Sudán al borde del abismo: la violencia interminable de la guerra civil en Kordofán
El conflicto entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido se intensifica, dejando a miles de civiles atrapados en un círculo de violencia, hambre y desplazamiento
Una ciudad estratégica bajo fuego cruzado
El pasado 2 de mayo, Sudán volvió a ocupar titulares internacionales tras el anuncio de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) de haber tomado el control total de Al Nahud, una ciudad de gran importancia estratégica en el estado de Kordofán Occidental. Esta ofensiva representa otro capítulo sangriento de la guerra que comenzó el 15 de abril de 2023, cuando estallaron enfrentamientos entre el ejército regular sudanés (SAF) y esta poderosa milicia paramilitar.
Al Nahud no es una simple ciudad más en el mapa: es sede de la 18ª Brigada de Infantería y se encuentra a lo largo de una de las rutas de avance hacia la región de Darfur, de enorme valor geopolítico. Su pérdida no solo implica una derrota táctica para el gobierno, sino también un duro golpe simbólico y logístico que puede cambiar el curso del conflicto.
Crímenes documentados y un pueblo en agonía
Según denuncias del Ministro de Cultura e Información de Sudán, Khalid Ali Aleisir, las RSF —al tomar la ciudad— cometieron crímenes atroces contra civiles indefensos: saqueos, destrucción de infraestructuras públicas e incluso asesinatos deliberados.
El Comité Preliminar del Sindicato de Médicos de Sudán reportó más de 300 civiles asesinados por las RSF durante la ofensiva en Al Nahud. Aunque esta cifra no ha sido verificada de forma independiente, se suma a un patrón inquietante de violencia sistemática registrado desde el inicio de la guerra.
Los Comités de Resistencia de Al Nahud también se pronunciaron enérgicamente: “Invadieron la ciudad, irrumpieron en barrios residenciales, aterrorizaron a los civiles y cometieron asesinatos a sangre fría contra personas cuyo único crimen fue aferrarse a su dignidad”.
Una guerra con rostro humano: el desastre humanitario
De acuerdo con datos de la ONU y organizaciones colaborativas como Sudan War Monitor, más de 20,000 personas han muerto desde el inicio del conflicto y 13 millones han sido desplazadas. De ellos, 4 millones han cruzado la frontera hacia países vecinos.
La situación es tan extrema que el Programa Mundial de Alimentos ha confirmado hambruna en al menos 10 zonas de Sudán y estima que 25 millones de personas —la mitad de la población— enfrentan inseguridad alimentaria.
“El horror que se vive en Sudán no conoce límites”, advirtió el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk. Añadió que existen reportes creíbles de ejecuciones extrajudiciales por RSF, incluyendo al menos 30 hombres asesinados en El Salha, al sur de Umdurman.
El tablero del conflicto: ¿quién gana y quién pierde?
Las RSF están lideradas por Mohamed Hamdan Dagalo, apodado Hemeti, un excomandante de las milicias Janjaweed temido por sus acciones brutalmente represivas durante el genocidio de Darfur. Este grupo se ha hecho con gran parte del control en la región occidental de Sudán gracias a su adaptación táctica, su movilidad veloz y acceso a recursos propios.
Por otro lado, el ejército regular (SAF), encabezado por el general Abdel Fattah al-Burhan, ha perdido terreno clave, pero cuenta con apoyo formal internacional, sobre todo de países como Egipto y Arabia Saudita. Sin embargo, no ha podido evitar que el conflicto se extienda a zonas sensibles como Kordofán, Darfur e incluso zonas cercanas a la capital.
Darfur, otra vez en el ojo del huracán
La ciudad de El Fasher, en Darfur del Norte, también ha sido escenario de enfrentamientos recientes. En las últimas tres semanas, se han registrado allí más de 542 muertes, con víctimas tanto en la ciudad como en el campamento de desplazados de Abu Shouk.
La importancia de Darfur es tanto histórica como simbólica. Fue en esta región en la que se cometieron algunos de los peores crímenes de guerra del siglo XXI, con cifras que superan los 300,000 muertos y millones de desplazados desde 2003. En ese entonces, Hemeti ya estaba implicado al frente de los Janjaweed.
¿Qué se puede esperar en los próximos meses?
Con Al Nahud bajo control de RSF, aumenta la posibilidad de que el ejército pierda acceso a rutas logísticas vitales. Esto podría consolidar aún más el bloqueo en El Fasher y cortar el paso hacia Darfur del Norte, Ejemplo de cómo las RSF están convirtiendo en fortalezas sus zonas controladas.
Mientras tanto, los esfuerzos internacionales de paz continúan estancados. Ni la Unión Africana, ni la ONU, ni el grupo regional IGAD han logrado avances significativos, y como afirma el proyecto Conflict Observatory, “la guerra en Sudán se prolongará mientras las partes crean que la victoria militar es aún alcanzable”.
Peor aún, el conflicto amenaza con extenderse a países vecinos. Sudán comparte fronteras con Chad, Etiopía, Egipto, Sudán del Sur, Libia y Eritrea, naciones que ya enfrentan sus propias crisis políticas, alimentarias o climáticas.
¿Dónde queda la comunidad internacional?
El silencio del mundo frente a la crisis en Sudán contrasta de forma escandalosa con la atención recibida por otros conflictos internacionales. A pesar de las múltiples alertas emitidas por Volker Türk, el Consejo de Seguridad de la ONU apenas ha aprobado resoluciones de bajo impacto, y las sanciones individuales no parecen frenar los crímenes de guerra.
Las organizaciones humanitarias tampoco tienen acceso libre a zonas de conflicto, lo que impide distribuir ayuda de forma eficaz y evaluaciones sanitarias de campo. La crisis humanitaria se amplifica día a día por los continuos bloqueos, la inseguridad y la falta de fondos.
La dimensión invisible: salud mental, trauma y generaciones perdidas
Detrás de las estadísticas, hay historias humanas desgarradoras: niños extraviados, mujeres víctimas de abusos sexuales, adolescentes forzados a portar armas. UNICEF ha alertado que más de 19 millones de niños han perdido el acceso a educación, puerta de entrada a una vida distinta. Muchos se encuentran en campos de desplazados sin acceso siquiera a agua limpia o medicamentos básicos.
El trauma colectivo se ha vuelto parte del ADN de una nación que permanece en guerra interna desde su independencia en 1956. El conflicto actual solo es una nueva fase de una violencia estructural que ha dejado a millones atrapados en ciclos de pobreza, desplazamiento y desesperanza.
¿Reforma o colonización encubierta?
Algunos analistas temen que las RSF estén utilizando una estrategia de “liberación armada” para avanzar hacia un modelo semejante al señorío de milicias, similar al de otros conflictos prolongados como el de Somalia, Siria o Libia, donde múltiples actores acaban controlando partes del país por décadas, sin ningún respeto al derecho internacional humanitario.
El riesgo es que Sudán se fragmente aún más y que el Estado nación deje de existir como una sola unidad política. Este escenario podría dar pie a una “balkanización africana” en medio del Cuerno de África, con consecuencias globales.
Urgencia moral y responsabilidad global
Sudán representa la prueba de fuego para una comunidad internacional que afirma defender derechos humanos y el orden global basado en reglas. Las RSF y el ejército deben rendir cuentas por los crímenes cometidos. La justicia no puede esperar, menos aún para quienes murieron por proteger su dignidad y sus hogares.
El mundo debe ver Sudán, no voltearse una vez más.