Yemen en Llamas: Un Análisis Contundente de la Escalada Bélica de EE. UU.
Los recientes bombardeos sobre Sanaa y otros territorios yemeníes desatan una nueva fase del conflicto entre EE. UU., Irán y los hutíes, con consecuencias humanitarias y políticas de largo alcance
El recrudecimiento de una guerra prolongada
La madrugada del lunes dejó nuevamente a Yemen envuelto en humo y desesperación. Doce personas fallecieron y treinta resultaron heridas a consecuencia de ataques aéreos estadounidenses contra Saná, especialmente en el distrito de Shuub, según afirmaron fuentes hutíes. El blanco fue un mercado en el vecindario de Farwa, un lugar que ya había sido atacado previamente por fuerzas estadounidenses.
Este bombardeo forma parte de una campaña militar intensificada por parte de EE. UU., llevada a cabo bajo el gobierno del expresidente Donald Trump, tras el relanzamiento de atentados contra barcos en el Mar Rojo e Israel por parte del grupo hutí, alineado con Irán. Las consecuencias de esta ofensiva no solo amenazan con profundizar el sufrimiento humanitario en Yemen, sino que colocan a Washington en una situación diplomática y legal complicada a nivel internacional.
¿Por qué Yemen? El contexto estratégico
Desde hace años, la guerra en Yemen ha sido el escenario de un conflicto multifacético que involucra elementos regionales, ideológicos y geopolíticos. Los hutíes, un grupo rebelde chií apoyado por Irán, han controlado buena parte del país, incluida la capital, desde 2014.
Estados Unidos se ha involucrado principalmente por dos razones:
- Los ataques hutíes a buques comerciales en el Mar Rojo, una ruta que mueve aproximadamente $1 billón en mercancías anualmente.
- El respaldo directo o indirecto de Irán a los hutíes, lo cual convierte a Yemen en un punto focal del “Eje de Resistencia” promovido por Teherán contra aliados de EE. UU. e Israel.
Según cifras del U.S. Defense Intelligence Agency, entre noviembre de 2023 y enero de 2024, los hutíes ejecutaron más de 100 ataques contra navíos comerciales, hundiendo al menos dos embarcaciones y causando la muerte de cuatro marineros. También realizaron intentos, hasta ahora fallidos, de atacar buques de guerra de EE. UU.
El fuego sobre Ras Isa: una tragedia anticipada
Los ataques recientes no han sido aislados. El bombardeo sobre el puerto petrolero de Ras Isa la semana anterior dejó un saldo de al menos 74 muertos y 171 heridos, en uno de los peores ataques del año. Las autoridades hutíes denunciaron los hechos como parte de una “agresión criminal dirigida a la infraestructura civil”.
La urgencia por contener a los hutíes, según la administración Trump, se ha intensificado luego de sus amenazas de reanudar ataques contra barcos israelíes por el bloqueo de ayuda a Gaza.
Sin embargo, este argumento se ha mostrado conflictivo: los daños colaterales son masivos y, en muchos casos, incluyen civiles. Aún más preocupante es que, pese a la existencia de bombardeos constantes, el Comando Central del Ejército de EE. UU. no ha publicado partes oficiales sobre objetivos, modos de ejecución ni víctimas civiles, un vacío informativo que preocupa tanto a diplomáticos como a organizaciones humanitarias.
Los civiles: carne de cañón del ajedrez geopolítico
Los testimonios de residentes en Saná hablaban de calles recibidas a sangre y fuego, niños gritando entre los escombros y cuerpos retirados de los mercados en carretillas. Según Human Rights Watch y Amnistía Internacional, los ataques aéreos recientes han tocado zonas claramente civiles y podrían constituir violaciones del derecho internacional humanitario.
“La impunidad con la que operan potencias extranjeras en suelo yemení es alarmante. Se está institucionalizando la idea de que la guerra es aceptable si se produce desde el aire y se enfoca en ‘enemigos designados’”, declaró Sarah Leah Whitson, experta en Oriente Medio.
Mientras tanto, las naciones occidentales apenas han reaccionado, más allá de declaraciones diplomáticas vagas, enfocadas en el “derecho a defenderse”.
Filtraciones, polémicas y escándalos en Washington
En plena escalada bélica, reaparecen las vulnerabilidades de seguridad dentro del gobierno estadounidense. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, se encuentra bajo escrutinio tras revelarse que compartió detalles de operaciones militares —incluidos horarios de despegue y tipos de armamento— por la app de mensajería Signal, no autorizada para tratar información sensible.
Uno de los chats incluía no sólo a funcionarios de alto nivel, sino también a su esposa, una exproductora de Fox News, y su hermano Phil, asesor en el Pentágono. Según The New York Times, el grupo de mensajería fue apodado “Defense Team Huddle”.
Por otro lado, un ex vocero del Pentágono y tres funcionarios directamente vinculados a Hegseth fueron despedidos o forzados a renunciar. El Departamento de Defensa ha iniciado una investigación formal que podría tener repercusiones legales.
El senador demócrata Chuck Schumer fue tajante: “Los detalles siguen saliendo a la luz. Sabemos que Hegseth puso vidas en riesgo. Trump sigue siendo demasiado débil para despedirlo.”
La silente catástrofe humanitaria en Yemen
Lejos de los titulares de Washington, Yemen sigue derrumbándose. La ONU estima que más del 80% de la población (23.4 millones de personas) necesita ayuda humanitaria, de las cuales casi 16 millones están en riesgo de hambruna severa.
El Programa Mundial de Alimentos (WFP) anunció recientemente la suspensión de envíos de comida a áreas controladas por los hutíes, luego de que estos confiscaran un depósito clave. La decisión complica aún más la situación en regiones donde ya se acumulaban meses sin suministros básicos.
“Esto no es solo una guerra contra los hutíes, es una guerra contra los más pobres del planeta”, advirtió David Beasley, exdirector del WFP.
Roma como punto de encuentro, ¿habrá negociaciones efectivas?
Mientras las bombas caen sobre Yemen, diplomáticos estadounidenses e iraníes se reunieron en Roma para discutir el programa nuclear iraní y su relación con los grupos armados aliados de Teherán. Aunque sin acuerdo oficial tras los primeros encuentros, se ha especulado que uno de los temas centrales fue la necesidad de desescalar en Yemen.
La falta de transparencia sobre el contenido de estas negociaciones, sin embargo, sugiere que la diplomacia sigue siendo opaca y subordinada a los cálculos militares.
La línea roja: ¿Hasta cuándo tolerará el mundo estas operaciones?
La ofensiva militar estadounidense en Yemen trasciende el plano regional. Revela una tendencia preocupante a justificar decisiones bélicas sin respaldo legal claro, ni control parlamentario ni transparencia ante los ciudadanos. Todo esto agrava el sufrimiento humanitario en uno de los países más pobres del mundo y deteriora la imagen de EE. UU. como defensor del orden internacional basado en leyes.
A medida que continúa esta guerra, la pregunta clave es: ¿hasta qué punto son tolerables las bajas civiles en nombre de la seguridad nacional?
Más que un problema estratégico, lo que se juega en Yemen es también una batalla moral.