“Sinners”: Ryan Coogler reinventa el horror sureño en una epopeya visual alimentada por blues y raíces familiares
El aclamado director de 'Black Panther' y 'Creed' entrega su primera obra totalmente original: una historia de vampiros, música soul, juke joints y amor fraternal ambientada en el Mississippi de 1932.
Ryan Coogler se atreve a todo con “Sinners”
Ryan Coogler ya era una de las grandes voces del cine contemporáneo. Desde sus inicios en “Fruitvale Station”, donde relató el drama real de Oscar Grant, hasta su paso triunfal por Hollywood con “Creed” y “Black Panther”, el director californiano ha demostrado su capacidad para equilibrar profundidad emocional, narrativa visual innovadora y temáticas resonantes. Pero ahora va un paso más allá: “Sinners”, su nueva película, es completamente suya. Una idea nacida de su imaginación, con un estilo cinematográfico que homenajea —pero también reinventa— múltiples géneros.
Y vaya mezcla: vampiros, blues del Delta, drama de gangsters, romance interracial, terror sobrenatural, acción de época… todo ambientado en un solo día de 1932 en Clarksdale, Mississippi. Y como cereza del pastel: Michael B. Jordan interpretando a gemelos.
Una historia personal… y fantástica
En palabras del propio Coogler: “Quería rendir homenaje a los filmes que me formaron haciendo algo único. Meter toda esa pasión en una historia nueva, pero que también reflejara mis raíces”.
Coogler se inspiró en la historia de su abuelo materno, originario de Mississippi, y en la música blues que su tío James –fallecido mientras filmaba “Creed”– le enseñó desde niño. Fue, según el director, una oportunidad para fusionar cultura familiar, exploración fantástica e historia cinematográfica.
“Sinners” fue filmada usando formato de película grande: IMAX 65mm y Ultra Panavision 70, lo cual le da una textura visual épica, como aquellas películas clásicas donde los detalles del paisaje, el sudor de una pelea y la vibración de un escenario musical importaban por igual.
Mississippi, 1932: entre juke joints, vampiros y esperanza
La película se desarrolla en un solo día. Dos hermanos (ambos interpretados por Michael B. Jordan), Smoke y Stack, vuelven a su estado natal de Mississippi tras servir en la guerra y trabajar con mafiosos de Chicago. Su misión: abrir un juke joint, uno de esos bares emblemáticos donde se tocaba blues, se bailaba, se amaba… y también se resistía contra los poderes opresores.
Pero hay un problema. En la oscuridad de los campos y pantanos, una horda de vampiros se apresta a atacar el pueblo. Así que la apertura del juke joint se convierte en un acto de resistencia cultural, espiritual… y violento.
Doble dosis de Michael B. Jordan
El actor fétiche de Coogler, Michael B. Jordan, interpreta a los gemelos protagonistas, lo que trajo consigo múltiples retos técnicos y actorales. Algunas escenas se filmaron con tecnologías tradicionales, otras recurrieron al “halo rig”, un aparato que permitía insertar digitalmente la cabeza de Jordan sobre el cuerpo de un doble.
Sobre el papel fue una elección ambiciosa; en la pantalla, el resultado es de una fluidez impresionante, incluso en gran formato de celuloide. Smoke es el hermano más reservado, marcado por la pérdida. Stack es encantador, emotivo y más temperamental. Jordan supo marcar la diferencia con gestos, posturas y hasta un timbre de voz levemente distinto.
La actriz Wunmi Mosaku, que interpreta a Annie, el interés amoroso de Smoke, dijo que Jordan se transformaba completamente según el personaje: “Cuando era Smoke, era un hombre tranquilo, introspectivo, con el que fluíamos con naturalidad. Y cuando era Stack, era totalmente diferente. Sabíamos instantáneamente cuál de los dos estaba frente a nosotros”.
Hailee Steinfeld y una confrontación con la identidad
Steinfeld interpreta a Mary, la exnovia de Stack. El personaje es birracial y “pasa” como blanca en la sociedad sureña de los años 30, un dilema que la actriz abrazó de manera muy personal.
“Mi abuelo era mitad negro y mitad filipino. Esta película me acercó a mis raíces de una manera que no esperaba. Me hizo indagar en mi genealogía, en la lucha de identidad. Espero que el público también lo haga al ver la película”, dijo Steinfeld.
Una oda al blues y a sus leyendas
Otro descubrimiento para los espectadores será Miles Caton, un joven de 19 años que interpreta a Sammie, un prodigio del blues que sueña con tocar música en lugar de seguir el camino religioso de su padre.
Caton fue descubierto por H.E.R., quien lo recomendó a Coogler. “Le mandé un video horrible de audición, pero Ryan vio algo en mí”, confesó. El director le envió una lista de reproducción con leyendas del blues: Howlin’ Wolf, Charlie Patton, Buddy Guy… y así nació su personaje.
Reparto diverso y representaciones auténticas
Además de Caton, Jordan, Steinfeld y Mosaku, la película cuenta con un celebrado Delroy Lindo como Delta Slim, un sabio viejo que representa la tradición del blues. También destacan Jayme Lawson como cantante local, Omar Miller como aparcero y Jack O’Connell como —sí— un vampiro irlandés.
Pero quizás lo más revolucionario no esté en los vampiros sino en los detalles: la inclusión de dueños de tiendas asiático-americanos (interpretados por Li Jun Li y Yao), participación históricamente ignorada en la representación del sur estadounidense.
Un homenaje cinematográfico para los amantes del cine
Coogler dispensó influencia de múltiples películas: “El resplandor”, “Get Out”, “Jurassic Park”… todas lo marcaron. “Quería que la audiencia sintiera lo mismo que sentí yo cuando vi esas películas por primera vez. Una mezcla de asombro, susto y admiración”, explicó.
Esta es la primera película completamente escrita, dirigida y producida por él desde cero. Y el nivel de colaboración fue altísimo. Estuvieron involucrados nombres con los que ya había trabajado: Ludwig Göransson (música), Ruth E. Carter (vestuario), Hannah Beachler (diseño de producción) y Autumn Durald Arkapaw (fotografía).
Un “home run” según sus actores
Delroy Lindo lo resumió así: “Cuando Ryan llama para invitarte a jugar, no lo dudas. Es un narrador especial dentro de nuestra cultura... y dentro del cine mundial”.
Omar Miller lo llevó más lejos: “Este proyecto fue su gran swing artístico. Y lo conectó como Shohei Ohtani: jonrón ganador. Lo que vimos en el set no era solo una película; era una carta de amor a todo lo que hace que el cine valga la pena”.
“Sinners” no solo es un evento cinematográfico del año. Es prueba viviente de que el cine original, audaz e íntimamente personal no solo es posible… sino necesario.