Singapur en las urnas: ¿Puede Lawrence Wong liderar una nueva era política?

Las elecciones generales de 2025 ponen a prueba el liderazgo de Lawrence Wong mientras los singapurenses cuestionan el dominio del PAP ante crecientes costos de vida y demandas de apertura democrática

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Un cambio generacional en el corazón de Asia

El sábado, los ciudadanos de Singapur acudieron una vez más a las urnas en una de las pocas democracias del mundo donde votar es obligatorio. Con una participación esperada superior al 90%, los cerca de 2.76 millones de votantes pusieron a prueba el liderazgo del primer ministro Lawrence Wong, quien asumió el poder en 2024 tras la retirada de Lee Hsien Loong, el último heredero de la dinastía Lee.

Este proceso electoral marca un punto de inflexión. Por primera vez en más de seis décadas, el Partido de Acción Popular (PAP), que ostenta el poder desde 1959, se enfrenta a una ciudadanía cada vez más consciente, integrada por jóvenes ávidos de cambios sociales, políticos e institucionales.

La figura de Lawrence Wong: continuidad o renovación

Lawrence Wong, de 52 años, es un economista formado en EE. UU. y actual ministro de Finanzas. Su perfil lo presenta como tecnócrata pragmático, pero también como el líder encargado de mantener la estabilidad en un país altamente dependiente del comercio internacional. Y sin embargo, su ascenso se produce en un contexto más volátil que nunca: caída en los índices de aprobación del gobierno, aumentos de precios, vivienda inaccesible y, también, una ciudadanía más demandante.

Como ha asegurado la politóloga Bridget Welsh, este proceso electoral es menos una elección sobre políticas que “una prueba de aceptación del liderazgo de Wong y la evolución de un sistema político hacia cierta pluralidad”.

El desgaste de una hegemonía de 66 años

Históricamente, el PAP ha sido visto como símbolo de eficiencia y progreso. No es para menos: desde la independencia, el pequeño país asiático ha pasado de ser un puerto colonial marginal a convertirse en uno de los centros financieros más importantes del mundo, con un PIB per cápita que supera los 65.000 dólares estadounidenses.

Sin embargo, el precio de ese éxito ha sido alto. Singapur ha sido criticado por sus drásticas restricciones a la libertad de expresión, una prensa limitada y leyes de censura que recuerdan más a regímenes autoritarios que a democracias abiertas. La situación parece estar haciendo mella en el electorado.

En 2020, el PAP obtuvo sólo el 61% del voto popular, su peor desempeño desde 1968. Aunque sigue reteniendo una mayoría parlamentaria, el ascenso de la oposición, especialmente del Partido de los Trabajadores (WP por sus siglas en inglés), ha alertado al oficialismo.

Una oposición que insiste, aunque con obstáculos

Pese al sistema flexible de coaliciones y a la presencia de varios partidos legales, la oposición ha tenido dificultades para consolidarse. Las causas son múltiples: falta de financiación, fragmentación, poco acceso a medios masivos y, según críticos, delimitación electoral manipulada (gerrymandering) que favorece al PAP.

Aun así, el WP ha logrado movilizar especialmente a los votantes jóvenes, que representan aproximadamente el 25% del electorado. Durante los nueves días de campaña, sus mítines congregaron multitudes, algo impensado hace unos años en el sofisticado y controlado Singapur. El partido ha sido claro: una presencia opositora más fuerte en el Parlamento permitirá una mayor fiscalización y equilibrio político.

Los retos que enfrenta Wong

Desde que asumió el mando del país, Wong ha intentado renovar la imagen del PAP con gestos progresistas. Incorporó 32 nuevos candidatos a la campaña legislativa, muchos de ellos jóvenes y con perfiles sociales diversos, en un intento por conectar con el nuevo electorado. También ha estado presente en redes sociales y ha prometido un Singapur más inclusivo y equilibrado.

Sin embargo, enfrenta desafíos significativos:

  • Crisis económica potencial, vinculada a la desaceleración del comercio internacional y las tensiones geopolíticas.
  • Desigualdad creciente: una brecha cada vez más amplia entre una clase alta acomodada y los singapurenses de ingresos bajos y medios.
  • Vivienda inaccesible: especialmente para parejas jóvenes y familias numerosas.
  • Libertad limitado de expresión, incompatible con las demandas modernas de la sociedad civil.

Wong ha advertido que una mayor presencia opositora podría dificultar la coordinación y respuesta a estos problemas. Empieza a surgir, sin embargo, una nueva narrativa entre los electores más informados: una oposición más fuerte no es una amenaza a la gobernabilidad, sino una garantía de diálogo y supervisión.

¿Podrá romper el PAP la barrera del 60%?

Según observadores políticos, un resultado por debajo del 60% del voto popular para el PAP sería interpretado como una derrota simbólica para Wong. “Si logra un mejor resultado que en 2020, lo empoderará dentro del partido para llevar a cabo cambios. Pero si el PAP retrocede, se podría cuestionar su liderazgo”, señaló Bridget Welsh.

Por ahora, cinco de los 97 escaños fueron declarados automáticamente a favor del PAP al no contar con oposición. Esto ha vuelto a levantar críticas sobre cómo se estructuran las elecciones en Singapur.

Singapur en la encrucijada

El caso de Singapur es singular. En un mundo que atraviesa crisis de gobernabilidad, populismo y polarización, el pequeño Estado insular sigue representando eficiencia, orden y gestión. Pero eso ya no es suficiente para una población que quiere ser escuchada, opinar y participar más allá del día electoral.

La figura de Lawrence Wong tiene el enorme desafío de mantener el legado económico, pero con una dosis de empatía democrática. Modernizar el PAP sin perder su alma puede ser una de las tareas políticas más complejas del sudeste asiático en la próxima década.

Para muchos jóvenes, este sábado no fue sólo un acto cívico obligatorio; fue una declaración de intenciones. Singapur no es sólo una ciudad-Estado modelo; es también un país que lentamente está empezando a hacerse preguntas difíciles sobre quién quiere ser en el siglo XXI.

“Las naciones no se construyen sólo con líderes fuertes, sino con pueblos capaces de exigirles responsabilidad”, dijo en uno de sus discursos de campaña Lawrence Wong. De sus próximos pasos dependerá si esa frase queda como una promesa vacía... o como el inicio de una nueva era.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press