Trump, Zelenskiy y Putin: Las nuevas piezas del tablero geopolítico global
Entre pactos inciertos y señales contrapuestas, el juego diplomático por Ucrania y Medio Oriente redefine el rol de EE. UU. en los conflictos del siglo XXI
El tablero de ajedrez mundial gira en torno a Trump
En un mundo cada vez más multipolar, las decisiones políticas en Washington resuenan con fuerza en todos los rincones. Desde la pugna por Ucrania hasta las tensiones nucleares con Irán, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha redibujado las relaciones internacionales tradicionales. En este análisis revisamos cómo la visión del expresidente estadounidense impacta en la guerra en Ucrania, el rol de Rusia como superpotencia y la compleja alianza con Israel bajo Benjamin Netanyahu.
Ucrania como moneda de cambio: ¿una victoria para Putin?
La guerra en Ucrania, iniciada por Rusia en febrero de 2022, ha considerado múltiples caminos hacia la paz. Pero en los últimos meses, la narrativa ha cambiado drásticamente con Trump al timón. En reuniones con Vladimir Putin y sus emisarios, Trump ha adoptado varias posturas afines al Kremlin: desde sugerir que Crimea “permanecerá con Rusia” hasta plantear que Ucrania debería renunciar a su ingreso a la OTAN.
Sam Greene, analista del King’s College de Londres, declaró que “no hay parte de esto que no parezca una victoria para Rusia”. Mientras tanto, Volodymyr Zelenskiy, presidente de Ucrania, resiste presión tras presión para ceder territorios que Rusia se anexionó ilegalmente.
Washington y Moscú: viejos enemigos en nuevo romance diplomático
Uno de los logros más importantes para Moscú ha sido el restablecimiento del diálogo directo con Washington, que Petrov, del New Eurasian Strategies Centre, califica como “un objetivo ya conseguido” por Putin. Es más, las conversaciones no giran únicamente en torno a Ucrania, sino que tocan temas como el Medio Oriente, armas estratégicas y cooperación económica, llegando a intenciones tan anecdóticas como organizar partidos de hockey conjuntos.
La firma de un convenio de acceso estadounidense a los vastos minerales de Ucrania puede verse como un intento de Trump por mantener cierta presencia y apoyo al país bajo ataque, pero el acento de su administración parece inclinarse hacia reducir la presión contra Rusia y abrir puertas a negocios bilaterales
¿Negociación real o retórica vacía?
Diversos expertos en geopolítica como Sergey Radchenko, de la Universidad Johns Hopkins, subrayan que hasta el momento, las propuestas no se han materializado en acuerdos concretos. “Todo sigue estando en el aire”.
Ucrania exige no ceder territorio, mantener su autonomía militar y contar con garantías de seguridad sólidas —quizás con tropas de paz europeas— algo que Moscú rechaza de plano. A su vez, Rusia exige el reconocimiento internacional de los territorios anexados, la exclusión de Ucrania de la OTAN y la desmilitarización del país.
Este último punto es especialmente controvertido: una Ucrania sin capacidad militar robusta sería altamente vulnerable. “Sería muy difícil que acepten semejante acuerdo”, concluye Radchenko.
¿Y si Estados Unidos se retira?
En caso de que la administración Trump abandone el proceso de paz, no está claro si eso implicará también dejar de apoyar a Ucrania militarmente. La incertidumbre reina entre aliados y adversarios por igual.
Putin parece jugar una partida prolongada, donde extender la guerra podría beneficiarlo. Recientemente, declaró un alto al fuego de 72 horas por el Día de la Victoria ruso, aunque Zelenskiy lo calificó como “una maniobra para seguir manipulando a EE. UU.”.
Sam Greene advierte que “el rublo y los mercados rusos han mejorado esperando un acuerdo de paz y el regreso de inversionistas estadounidenses”, lo que genera presión para mantener esta estética de diálogo.
Minerales ucranianos: ¿una clave estratégica oculta?
Uno de los elementos más poco comentados pero críticos en este ajedrez político es el acceso estadounidense a los recursos minerales ucranianos. El acuerdo firmado recientemente permitiría a empresas de EE. UU. extraer y comercializar minerales estratégicos como litio y tierras raras, fundamentales para industrias tecnológicas y armamentísticas.
El secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, declaró que este convenio indica claramente que la administración Trump está “comprometida con un proceso de paz centrado en una Ucrania libre, soberana y próspera”.
Trump, Irán y un Netanyahu sin voz
En otro ángulo del mismo tablero diplomático, el conflicto con Irán también ha recalibrado bajo Trump. Mientras que antes Netanyahu criticaba abiertamente cualquier intento de pacto con Teherán (como en 2015 con Obama), hoy guarda un silencio estratégico.
Según Yoel Guzansky del Instituto para Estudios de Seguridad Nacional en Tel Aviv, el primer ministro israelí se encuentra “paralizado” ante Trump, a quien considera su mayor aliado histórico y no se atreve a confrontar públicamente.
Netanyahu ha expresado en círculos privados que una nueva negociación tendría que hacer retroceder completamente a Irán en su desarrollo nuclear, algo que parece poco posible en las circunstancias actuales. “Una rendición como la de Libia en 2003”, dice. Pero Irán se niega a abandonar su derecho a enriquecer uranio, considerado una línea roja incluso bajo presión internacional.
Israel en posición ofensiva, pero sin legitimidad
Militarmente, Israel se encuentra más fuerte que nunca tras haber neutralizado estructuras clave de Irán en Siria y haber derrotado a aliados iraníes en Gaza y el Líbano durante los últimos 18 meses. Sin embargo, no cuenta con la luz verde de Estados Unidos para un ataque directo a instalaciones nucleares iraníes mientras persistan las conversaciones diplomáticas.
Expertos como Eytan Gilboa de la Universidad Bar-Ilan aseguran que “Netanyahu está atrapado. Apostó a que su posición mejoraría con Trump, pero en la práctica ha sido todo lo contrario”.
Las sombras de 2015: ¿podrá Netanyahu influir esta vez?
Cuando en 2015 Netanyahu pronunció su famoso discurso en el Congreso de EE. UU. contra el acuerdo con Irán, lo hizo al margen de la Casa Blanca, provocando tensiones con Obama. Hoy, las cosas han cambiado. Carece del respaldo bipartidista fuerte que una vez tuvo y depende más que nunca de su relación personal con Trump.
Incluso si un nuevo acuerdo con Irán se concreta, a Netanyahu le será difícil oponerse abiertamente sin arriesgar esa relación. Lo más probable, coinciden analistas, es que delegue las críticas en aliados ultraortodoxos o de extrema derecha.
De no concretarse un acuerdo, esa sería la “mejor opción” para Netanyahu, quien quizás pueda capitalizar la continuación de las tensiones para mantener la narrativa de amenaza existencial y justificar acciones unilaterales si fuese necesario.
La estrategia de Trump en juego
Todo esto demuestra que la política exterior de Trump no sigue necesariamente una línea coherente o clásica: habla con Irán mientras apoya a Israel; busca la paz en Ucrania mientras favorece los reclamos rusos; negocia con Putin mientras firma acuerdos con Kyiv.
Trump opera como el gran agente del caos geopolítico, desdibujando líneas de aliados y adversarios, y presionando por acuerdos que beneficien, ante todo, los intereses estratégicos –y económicos– de Estados Unidos desde su particular visión.
Pero, en este tablero desigual, queda claro que ni Zelenskiy, ni Netanyahu, ni incluso Putin pueden confiar plenamente en la siguiente jugada de Washington.