Mozambique en crisis: una mirada crítica a la represión tras elecciones polémicas
Más de 300 muertos y miles de heridos en una ola de violencia estatal que sacude los cimientos democráticos del país
Mozambique ha entrado en una espiral de crisis política y social tras las elecciones del 9 de octubre de 2023. Lo que comenzó como una serie de protestas pacíficas denunciando presunto fraude electoral, ha terminado en una sangrienta represión por parte de las fuerzas de seguridad estatales, dejando más de 300 muertos, según un reciente informe de Amnistía Internacional.
Una elección bajo sospecha
Daniel Chapo fue declarado vencedor en las elecciones presidenciales y parlamentarias, representando al partido oficialista Frelimo, en el poder desde la independencia del país en 1975. Sin embargo, las acusaciones de manipulación electoral no tardaron en emerger. Observadores locales e internacionales, incluyendo una misión de la Unión Europea, denunciaron irregularidades sustanciales como la invalidación deliberada de votos opositores y el relleno de urnas.
Las denuncias se multiplicaron y los ciudadanos, indignados, salieron a las calles. Las protestas no eran solo contra la figura de Chapo, sino en respaldo a Venâncio Mondlane, candidato independiente apoyado por el partido opositor Podemos, quien emergió como símbolo de resistencia y esperanza frente a décadas de autoritarismo encubierto.
El asesinato que incendió las calles
El 18 de octubre, apenas una semana después de las elecciones, la tensión alcanzó un punto de ebullición con el asesinato del abogado de Mondlane y un dirigente de Podemos en Maputo. Ambos fueron acribillados dentro de su coche. Un total de 25 balas disparadas generaron una oleada de conmoción en el país.
Mondlane, que calificó el ataque de “asesinato político”, convocó a 25 días de protestas, uno por cada bala. Poco después, temiendo por su seguridad, abandonó el país por dos meses, regresando en enero.
La brutal represión del Estado
Según el informe de Amnistía Internacional, la represión se extendió desde el 21 de octubre hasta el 25 de enero. Las fuerzas policiales y militares emplearon armas de fuego reales, balas de goma y gases lacrimógenos contra manifestantes y transeúntes. La organización civil mozambiqueña Plataforma DECIDE documentó al menos 315 muertes y más de 4,000 detenciones —la mayoría arbitrarias, incluyendo adolescentes.
Amnistía denunció que el uso excesivo e injustificado de la fuerza fue sistemático. La represión no distinguía entre manifestantes y civiles ajenos a las protestas.
Violaciones a la libertad de expresión y prensa
El informe también recopila pruebas de que —en los momentos más intensos de las manifestaciones— los proveedores de internet en Mozambique restringieron el acceso a redes sociales como Facebook, Instagram y WhatsApp.
Este intento de bloqueo digital dejó a los ciudadanos sin herramientas para documentar abusos, organizarse o informarse, horadando aún más el debilitado sistema democrático del país.
Un legado de autoritarismo bajo Frelimo
Desde su independencia de Portugal en 1975, Mozambique ha sido gobernado por el partido Frelimo. Su historial incluye múltiples acusaciones de manipulación electoral y clientelismo político. Incluso el sistema electoral está bajo sospecha, ya que muchos de los responsables de contar votos e informar resultados son afines al partido oficialista.
La historia política de Mozambique, marcada por una guerra civil de 15 años entre Frelimo y el grupo rebelde Renamo (hoy partido político), ha generado una tensión que aún pervive. Mondlane, que anteriormente perteneció a Renamo, representa un desafío inédito al hegemonismo del régimen.
Una protesta social sin precedentes
Las movilizaciones que sacudieron Mozambique a finales de 2023 fueron las más masivas desde el fin de la guerra civil. Miles de ciudadanos salieron espontáneamente en todo el país, no solo exigiendo transparencia electoral, sino denunciando décadas de corrupción, pobreza estructural y represión.
“Por primera vez en muchos años, el pueblo mozambiqueño mostró que no tenía miedo”, afirmó un líder comunitario citado en el informe. A pesar de la represión, el mensaje fue claro: el hartazgo ciudadano ha alcanzado un punto de no retorno.
Asesinatos selectivos y violencia continua
Aunque las protestas han disminuido desde enero, los ataques políticos persisten. El 20 de abril de 2024, uno de los principales organizadores de campaña de Mondlane, Joel Amaral, fue tiroteado en la ciudad de Quelimane. Recibió tres disparos, uno de ellos en la cabeza. Actualmente se encuentra en terapia intensiva.
Este ataque es tan solo el último de varios atentados contra miembros de la oposición. Ninguno ha sido resuelto judicialmente, y el gobierno guarda silencio mientras la sociedad civil exige rendición de cuentas.
Denuncias por detenciones arbitrarias, torturas y abusos
Naciones Unidas y varias ONG locales han expresado profunda preocupación ante el encarcelamiento masivo e indiscriminado de manifestantes. Muchos informes hablan de torturas durante el encarcelamiento, incluyendo palizas, privación de sueño y amenazas de muerte.
Amnistía destaca casos de adolescentes detenidos sin cargos y en condiciones inhumanas. “Es una criminalización de la disidencia”, dijo uno de sus investigadores.
Un incierto camino hacia la justicia
En marzo de 2024, el presidente Daniel Chapo y Venâncio Mondlane sostuvieron una reunión que intentó mediar en la crisis. Chapo prometió investigar las muertes durante las protestas, pero hasta la fecha no se han abierto procesos judiciales contra miembros del ejército o la policía.
Las organizaciones civiles exigen una comisión independiente con supervisión internacional para llevar a cabo las investigaciones. Chapo insiste en que las instituciones mozambiqueñas pueden llevarlas adelante de manera autónoma, pero la falta de confianza generalizada en las instituciones judiciales hace esta promesa difícil de creer.
Una democracia en juego
El caso de Mozambique expone la fragilidad de las democracias africanas y cómo las estructuras de poder históricas pueden continuar reproduciendo modelos autoritarios. La represión de la protesta social, los asesinatos en la impunidad y el silenciamiento digital forman parte de un patrón alarmante que no debe normalizarse.
“Sin justicia no habrá paz”, declaró Mondlane en uno de sus discursos tras regresar del exilio temporal.
Mientras la comunidad internacional se enfoca en otras crisis, Mozambique arde lentamente. Las víctimas merecen más que promesas vacías; merecen justicia.