La paradoja de la democracia en la capital de Estados Unidos

Washington D.C., al borde del colapso fiscal y político en medio de tensiones federales, recortes presupuestarios y luchas por la autonomía local

Una ciudad en jaque por sus propias reglas

Washington D.C., la ciudad símbolo de la democracia estadounidense, se encuentra atrapada en una encrucijada política y financiera que pone a prueba los límites de su autonomía. Aunque la capital tiene alcaldesa, concejo y sus propios comisionados vecinales, sigue estando, según la Constitución, bajo el control del Congreso. Y ese control ha sido una vez más fuente de crisis en 2025, dejando un agujero presupuestario de $1.100 millones que amenaza con paralizar los servicios públicos.

Un boquete de $1.100 millones y una capital sin soberanía

La situación actual se desató cuando la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, eliminó una disposición presupuestaria poco conocida durante las sesiones de primavera. La solución para este problema parecía sencilla: el Senado, con apoyo del expresidente Trump, ya había aprobado una enmienda correctiva. Pero la Cámara se fue de receso sin votar esta solución, lo que dejó al Distrito sin una parte vital de su presupuesto para el año fiscal 2025.

La alcaldesa Muriel Bowser ha hecho repetidos llamados a la calma, pero también ha reconocido la gravedad de la situación. Se ha visto obligada a decretar una congelación del gasto que incluye la suspensión de contrataciones, ascensos y horas extra, incluyendo al crucial Departamento de Policía Metropolitana, que opera dependientemente del tiempo extra.

La alcaldesa entre dos fuegos

Bowser, demócrata con un historial complicado con la anterior administración de Trump, ha intentado posicionarse como una figura conciliadora. Desmanteló campamentos de personas sin hogar tras quejas de la Casa Blanca y desmontó la famosa Black Lives Matter Plaza bajo presión congresional, decisiones que causaron divisiones dentro de su base electoral.

En declaraciones recientes, ha remarcado su enfoque estratégico. “Quieren que seamos inteligentes, estratégicos y que lleguemos al otro lado, ese es mi trabajo”, aseguró. La tarea no es sencilla cuando se avecinan eventos internacionales como el Mundial de Clubes FIFA, el World Pride y la tradicional celebración del 4 de julio. ¿Cómo se gestionarán estos eventos sin fondos para horas extra ni recursos humanos suficientes?

¿La democracia sale cara?

El caso de D.C. es único en el panorama urbano estadounidense. A diferencia de otras ciudades, toda ley o decisión presupuestaria debe ser aprobada por el Congreso. Según Cliff Albright de Black Voters Matter: “La gente dice que ser alcalde de Nueva York es el trabajo más difícil. Yo digo, para nada. El más difícil es ser alcalde de D.C.”

La capital vive una paradoja democrática: ser el centro de la democracia global sin ser completamente libre para autogestionarse. Muchos de sus habitantes exigen ahora lo que consideran una solución definitiva: la estadidad.

Viejos fantasmas: El fantasma de un nuevo Trumpismo

En un giro preocupante, esta crisis presupuestaria coincide con el regreso de Trump al poder. Esto ha obligado a Bowser a actuar con cautela, colaborando en algunas ocasiones para evitar perder aún más capacidad de gobierno local. La alcaldesa ha reconocido que sus recientes movimientos pueden ser impopulares, pero ha insistido en que son necesarios para “proteger lo poco que nos queda de autonomía”.

Incluso figuras críticas como Phil Mendelson, presidente del Consejo Metropolitano, han expresado comprensión: “La alcaldesa trata de minimizar el conflicto con la administración, y desafortunadamente hay necesidad de eso”.

¿Dónde está el poder de decisión real?

La interrogante que resuena en las calles de la capital no es solo presupuestaria, sino casi existencial: ¿cuál es la verdadera capacidad de decisión de D.C. sobre su futuro? La situación ha reavivado el debate sobre la condición jurídica del distrito. Hoy, D.C. tiene más habitantes que estados como Wyoming o Vermont, y sin embargo, no cuenta con representación plena en el Congreso.

En palabras de Anne Stauffer, vicepresidenta de la Liga de Mujeres Votantes del Distrito: “Tenemos mucha empatía por todas las decisiones difíciles que deben tomar nuestros líderes electos bajo este sistema antidemocrático. La única solución real es convertirnos en estado.”

La otra cara: Activismo y resistencia

Pero no todos coinciden. Activistas como NeeNee Taylor, cofundadora del colectivo Harriet’s Wildest Dreams, creen que el enfoque en la estadidad ha descuidado las formas inmediatas de resistencia a la injerencia federal. “La alcaldesa se está rindiendo demasiado rápido. Ahora mismo tenemos que detener el despojo de poder, ese debería ser el mensaje y no solo repetir el eslogan de 'estadidad'”, afirmó.

Mohsen Mahdawi y la libertad de expresión en EE.UU.

Este debate sobre el poder y la autonomía de D.C. se entrelaza con otro caso que ha sacudido los cimientos democráticos de EE.UU.: el del estudiante palestino Mohsen Mahdawi. Activista por la paz y graduando de la Universidad de Columbia, Mahdawi fue arrestado en Vermont mientras tramitaba su ciudadanía, sin que las autoridades expliquen claramente el motivo de su detención.

Mahdawi lideró protestas en contra de la guerra en Gaza. Pero fue calificado recientemente como un posible riesgo para la seguridad nacional. La acusación se basa en una ley poco utilizada que permite deportar a personas cuyos actos pueden “afectar negativamente la política exterior” de EE.UU. El senador demócrata Peter Welch lo visitó en prisión y compartió un video donde Mahdawi, manteniéndose positivo, reafirma su fe en la democracia estadounidense.

“Estudiando para mi ciudadanía, aprendí que la libertad de expresión, de religión y de reunión está garantizada en Estados Unidos. Por eso quería ser ciudadano”, dijo Mahdawi. También aseguró que su activismo busca la paz, no la confrontación, y expresó empatía tanto por palestinos como por israelíes.

Una capital sin voz plena

El destino de Mahdawi resuena como símbolo dentro del clima en Washington: ciudadanos que creen y luchan por ideales que, en la práctica, parecen no aplicarse plenamente.

Mientras se discute su posible deportación, su caso lanza una dura pregunta al espejo democrático estadounidense: ¿es realmente libre una capital que no puede decidir sobre su propio presupuesto, ni proteger a residentes que se expresan pacíficamente?

La lucha de Washington por salvar su presupuesto, mantener sus servicios y decidir su destino sin tutela externa es más que una crisis política. Es un reflejo profundo de la deuda pendiente de Estados Unidos con su propia democracia. Las próximas semanas serán decisivas, no solo para el futuro fiscal de D.C., sino para el modelo de gobierno que EE.UU. quiere mostrar al mundo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press