¿Por qué las salas de consumo de cannabis están fracasando en Las Vegas?

Entre regulaciones estrictas, desinterés del consumidor y crisis económica: el difícil arranque de un modelo prometedor

Las Vegas parecía destinada a convertirse en el epicentro del turismo cannábico en Estados Unidos. Con la legalización del uso recreativo de la marihuana en Nevada en 2016 y la aprobación en 2021 de las salas de consumo —espacios físicos regulados donde se puede consumir marihuana legalmente—, las expectativas eran altas. Sin embargo, el experimento *verde* está estancado. En 2025, solo una sala de consumo con licencia estatal sigue operativa en todo el estado: Dazed!, ubicada en el complejo de dispensarios Planet 13.

Un sueño 'high' que no despega

La idea de las salas de consumo surgió como un complemento natural a la venta legal de cannabis. Tal como los bares ofrecen una atmósfera donde disfrutar de bebidas alcohólicas, estas salas buscaban crear espacios seguros, turísticos y socialmente aceptables para que los consumidores pudieran disfrutar cannabis. Pero cuatro años después de la legislación AB341 —que las autorizó oficialmente—, el negocio no logra despegar.

De las 106 tiendas de cannabis minoristas reportadas por el Cannabis Compliance Board (CCB) para el año fiscal 2024, solo dos llegaron a abrir sus salas de consumo. Hoy solo queda *Dazed!*; su competencia, Smoke and Mirrors, cerró en abril de 2024 luego de apenas dos meses de operación.

Las razones del fracaso

Existen diversos factores que explican el fracaso de estas salas:

  • Regulación rígida: Los operadores deben cumplir con estrictas condiciones de licencias, financiamiento y ubicación.
  • Costos elevados: La ley exige que los promotores de lounges tengan liquidez operacional de al menos $200,000 dólares.
  • Baja demanda: La mayoría de locales solo atraen a consumidores habituales, dejando fuera al público general o turista.
  • Limitaciones para operar: No se permite llevarse el cannabis no consumido, lo cual empuja a la sobreconsumo o desperdicio.
  • Prohibiciones federales: Dificultan la inclusión de estas salas en espacios hoteleros o de casinos, pilares económicos de Nevada.

Un modelo que necesita evolucionar

Empresarios y expertos coinciden: el modelo actual necesita ajustarse a las realidades del consumo moderno. Christopher LaPorte, socio de RESET Hospitality, afirma que las salas deben ser más que lugares para «sentarse a fumar weed». Sugiere un enfoque donde el cannabis sea un complemento a experiencias gastronómicas, artísticas o de entretenimiento, buscando atraer a un público más amplio.

Ejemplos exitosos en California respaldan esta visión. El local PleasureMed en West Hollywood integra restaurante, salón vip y dispensario. Además, locales como Sessions By the Bay, en San Diego, posicionan el cannabis como parte de una experiencia integral.

«La mayoría de salas que han permanecido abiertas tienen algo más que cannabis: buen ambiente, música, arte, comida. No puedes sobrevivir si sólo eres un espacio para fumar porros», explica Robin Goldstein, economista de la Universidad de California, Davis.

¿Y las licencias de equidad social?

Las salas también fueron imaginadas como una vía de entrada para titulares de licencias de equidad social. Estas fueron reservadas para personas –o sus familiares– que fueron condenadas por delitos relacionados con marihuana antes de su legalización, así como para aquellos que residen en zonas de altos índices de pobreza y criminalización.

Pero ese objetivo también ha tropezado. A día de hoy, ningún solicitante de licencia de equidad social ha logrado abrir un lounge. De las diez licencias inicialmente asignadas, muchas han sido descalificadas por tecnicismos regulatorios como el requisito de residencia.

Scot Rutledge, también socio de RESET y consultor del difunto Smoke and Mirrors, señala que las trabas para estos emprendedores van mucho más allá: «Los aplicantes de equidad social enfrentan los mismos desafíos que cualquier otro —financiamiento, falta de demanda—, pero sin redes, sin capital y sin experiencia empresarial previa».

El ejemplo de los Paiutes: autonomía tribal y visión empresarial

Mientras los emprendimientos licenciados siguen cerrando, un modelo alternativo opera con éxito: el de la tribu Paiute de Las Vegas. Ellos gestionan el NuWu Cannabis Marketplace y su salón adjunto Sky High Lounge. Al operar en tierra tribal, están exentos de control estatal, lo que les permite ofrecer alternativas más atractivas: sí se puede llevar lo no consumido, opción ampliamente valorada por los clientes.

Nuwu funcionó inicialmente como una sala de degustación y ahora opera como centro recreativo con zonas interiores y exteriores. Según David Colvin, abogado general de la tribu, sus ingresos fiscales se destinan directamente a servicios sociales comunitarios. “Podríamos vender más barato y dominar el mercado, pero no queremos eso. Queremos ser buenos vecinos”, dijo en un seminario del Instituto de Políticas de Cannabis de la UNLV.

Las dificultades regulatorias

Bajo la ley estatal actual, solo pueden servirse dos tipos de productos: porros y vaporizadores, o cócteles sin alcohol infusionados con aceite de cannabis (máximo 5 mg por bebida). Comidas firmemente prohibidas. Además, cualquier cannabis comprado debe consumirse dentro de la sala, lo cual limita la experiencia y desincentiva el consumo responsable.

Robin Goldstein lo resumió de forma categórica: «El hecho de que tengas que consumir todo lo adquirido antes de irte no solo es ilógico, sino un peligro para la salud pública».

¿Una oportunidad perdida?

El fracaso de las salas de consumo no solo representa una pérdida para los negocios y el turismo, también para la reinvención del modelo cannábico legal. Según el Instituto de Políticas de Cannabis de la UNLV, podrían pasar hasta diez años para que los lounges se conviertan en negocios rentables, al menos si no hay ajustes legislativos importantes.

Mientras tanto, legisladores como Max Carter (D-Las Vegas) han propuesto proyectos como el AB203, que pretende facilitar el acceso financiero a las licencias de equidad social, eliminando algunos requisitos de liquidez. Sin embargo, varias de estas propuestas han sido modificadas o recortadas durante su paso legislativo.

Planet 13: la última esperanza estatal

En el dominante complejo Planet 13, único lounge en operación, hay intentos por revitalizar el interés: desde promociones en redes sociales hasta eventos con celebridades como Mike Tyson y Wiz Khalifa. También están buscando asociarse con restaurantes para atraer clientes más allá del mercado cannábico tradicional.

“Queremos ofrecer una experiencia integral: arte, comida, buena música y, sí, cannabis. Esa es la fórmula con la que creemos que este modelo puede llegar a sobrevivir”, afirma Lowell Brown, vicepresidente de operaciones del local.

En conclusión: Las salas de consumo de cannabis en Las Vegas necesitan repensar su enfoque. No basta con legalizar un mercado si las normativas, la cultura empresarial y el interés del consumidor van por caminos distintos. Si Nevada logra reconectar estos elementos —como lo hizo la industria de los casinos hace décadas— aún podría convertirse en la capital mundial del turismo cannábico. Pero el reloj corre.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press