebas al respecto.
Protestas globales: Bangladesh al frente
Frente a esta realidad, la voz internacional ha comenzado a alzarse. Uno de los actos de solidaridad más contundentes tuvo lugar en Dhaka, capital de Bangladesh, donde unas 100,000 personas se concentraron en el Parque Suhrawardy, dentro del área de la Universidad de Dhaka, para condenar las acciones de Israel en Gaza.
Los manifestantes portaban centenares de banderas palestinas y carteles con gritos de “Palestina libre”, mientras quemaban imágenes del presidente estadounidense Donald Trump, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, y el primer ministro indio Narendra Modi, en señal de repudio. Además, se exhibieron féretros simbólicos y efigies que representaban a las víctimas civiles del conflicto.
Entre los participantes se encontraban miembros del Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP), liderado por la ex primera ministra Khaleda Zia, así como diversos grupos islamistas y movimientos sociales. Bangladesh, un país de mayoría musulmana con 170 millones de habitantes, no mantiene relaciones diplomáticas con Israel y es un ferviente defensor del establecimiento de un Estado palestino independiente.
Una Gaza fragmentada, una resistencia unida
La respuesta militar de Israel ha convertido a Gaza en una unidad geográfica dividida. El corredor de Netzarim, que corta en dos el tercio norte, y el de Morag, que aísla Rafah, han generado lo que muchos expertos consideran como una táctica de conquista territorial en pleno siglo XXI.
En paralelo, el gobierno de Netanyahu intenta camuflar esta realidad como una solución de seguridad, justificando los ataques a civiles como daños colaterales en su lucha contra el terrorismo. No obstante, las acciones, sumadas a la expansión de asentamientos en Cisjordania, han sido catalogadas por ONU y organismos humanitarios como violaciones al derecho internacional humanitario.
Una guerra de cifras y narrativas
En este conflicto, los números son fundamentales pero también objeto de disputa. Mientras el Ministerio de Salud de Gaza —respaldado por autoridades locales sin distinguir entre militantes y civiles— habla de más de 50,000 palestinos muertos, Israel señala que 20,000 son miembros de Hamas.
Estas cifras deben entenderse en el contexto de un sitio informativo y físico. Desde el inicio de la ofensiva israelí, sólo un número limitado de periodistas ha podido entrar a Gaza, y organismos internacionales denuncian intentos de encubrimiento por parte del ejército israelí. De hecho, el Comité para la Protección de los Periodistas confirmó que al menos 103 trabajadores de prensa han muerto en Gaza desde el inicio del conflicto.
¿Qué papel juega la comunidad internacional?
Frente a esta creciente crisis, la respuesta internacional ha sido fragmentaria. Aun cuando países como Sudáfrica, Irlanda y España han condenado abiertamente los ataques y solicitado sanciones contra Israel, países occidentales como Estados Unidos y el Reino Unido continúan respaldando diplomática y militarmente al gobierno de Netanyahu.
El intento de la Corte Penal Internacional de abrir una investigación ha sido bloqueado por presiones políticas, a pesar de las denuncias de delitos como castigos colectivos, uso indiscriminado de la fuerza y desplazamiento forzado.
Para muchos analistas, el conflicto actual ya ha superado la lógica de una guerra entre Israel y Hamas, y se encuentra redibujando las fronteras y redefiniendo el futuro político de toda la región.
Palestina no se rinde: cultura, identidad y resistencia
A pesar del asedio, el pueblo palestino insiste en mantenerse en sus tierras. Las propuestas que promueven reubicaciones o exilios voluntarios provocan la respuesta tajante de los habitantes: “Esta es nuestra tierra y aquí sobreviviremos”, han afirmado desde los campamentos de desplazados al sur de Gaza.
La identidad palestina ha emergido fortalecida en medio de la catástrofe. Poetas, artistas, activistas y ciudadanos recitan a diario relatos de resistencia, documentan testimonios y alzan sus voces desde los escombros para evitar que el mundo los olvide. Gaza, lejos de arrodillarse, se vuelve símbolo de una lucha por la justicia que conmueve los corazones desde Chile hasta Indonesia.
De Dhaka al mundo: la solidaridad en movimiento
La masiva protesta en Bangladesh no es un hecho aislado. Europa, EE.UU., varios países de África, Asia y América Latina han sido sede de multitudinarias marchas de apoyo al pueblo palestino. La presión social está forzando a gobiernos y organismos internacionales a revisar su postura ante el conflicto.
Esta reconfiguración de la opinión pública global podría ser decisiva en el futuro inmediato del conflicto. Los expertos coinciden: ya no es solo una cuestión de misiles y diplomacia soterrada, es una batalla por la conciencia del mundo.
El mensaje desde Dhaka ha sido claro: Palestina no está sola, y el mundo no puede seguir mirando hacia otro lado.