Crisis en las prisiones de Nueva York: violencia, encubrimiento y negligencia estatal

El caso de Messiah Nantwi revive denuncias de abuso sistemático por parte de guardias penitenciarios en medio de huelgas y caos institucional

En un momento en que las instituciones penitenciarias de Nueva York enfrentan una presión sin precedentes, el nombre de Messiah Nantwi ha resurgido como símbolo de una crisis más profunda. Su muerte, ocurrida el 1 de marzo de 2024, luego de un presunto brutal ataque por parte de oficiales de corrección en la prisión Mid-State Correctional Facility, ha desencadenado un sismo judicial y político en el estado de Nueva York.

El caso, investigado por el fiscal especial William Fitzpatrick, ha encendido alarmas sobre el comportamiento de los agentes penitenciarios, el nivel de impunidad del que gozan e incluso sobre el impacto que tienen las huelgas ilegales dentro del sistema carcelario sobre los derechos y vidas de las personas privadas de libertad.

Una muerte rodeada de sospechas

Messiah Nantwi, un joven ingresado al sistema penitenciario del estado de Nueva York en mayo de 2023, estaba cumpliendo una condena de cinco años por posesión criminal de un arma de fuego en segundo grado. Su historial delictivo incluía incidentes graves: se le había acusado del asesinato de dos personas en Harlem en abril de 2023 y de un intercambio de disparos con la policía en 2021. Sin embargo, lo que ha causado indignación no es su pasado, sino el contexto de su muerte.

El joven fue trasladado de urgencia desde la prisión Mid-State Correctional Facility, en Utica, hasta un hospital, donde murió. Testimonios recopilados por The New York Times revelan que varios reclusos afirmaron que Nantwi fue golpeado violentamente por varios oficiales de corrección poco antes de su muerte. La oficina de la fiscal general Letitia James ya ha reconocido que existe 'causa probable' para implicar a nueve funcionarios penitenciarios en su muerte. De ellos, tres han sido suspendidos sin goce de sueldo y otros doce separados administrativamente mientras se investiga el caso.

¿Una práctica sistemática de abuso?

Lo más preocupante es que la tragedia de Nantwi no es un caso aislado. Solo unos meses antes, Robert Brooks, otro recluso en la Marcy Correctional Facility ubicada justo frente a la prisión donde murió Nantwi, falleció en circunstancias similares. En su caso, seis guardias fueron acusados de asesinato, tres de homicidio involuntario y otro de manipulación de pruebas. Todos han declarado su inocencia y esperan juicio.

Estas muertes están generando una narrativa de violaciones sistemáticas de derechos humanos dentro de las prisiones estatales. "Esto es un patrón, no una excepción", dijo Jared Trujillo, de la Unión de Libertades Civiles de Nueva York (NYCLU) en declaraciones recientes. Agregó: "Durante años hemos escuchado denuncias de abuso físico, psicológico y amenazas contra los presos. Ahora tenemos muertes".

Según un informe del Departamento de Justicia de EE. UU. sobre Rikers Island, otras cárceles del estado también presentan problemas serios de supervisión, capacitación de personal y atención médica oportuna.

El caos que dejó la huelga de los guardias

Otro factor agravante en la muerte de Nantwi es el contexto en que ocurrió. Había una huelga ilegal de guardias penitenciarios en marcha desde el 17 de febrero. Muchos oficiales se negaban a cumplir turnos bajo protesta por sus condiciones laborales. La gobernadora del estado, Kathy Hochul, tuvo que desplegar tropas de la Guardia Nacional para sostener el funcionamiento de las prisiones estatales.

Durante este período de caos, se reportaron interrupciones generalizadas en servicios de salud, visitas familiares, suministros básicos, y un clima de tensión extrema dentro de las instituciones penitenciarias. Los detenidos hablaron de condiciones de encierro al estilo solitario, suspensión de programas de rehabilitación y cierres parciales de pabellones sin información.

Con el tiempo, se reincorporaron algunos guardias, pero los 2,000 que continuaban en la huelga fueron despedidos por orden ejecutiva de Hochul. “No voy a permitir que nadie ponga en peligro la vida de los neoyorquinos, ni siquiera los que están encarcelados”, dijo la gobernadora en rueda de prensa.

La fiscalía se prepara para presentar cargos

El fiscal especial Fitzpatrick ha prometido acciones legales prontas. Este miércoles, se espera que presente ante un juez la información compilada durante su investigación, en lo que ha llamado un "desarrollo significativo". Si bien no ha ofrecido detalles, se rumorea que podrían presentarse cargos criminales contra los oficiales involucrados.

Esta situación genera comparaciones con otros estados donde las investigaciones han derivado en reformas estructurales. En California, por ejemplo, después de múltiples demandas federales, se logró una intervención judicial que llevó a mejoras sustanciales en prisiones como Pelican Bay. ¿Seguirá Nueva York el mismo camino?

La impunidad de la violencia institucional

Organizaciones como Prison Legal Services of New York y el Prisoners’ Legal Advocacy Network han documentado al menos una docena de muertes sospechosas bajo custodia en el sistema penitenciario estatal solo durante los últimos dos años. Aunque algunas han sido atribuidas a sobredosis o causas naturales, muchas tienen indicios de intervención externa —moretones, heridas, testigos que denuncian violencia.

"En la mayoría de los casos, no se abre una investigación seria a menos que haya presión mediática o política", admite un exfuncionario del sistema carcelario que pidió anonimato. Explica que debido a la cultura de hermetismo y lealtad interna entre los funcionarios, muchos abusos quedan impunes. "Hay un código de silencio. Si un oficial declara contra otro, se convierte en paria, incluso en peligro".

¿Qué pasa con las víctimas?

La familia de Messiah Nantwi ha exigido justicia. A través de su abogada, ha indicado que demandarán al estado de Nueva York por negligencia criminal y homicidio culposo. También han instado al Congreso estatal a abrir una comisión investigadora independiente sobre todos los casos de muertes de reclusos bajo custodia en los últimos cinco años.

"No podemos permitir que el sistema use su pasado para justificar su asesinato", declaró su madre en una entrevista. "Messiah tenía problemas, pero era un ser humano. Y el Estado tenía la obligación de protegerlo, no de matarlo".

Reacciones desde el activismo y el gobierno

Desde el Senado estatal, la representante Julia Salazar –conocida por sus posturas progresistas– ha pedido una intervención federal en el sistema carcelario de Nueva York. El congresista Jamaal Bowman también se ha referido al caso como “parte de una crisis carcelaria nacional”. Mientras tanto, la oficina de la fiscal general Letitia James ha prometido “seguridad y justicia igualitaria” dentro de las instituciones correccionales.

Sin embargo, las reformas estructurales aún parecen lejanas. En un entorno polarizado, con una opinión pública dividida entre las preocupaciones por la seguridad y los derechos humanos, las prisiones siguen siendo uno de los espacios más opacos del aparato estatal.

Un llamado a la transparencia y la reforma

Este caso emblemático apunta al corazón de un sistema fallido, donde la violencia institucional no solo ocurre, sino que se encubre. Si el caso de Nantwi termina desencadenando acusaciones penales contundentes, podría sentar un precedente fundamental para futuras investigaciones.

Pero si no, añadirá su nombre a una lista creciente de vidas interrumpidas por la brutalidad detrás de los muros de concreto. Si el Estado no responde eficientemente, la historia de las prisiones en Nueva York será también la historia de una justicia que, irónicamente, no supo imponerse dentro de sus propias cárceles.

Fuente: The New York Times

Este artículo fue redactado con información de Associated Press