Economía en Juego: ¿Un Plan Coherente o Una Apuesta Arriesgada de Trump?

A cien días de su regreso, los indicadores económicos desafían la narrativa de un renacimiento económico impulsado por aranceles

Por Redacción

Una economía en retroceso, ¿culpa de quién?

En un giro inesperado para una administración que prometía un "boom económico sin precedentes", la economía de Estados Unidos ha mostrado señales alarmantes en los primeros cien días del segundo mandato de Donald Trump. El producto interno bruto (PIB) cayó un 0,3% en el primer trimestre del año, un dato que no se registraba desde hace tres años. Este retroceso contrasta con los optimistas pronósticos de la Casa Blanca y genera preguntas sobre la sustentabilidad de las actuales políticas económicas.

Trump, fiel a su estilo, reaccionó culpando a su predecesor, Joe Biden, por las turbulencias en los mercados financieros. "Este es el mercado de Biden, no el de Trump", escribió en su red social personalizada. No obstante, muchos economistas y analistas no parecen compartir esa evaluación. El informe de la Oficina de Análisis Económico detalló que el descenso del PIB se debió principalmente a un aumento masivo de importaciones motivado por la anticipación de aranceles. Las empresas buscaban adelantarse a posibles alzas de precios ocasionadas por nuevas tarifas impuestas por Trump.

El rompecabezas de los aranceles: ¿cura o castigo?

Desde su regreso a la presidencia, Trump reactivó su conocida política comercial proteccionista. Impuso nuevas tarifas de hasta un 145% sobre productos chinos e implementó gravámenes adicionales a importaciones provenientes de la Unión Europea, México, Canadá, Japón, Corea del Sur e India. En el discurso oficial, estas medidas están diseñadas para presionar mejores acuerdos comerciales y estimular la producción nacional.

Sin embargo, la respuesta del mercado ha sido volátil. El aumento de precios en productos importados —sumado a la incertidumbre que pesa sobre futuros ajustes tarifarios— ha contribuido a una perturbación del consumo y la inversión empresarial.

La asesora económica demócrata Heather Boushey advirtió que “en solo 100 días, Trump ha llevado a la economía de un crecimiento estable al estancamiento”, señalando una incoherencia en la estrategia económica general del presidente.

Reacciones del sector corporativo: entre alarmas y ajustes

Una lectura más profunda de los reportes financieros del sector privado pinta una imagen mixta pero preocupante. Empresas como Caterpillar, históricamente tomadas como un indicador adelantado del estado económico, reportaron caídas sustanciales en ingresos y pronósticos inciertos. La compañía con sede en Texas vio una bajada de ingresos del 10% en el primer trimestre y pronosticó un año con ventas estancadas o incluso decrecientes si los aranceles permanecen vigentes.

Stanley Black & Decker, fabricante de herramientas, ha reaccionado subiendo precios y planea nuevos aumentos. Asimismo, está reestructurando su cadena de suministro para mitigar el impacto de los aranceles. Donald Allan Jr., CEO de la empresa, reconoció que aunque buscan proteger a los consumidores del costo de los aranceles, es difícil evitar sus efectos.

Newell Brands, con marcas como Rubbermaid y Coleman, calcula pérdidas potenciales de hasta 20 centavos por acción derivados de los aranceles sobre bienes chinos. Aunque la empresa trabaja para reducir ese impacto, no descarta consecuencias mayores si la situación se mantiene.

Incertidumbre como norma

La naturaleza intermitente de las políticas comerciales del gobierno actual ha sumido al ecosistema económico en una niebla de incertidumbre. Para una economía interconectada, las decisiones comerciales de EE.UU. marcan el rumbo del comercio global. No sorprende que firmas como GSK y Barclays —ambas con altas exposiciones al mercado estadounidense— hayan expresado cautela sobre cómo los cambios en la política tarifaria podrían alterar sus resultados.

Barclays, el banco británico, registró un aumento del 20% en sus ganancias gracias al alza en la actividad de trading provocada por el caos comercial. Pero también reconoció haber provisionado más fondos ante la posibilidad de una recesión económica en EE.UU.

Mirando al consumidor: confianza en descenso

Mientras las empresas recalculan sus estrategias, los consumidores norteamericanos también están adoptando nuevos comportamientos. El gasto aumentó en el primer trimestre, pero este crecimiento parece motivado más por miedo al alza de precios que por confianza en la economía. Algunas industrias ya están observando una reducción en la contratación y anticipan una bajada en el consumo para los trimestres venideros.

Kevin Hourican, CEO de Sysco, una de las principales distribuidoras de alimentos en el país, lo explicó claramente: “Nuestra mayor preocupación ahora no son los costos directos de los aranceles, sino el efecto negativo que la incertidumbre tiene sobre la confianza del consumidor”.

El espejo de la historia: paralelismos con la era Hoover

La estrategia de utilizar aranceles como palanca económica no es nueva. La más infame aplicación ocurrió durante la presidencia de Herbert Hoover en 1930 con la Ley Smoot-Hawley. Esta ley incrementó drásticamente los aranceles en más de 20,000 productos importados y desató una guerra comercial global que contribuyó a profundizar la Gran Depresión. Hoy en día, algunos historiadores económicos temen estar viendo señales similares.

El economista Paul Krugman señaló en un artículo reciente: “Las guerras comerciales son difíciles de ganar, especialmente cuando el objetivo y la retórica del gobierno cambian semana a semana. Sin estabilidad, no hay inversión”.

¿Una estrategia o un impulso político?

La gran pregunta que surge entre economistas, empresarios y ciudadanos es si la política de Trump responde a un plan estructurado o si, por el contrario, es una herramienta de presión política sin un horizonte definido. Algunos sectores aplauden el intento de reducir la dependencia de importaciones, pero otros temen ser sacrificados en medio de una lucha política e ideológica.

Peter Navarro, principal consejero comercial del presidente, desestimó las preocupaciones como “ruido pasajero”. Aseguró que los recortes fiscales tanto para empresas como individuos impulsarán el crecimiento a partir del segundo semestre de 2025. Para muchos, esas promesas suenan a un déjà vu de la administración pasada de Trump, donde los beneficios reales de sus reformas siguieron siendo ambiguos.

¿Hacia una recesión?

Con la economía contrayéndose, la confianza empresarial en descenso y un panorama financiero global perturbado, la amenaza de una recesión técnica está sobre la mesa. Aunque la tasa de desempleo se mantiene en un relativamente saludable 4.2%, la combinación de precios al alza, menor contratación y reducción de la inversión empresarial proyecta un futuro nebuloso.

Desde una perspectiva política, los demócratas están utilizando estos datos para construir una narrativa de fracaso económico. El senador Jeff Merkley fue tajante: “Trump ha traído caos, costos y corrupción en apenas 100 días”.

La mirada al futuro: elecciones, economía y narrativa

Los próximos meses serán decisivos. Mientras la administración Trump intenta consolidar su visión de una economía autosuficiente y poderosa, los hechos actuales plantean serias dudas sobre su efectividad. La volatilidad y la falta de predictibilidad convierten en tareas hercúleas tanto la planificación empresarial como familiar.

Para ganar credibilidad, el gobierno necesitará algo más que promesas; debe ofrecer resultados tangibles. En una economía globalizada y sensible al flujo de políticas comerciales, la improvisación puede ser más costosa que los propios aranceles.

Desde Wall Street hasta Main Street, todos los ojos están puestos en Washington. ¿Está la Casa Blanca construyendo un nuevo futuro industrial o simplemente jugando con fuego?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press