Sanación espiritual y bienestar integral: el surgimiento de la salud holística en iglesias latinas migrantes
Cómo las congregaciones religiosas latinas en EE. UU. se han convertido en espacios de alivio emocional y físico para comunidades migrantes bajo presión
En un rincón del sur de Minneapolis, la Iglesia Luterana St. Paul’s-San Pablo ha pasado de ser un santuario espiritual a un refugio de sanación integral, ofreciendo sesiones gratuitas de bienestar como acupuntura, Reiki y terapia de ventosas a una comunidad predominantemente migrante que enfrenta no solo desafíos económicos, sino también angustias emocionales crecientes.
Un nuevo rol para las iglesias migrantes
Fundada en el siglo XIX por inmigrantes suecos, St. Paul’s ha evolucionado con el tiempo para reflejar la transformación demográfica de su barrio. En la actualidad, acoge a una comunidad en su mayoría latina, compuesta por trabajadores inmigrantes provenientes de Ecuador, México, El Salvador y otros países. La iglesia, además de su labor espiritual, ha aumentado sus servicios sociales en respuesta al endurecimiento de las políticas migratorias y las amenazas de deportación durante la administración de Donald Trump.
Pero ha ido un paso más allá: ha incorporado estrategias de sanación holística para combatir los efectos psicológicos del trauma migratorio y el miedo cotidiano que afecta a sus miembros.
“Sanación” y “Resiliencia”: más que palabras pintadas en la pared
Una pintoresca pintura mural adorna el exterior del edificio de St. Paul’s. Entre dos caballos Dala tradicionales suecos —símbolos del origen fundacional del templo— se leen las palabras en español “sanación” y “resiliencia”. Desde 2025, estas palabras han tomado un significado tangible para decenas de migrantes que, tras asistir a misa dominical, participan en estas sesiones de bienestar mensual.
“Fue como si pudieran exhalar un gran suspiro”, dijo el reverendo Hierald Osorto tras la primera sesión de sanación, donde 30 feligreses participaron en tratamientos integrales. Osorto recuerda cómo ese día el altar se transformó en un círculo de sillas de acupuntura, y cómo los lirios de Pascua fueron apartados para dar espacio a mesas de masaje Reiki.
Acupuntura bajo la cruz: un espacio transformado
Juan Carlos Toapanta, un trabajador ecuatoriano que sufre ciática, fue uno de los primeros en probar la acupuntura. “Así como la luz del Señor ayuda emocionalmente, el dolor del cuerpo también se trata”, declaró.
La acupuntura, una práctica ancestral proveniente de la medicina tradicional china, consiste en aplicar finas agujas en puntos estratégicos del cuerpo para liberar bloqueos energéticos. Esas agujas, colocadas en templos cristianos como St. Paul’s, han sido el símbolo de un puente entre medicina alternativa y espiritualidad.
Guadalupe González, practicante de Reiki y cofundadora de Odigo Wellness, colabora con la iglesia desde sus inicios. “Tenía mis dudas al principio sobre ofrecer esto dentro de una iglesia”, confesó. “Pero el santuario tiene una energía muy bonita, muy positiva. Como practicantes sentimos muchas emociones al estar aquí”.
El trauma migratorio y la necesidad de espacios seguros
Los migrantes que llegan a Estados Unidos frecuentemente lo hacen tras atravesar entidades que atentan contra su bienestar físico y emocional: violencia de pandillas, explotación sexual, persecución política y pobreza. Según el Pew Research Center, se estima que más de 42 millones de inmigrantes viven actualmente en EE. UU., muchos de ellos en condiciones de inseguridad jurídica.
Noeline Maldonado, directora del Healing Center en Nueva York, sostiene que el miedo constante de ser deportado “revictimiza” a los migrantes, muchos de los cuales huyen de situaciones traumáticas solo para reencontrarse con nuevos traumas en territorio estadounidense.
Fe, comunidad y salud mental
Este tipo de iniciativas holísticas desde lo religioso no suceden en el vacío. Según un estudio de 2023 del National Alliance on Mental Illness (NAMI), más del 60% de los latinos inmigrantes en EE. UU. afirman que la religión es un componente esencial en su identidad cultural y bienestar emocional.
Cheryl Aguilar, directora del Hope Center for Wellness en Washington, explica que muchas personas migrantes están permanentemente en modo de supervivencia. “La incertidumbre es lo que más pesa. Cuando la ansiedad, el aislamiento y los síntomas traumáticos se prolongan, sus efectos se vuelven crónicos”.
Aguilar y su equipo han cooperado con varias iglesias latinas para implementar programas de salud mental que integren elementos de fe. “Estar en comunidad y cultivar esperanza es crucial. No hay resiliencia sin conexión”, dice.
Los domingos como espacios de sanación
La actividad empieza temprano. Después de la homilía, se desmontan los bancos más cercanos al altar y los voluntarios colocan camillas, sillas de relajación y luces cálidas. Las sesiones duran en promedio dos horas, y cada persona escoge uno o más tratamientos dependiendo de sus necesidades.
Vanessa Arcos, una inmigrante mexicana que vive en Minnesota desde hace una década, se animó a probar la acupuntura junto con su hermana y su padre. Mientras su madre recibía una sesión de Reiki, Vanessa relataba su experiencia: “Pensé que me daría miedo, nunca me habían puesto agujas así. Pero me sentí muy tranquila, muy segura. Es importante hacer pequeñas cosas por uno mismo”.
Más iglesias se suman al movimiento
No es una actividad aislada. Desde Texas hasta Nueva Jersey, se reporta un creciente número de comunidades de fe que están incorporando sesiones de autocuidado con respaldo de terapias alternativas. La First Spanish United Methodist Church de Nueva York y la Iglesia del Redentor en Los Ángeles han empezado a ofrecer servicios similares.
En muchos casos, estos programas cuentan con el apoyo de ONGs, universidades locales, y centros de salud comunitaria. Varios de estos actores han formado coaliciones para entrenar a feligreses como promotores de salud emocional y bienestar.
“Para mí, enseñar a otras hermanas a practicar Reiki es extender la misión de cuidar el cuerpo y el alma”, afirma González. “No solo se trata de aguantar. Se trata de sanar.”
Una posible transformación permanente
Muchos líderes religiosos observan con atención este fenómeno, que podría redefinir el papel de las iglesias latinas en EE. UU. Las restricciones migratorias, los efectos prolongados de la pandemia y el acceso limitado a servicios médicos especializados para indocumentados han empujado a estas instituciones a reinventarse.
“Es un modelo de atención comunitaria basado en la compasión,” concluye Osorto. “Y en un mundo que sigue cerrando puertas, aquí se abren con amor.”