Donald Trump y el Juego del Poder Mediático: Entre Entrevistas, Ego y Estrategia Política
Cómo el expresidente manipula el acceso a la prensa para beneficiar su imagen, y qué dice eso sobre la democracia en EE.UU.
Un reencuentro inesperado en la Casa Blanca
Donald Trump es un personaje que ha redefinido la relación entre el poder presidencial y la prensa en Estados Unidos. Su reciente entrevista con The Atlantic es una muestra clara de cómo su estrategia mediática va más allá de simples declaraciones: cada palabra, cada invitación, cada insulto son parte de una estrategia mayor para controlar la narrativa y reafirmar su figura ante sus seguidores. Lo que comenzó como un intercambio improbable entre enemigos declarados, terminó siendo una sesión que obligó a rehacer portadas e interrumpir la imprenta.
El teatro de lo inesperado: entrevistas canceladas, insultos y una llamada a medianoche
Los periodistas Ashley Parker y Michael Scherer intentaban desde hace semanas conseguir una entrevista con Trump para discutir su insólito regreso político. La respuesta pública del expresidente no tardó:
“Radical Left Lunatic incapable of a fair interview” – Donald Trump, sobre Parker.
Pero la historia dio un giro cuando, pese al rechazo inicial, Scherer llamó directamente al celular de Trump en un sábado por la mañana. Para sorpresa de muchos, Trump atendió y, a pesar del tono agresivo, accedió a hablar. El resultado: una entrevista espontánea.
Días después, hubo otra maniobra que parecería sacada de una novela política: el teléfono de Scherer recibió una llamada de madrugada proveniente del número de Trump, sin dejar mensaje. “Probablemente un 'butt dial'”, interpretaron los periodistas.
El regreso del villano favorito de los medios liberales
¿Por qué accedió entonces Trump a una entrevista formal con The Atlantic, incluyendo incluso a su editor Jeffrey Goldberg, a quien semanas antes había tildado de “sleazeball”? La respuesta se encuentra en su propia publicación en Truth Social:
“Lo hago por curiosidad, y como una competencia conmigo mismo… ¿Pueden escribir algo justo sobre TRUMP? ¡Gané!” – Donald Trump.
Todo en Trump se reduce a una transacción. En este caso, la entrevista representaba una posible victoria en el tablero del estatus mediático. Durante la era Trump, el concepto de objetividad periodística se ha visto testado como nunca antes. No es casual que Goldberg, considerado por Trump como un enemigo ideológico, fuera recibido con una sonrisa en la Oficina Oval. Para Trump, la lógica binaria de amigos vs. enemigos no impide las alianzas tácticas momentáneas.
Una estrategia más allá del caos
Desde el punto de vista político, la decisión de conceder una entrevista justo después de que The Atlantic publicara una filtración de un chat de Signal sobre un potencial conflicto militar en Medio Oriente tiene lecturas múltiples. ¿Intento de control de daños? ¿Reafirmación de liderazgo? ¿Una provocación más a una prensa que, según él, “nunca ha sido justa”?
La portavoz Karoline Leavitt lo resumió con frialdad diplomática:
“El presidente cree en la diplomacia directa, ya sea con adversarios como Corea del Norte o con activistas de izquierda como Jeffrey Goldberg.”
Una frase que deja ver la forma en que la presidencia de Trump ha difuminado los límites entre conflicto internacional, crítica doméstica y relaciones públicas.
¿Una democracia basada en la performance?
El resurgimiento político de Trump y su renovada presencia en la Casa Blanca plantean una pregunta incómoda: ¿estamos ante una evolución de la presidencia hacia una forma de espectáculo político? En palabras del mismo Goldberg, quien dio la entrevista con cierto escepticismo:
“Él no lo ve como algo incómodo. Para Trump, todo es un show. Es solo otra actuación.”
En este terreno, los medios, incluso aquellos más críticos, terminan siendo parte del escenario. Trump entiende el valor de una portada, de una entrevista, del “momento viral”. No es que ignore la crítica periodística. La incorpora, la desmonta, la pervierte y, en muchos casos, la transforma en munición política. Su relación con la prensa está lejos de ser espontánea; está calculada al detalle.
Historia de una relación tensa
Desde que comenzó su primera campaña presidencial en 2015, Trump ha mantenido una actitud hostil hacia los medios. Según un análisis del Committee to Protect Journalists, durante su primer mandato mencionó a los medios como “enemigos del pueblo” en al menos 48 ocasiones públicas. Además:
- La Casa Blanca de Trump despidió a varios corresponsales acreditados.
- Retuiteó múltiples teorías conspirativas sobre organizaciones como CNN o NBC.
- Acusó a medios como The New York Times de “traición” por coberturas desfavorables.
Su regreso parece haber retomado ese mismo manual: ya ha intervenido en investigaciones de la FCC a medios como CBS y ABC News, y mantiene batallas legales con agencias por el acceso a eventos oficiales.
¿Y ahora qué?
El caso de esta entrevista revela que, lejos de evolucionar hacia un talante más institucional, Trump sigue abrazando el caos controlado como forma de gobernar. Y los medios, por muchos esfuerzos que hagan por mantenerse firmes, difícilmente pueden resistirse al magnetismo del personaje.
Michael Scherer lo resume de forma lapidaria:
“Todo en Trump es transacción. ¿Qué quiere lograr? ¿Puede sacarle provecho? Es una ventana al hecho esencial: para él, todo es una negociación.”
Esta estrategia puede resultar rentable a corto plazo, especialmente de cara a unas próximas elecciones. Pero nos deja también una advertencia sobre el futuro de la democracia y el papel de la prensa: cuando el acceso a la información depende del estado de ánimo o los cálculos personales de un líder, lo que peligra no es solo la transparencia, sino la salud de todo el sistema republicano.
Lo que nos enseña esta historia sobre el poder y la prensa
En tiempos donde cada declaración es un tuit y cada gesto presidencial puede convertirse en un meme viral, el equilibrio entre poder y medios es más frágil que nunca. La historia de cómo una entrevista casi inexistente terminó en la portada de una de las revistas más influyentes del país dice mucho sobre cómo se gobierna hoy desde el espectáculo. Y sobre cómo, quizá, la estrategia de Trump no nos habla solo de él, sino también de nosotros: de lo que consumimos, compartimos y, en el fondo, toleramos.
Fuente: The Atlantic, Truth Social, Comité de Protección a Periodistas, The New York Times