Gaza, Líbano y Siria: tres frentes, una crisis regional sin tregua
Entre negociaciones de alto riesgo, crisis humanitarias y un complejo juego diplomático, Medio Oriente vive un punto de inflexión histórico
Por Redacción Internacional
El pulso en Gaza: treguas rotas y víctimas en aumento
La Franja de Gaza vuelve a ser epicentro de una tragedia humanitaria sin salida visible. A más de seis meses del letal ataque de Hamas a Israel el pasado 7 de octubre de 2023 —que dejó 1,200 muertos y 250 secuestrados—, el conflicto ha adoptado una naturaleza profundamente desgastante tanto a nivel político como humanitario. De acuerdo con el Ministerio de Salud de Gaza, más de 50,000 palestinos han muerto en la ofensiva israelí, con mujeres y niños representando más del 50% de las víctimas.
Esta semana, Hamas envía una delegación a Catar para continuar con negociaciones indirectas de cese al fuego. El nudo central sigue siendo el mismo: mientras Hamas exige el fin definitivo de las hostilidades como parte de cualquier acuerdo, Israel continúa su política de no detener el conflicto hasta ver neutralizada la organización islamista.
"Hemos discutido sobre liberar a entre ocho y diez rehenes en Gaza, pero sin un compromiso serio de que la guerra termine, no avanzaremos más", declaró bajo anonimato un alto cargo de Hamas. Israel, por su parte, no ha emitido comentarios oficiales sobre estas negociaciones.
Desde la ruptura del último cese al fuego en marzo pasado, que había durado ocho semanas, la situación en el enclave costero se ha recrudecido. Más de 1,600 muertes adicionales han sido registradas, y las fuerzas israelíes han restringido la entrada de ayuda humanitaria como herramienta de presión.
El caso de los paramédicos y la crisis del sistema humanitario
La situación tomó un giro aún más preocupante con la confirmación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) sobre la detención de un paramédico palestino por las fuerzas israelíes durante una operación en el sur de Gaza. Durante ese ataque, 15 primeros auxilios fueron asesinados. Videos posteriores demostraron que las ambulancias estaban marcadas claramente y usaban sirenas. A pesar de ello, Israel justificó inicialmente el fuego, alegando sospechas de transporte de milicianos.
Esta es apenas una de muchas denuncias que empañan la reputación del ejército israelí en esta guerra. Falta de acceso humanitario, destrucción de infraestructura médica e interrupciones a comunicaciones internas son solo algunos ejemplos de una estrategia que va más allá del campo de batalla.
Asedio diplomático: el delicado reinicio entre Líbano y Siria
Mientras tanto, a unos pocos cientos de kilómetros al norte, se desarrolla otro tablero geopolítico: el primer ministro libanés Nawaf Salam lideró una delegación oficial a Damasco para reunirse con el presidente interino Ahmad al-Sharaa, en lo que ha sido la visita diplomática de mayor nivel entre ambos países desde la caída del régimen de Bashar Al-Assad en diciembre de 2024.
El centro de atención: implementar el acuerdo de límites fronterizos firmado el 28 de marzo en Arabia Saudita. Salam expresó que el objetivo es "abrir una nueva página en la historia de relaciones entre ambos países basada en el respeto mutuo y la confianza vecinal".
Los desafíos son múltiples: la frontera entre ambos países, plagada por años de contrabando, tráfico de armas y actividades de Hezbollah, está bajo renovado escrutinio. El acuerdo prevé crear un comité ministerial conjunto que supervise el cierre de pasos ilegales y el endurecimiento de la seguridad en la frontera, especialmente en la región del Valle de la Bekaa y Qusayr.
Los desaparecidos y la sombra del pasado
Otro punto espinoso tratado en la reunión fue la situación de miles de libaneses desaparecidos durante los años de ocupación siria en el país del cedro. Numerosos informes de organizaciones de derechos humanos han documentado la falta de transparencia sobre estos casos. Salam presionó por información y coordinación para que las familias puedan finalmente obtener respuestas.
En reciprocidad, Siria planteó el tema de sus ciudadanos detenidos en Líbano, muchos por entradas ilegales o presunta militancia. Ambas partes reconocen las fallas del sistema judicial y las condiciones en los centros de detención de ambos países, lo que suma otra capa de complejidad.
El Líbano también solicitó la extradición de sirios implicados en crímenes de alto perfil en su territorio, incluyendo los atentados contra las mezquitas Al-Taqwa y Al-Salam en 2013, que dejaron más de 40 muertos, así como el asesinato del presidente Bashir Gemayel. Siria, por su parte, nunca ha reconocido implicación en estos actos.
La cuestión de los refugiados sirios: una bomba social y diplomática
Uno de los temas más sensibles que se tocaron durante la visita fue el de los refugiados sirios. Líbano acoge a unos 1.5 millones de refugiados sirios —de los cuales cerca de 755,000 están registrados oficialmente con ACNUR—, lo que lo convierte en el país con la mayor proporción de refugiados del mundo.
Desde la caída del gobierno de Assad, se han repatriado a Siria unos 400,000 refugiados, la mitad desde Líbano. Sin embargo, muchos aún temen retornar debido a la situación económica desesperada y la posibilidad de persecución. Organismos como Human Rights Watch han advertido que estos retornos pueden ser peligrosos si no están basados en criterios voluntarios y seguros.
Entrelazados: Gaza, Siria y Líbano como reflejo de una crisis regional
Estos tres frentes —la guerra en Gaza, el reacomodo en Líbano y Siria, y la cuestión refugiada— forman parte de un mismo cuadro: el inestabilidad crónica que define a Medio Oriente. Las guerras se ramifican entre fronteras, las alianzas militares determinan rutas políticas, y las víctimas civiles quedan atrapadas entre promesas nunca cumplidas y armas nunca silenciadas.
Como recuerda periodicidad histórica, el conflicto en Gaza, lejos de resolverse en el vacío, vuelve a poner en primer plano las redes de poder regionales. Hezbollah, debilitado, pero aún influyente, podría utilizar esta nueva sintonía entre Damasco y Beirut para encontrar oxígeno organizativo. Israel, al intensificar su ofensiva en Gaza, manda mensajes a todo el levante árabe, especialmente a Irán. Y mientras tanto, Catar, Egipto y Arabia Saudita intentan reequilibrar el eje diplomático.
“La paz no se alcanza con la victoria. Se alcanza con el reconocimiento y la reparación mutua”, decía en los años 90 el presidente libanés Elias Hrawi. Tres décadas después, sus palabras resuenan con más fuerza que nunca en una región donde la historia aún no ha sido cerrada.
¿Hacia dónde va Medio Oriente?
Gaza todavía arde, Líbano reacomoda sus relaciones exteriores, Siria se reconstruye desde una implosión política. En este juego de ajedrez geopolítico, cada movimiento tiene un costo en vidas, territorio y tiempo.
La pregunta no es si habrá paz, sino bajo qué términos, con qué actores y a qué precio. Lo cierto es que la región no se encuentra distante del punto de inflexión. En un contexto donde los caminos del pasado aún se cruzan con futuros inciertos, los próximos meses podrían ser clave para definir una nueva era —o para comprobar, nuevamente, que en Medio Oriente el presente cambia poco y la historia, mucho.