El sueño eléctrico de Brasil: esperanza, escándalo y una fábrica en pausa

La llegada de BYD a Camaçari prometía una nueva era industrial en el noreste brasileño, pero denuncias de abuso laboral y falta de transparencia ensombrecen sus ambiciones

El renacer de Camaçari y la promesa china

En 2023, la ciudad industrial de Camaçari, ubicada en el estado de Bahia, Brasil, parecía resurgir de sus cenizas. La salida de Ford Motor Company en 2021 había dejado una cicatriz profunda en la economía local, con miles de trabajadores desempleados y un parque industrial paralizado. Pero la llegada de BYD (Build Your Dreams), el gigante automotriz chino líder en vehículos eléctricos (VE), renovó las esperanzas, no solo de los obreros, sino de todo un país ansioso por subirse al tren de la electrificación automotriz.

BYD prometía transformar el antiguo complejo automotor de Ford en su planta más grande fuera de China, con capacidad de producir hasta 150 mil vehículos eléctricos al año. Se proyectaba una inversión de más de R$3 mil millones (aproximadamente 600 millones de dólares), generando más de 5 mil empleos directos e indirectos en la región.

Brasil: un mercado emergente eléctrico

Brasil se ha convertido en un campo de batalla estratégico para la industria automotriz eléctrica. En 2024, se vendieron más de 170,000 vehículos electrificados (eléctricos e híbridos), representando el 7% del total de autos nuevos vendidos en el país, según la Asociación Brasileña de Vehículos Eléctricos (ABVE). Y BYD lidera este avance con fuerza: 7 de cada 10 EVs vendidos en Brasil son de BYD.

Su expansión en América Latina es parte de una estrategia global que le permitió a la automotriz china superar a Tesla en ventas de vehículos eléctricos e híbridos en 2024, con un incremento del 40% en facturación y un récord de $107 mil millones de ingresos. Brasil es un punto clave en este crecimiento gracias a su amplio mercado, la oferta de materias primas, ventajas logísticas y relaciones cálidas entre los gobiernos de Brasil y China.

Una pesadilla laboral bajo el capó

Pero no todo fue brillante en esta historia. En diciembre de 2024, el sueño eléctrico se convirtió en pesadilla para 163 trabajadores chinos sometidos a condiciones laborales análogas a la esclavitud dentro del propio sitio de construcción de BYD en Camaçari.

La Fiscalía del Trabajo de Brasil liberó imágenes impactantes: dormitorios improvisados con camas sin colchones, espacios de cocina primitivos y jornadas extenuantes. Los trabajadores eran empleados por la subcontratista china Jinjiang Construction, cuya relación contractual fue rescindida por BYD tras el escándalo.

La reacción fue distinta en cada continente: desde China, BYD acusó a "fuerzas extranjeras" de buscar manchar su imagen. Sin embargo, su representación brasileña adoptó un tono conciliador, asegurando que la empresa "no tolera el irrespeto por las leyes brasileñas ni por la dignidad humana".

Esperanza suspendida

La línea de ensamblaje que debía comenzar producción en marzo de 2025 fue postergada sin nuevo calendario, generando incertidumbre y decepción en la comunidad laboral local. Luizmar Santana Pereira, un extrabajador de Ford y ahora taxista, expresó: “Cuando se anunció BYD, nos llenamos de esperanza. Pero hasta ahora, no hemos visto esa oportunidad de empleo”.

Una nueva tensión social y política

El caso generó un debate encendido en Brasil, especialmente en los sindicatos. El presidente del Sindicato de Metalúrgicos, Júlio Bonfim, advirtió que “no se tolerará a trabajadores chinos en línea de producción”. Señaló que aceptan técnicos y gerentes, pero la producción debe estar en manos brasileñas.

Simultáneamente, los signos de sinización proliferan en Camaçari: hoteles que entregan instrucciones en mandarín, calles en proceso de ser renombradas —de la Avenida Henry Ford a Avenida BYD— y concesionarias Ford reconvertidas en revendedores BYD. La transformación es tal que la frontera entre integración económica y conflicto cultural se torna cada vez más delgada.

Choque de visiones: crecimiento VS control

La fábrica, que debía ser símbolo de innovación e integración tecnológica, ahora está envuelta en acceso limitado a prensa, presencia de guardias armados y opacidad empresarial. Periodistas fueron interceptados al cubrir obras, acusados falsamente de usar drones e impedidos de filmar.

Mientras tanto, la planta luce semivacía. Las obras avanzan lentamente —cuando avanzan— y la opacidad reina en sus instalaciones. BYD no se ha pronunciado claramente sobre el retraso ni sobre el futuro inmediato de la producción en el país.

Brasil apuesta por lo eléctrico

A pesar del escándalo, Brasil sigue apostando a los EVs. En 2024, el gobierno de Lula da Silva lanzó incentivos como reducción de impuestos para autos menos contaminantes y un programa nacional de control de la calidad del aire.

El secretario nacional de Medio Ambiente Urbano, Adalberto Maluf —ex BYD Brasil por nueve años— explicó: “Brasil es atractivo para los chinos: no tenemos conflictos geopolíticos con China, a diferencia de EE.UU., donde se enmarca en la narrativa de ‘China nos está robando’”.

Cabe mencionar que 85% de la electricidad brasileña proviene de fuentes renovables y que las emisiones de gases de efecto invernadero del país provienen en su mayoría de deforestación y agroindustria, no de la matriz energética. En este contexto, políticas de electrificación vehicular resultan coherentes con los compromisos ambientales internacionales.

Un futuro incierto con mucho en juego

El caso BYD no es sólo una historia industrial: es un microcosmos de las complejas relaciones China-América Latina, el poder de los capitales globales, y la dificultad de compaginar desarrollo sostenible con derechos laborales.

Mientras algunos sueñan aún con los empleos prometidos, los sindicatos se organizan para evitar “colonización laboral” y la opinión pública se fractura entre esperanza y desilusión.

BYD soñó en grande y Brasil también. Pero entre contratos rescindidos, trabajadores explotados y silencio corporativo, el futuro de la electromovilidad “Made in Bahia” cuelga de un hilo.

¿Será el inicio de una nueva era o solo un espejismo industrial? Solo el tiempo y la coherencia de BYD respondan.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press