Tensión en Asia del Sur: ¿Una nueva guerra entre India y Pakistán por el conflicto en Cachemira?

La reciente masacre de turistas ha llevado a ambos países al borde del abismo, mientras las potencias del Golfo y Estados Unidos intentan evitar una conflagración entre dos potencias nucleares

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Un ataque que agitó a la región más volátil del sur asiático

El 22 de abril de 2025, un sangriento ataque en la región administrada por India en Cachemira dejó un saldo de 26 muertos, en su mayoría turistas hindúes. El hecho se convirtió rápidamente en un nuevo motivo de tensión entre dos viejos rivales: India y Pakistán. Nueva Delhi acusó abiertamente a Islamabad de estar detrás de la masacre, mientras que el gobierno paquistaní rechaza tajantemente cualquier implicación.

Pakistán busca el respaldo internacional

En un intento por evitar una potencial escalada militar, el primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, mantuvo reuniones con los embajadores de Arabia Saudita, Kuwait y Emiratos Árabes Unidos. Sharif reiteró su disposición de cooperar con una investigación internacional, neutral y transparente sobre el ataque ocurrido en la zona turística de Pahalgam.

Su mensaje fue directo: Pakistán no tuvo ninguna participación y exige que India baje el tono. “Pedimos a nuestros países hermanos, incluido Arabia Saudita, que presionen a India para la desescalada”, enfatizó Sharif, subrayando el compromiso paquistaní con la paz en Asia del Sur.

India endurece su postura

A pesar de los llamados diplomáticos, la respuesta india no se hizo esperar. Además de suspender un tratado clave sobre el reparto de aguas con Pakistán, las fuerzas armadas indias reportaron ocho noches consecutivas de fuego cruzado en la región de Cachemira. Estas tensiones han llevado incluso al cierre de fronteras y la expulsión mutua de diplomáticos en las últimas semanas.

India ha argumentado que posee “inteligencia creíble” que vincula a Pakistán con el ataque, algo desmentido categóricamente por Islamabad. Las consecuencias de este cruce de acusaciones han puesto en alerta a la comunidad internacional, con Washington y otras potencias mediando para frenar un posible enfrentamiento.

La peligrosa historia compartida de India y Pakistán

Los dos países vecinos han protagonizado tres guerras desde su independencia del Imperio Británico en 1947, dos de las cuales han tenido como epicentro precisamente la disputada región de Cachemira. Este territorio montañoso está dividido, pero ambos gobiernos lo reclaman en su totalidad, alimentando un conflicto que ha dejado decenas de miles de muertos en las últimas décadas.

En 1999, en la llamada Guerra de Kargil, soldados y militantes pakistaníes cruzaron la Línea de Control, lo que derivó en una ofensiva militar india. Desde entonces, los enfrentamientos, escaramuzas y ataques terroristas se convirtieron en elementos casi cotidianos, marcando un clima de permanente desconfianza.

El rol de las potencias del Golfo

En esta ocasión, Islamabad ha buscado apoyo en sus aliados del Golfo. Arabia Saudita, uno de los más firmes socios económicos y diplomáticos de Pakistán, expresó su disposición a colaborar en la pacificación regional. “El Reino desea trabajar con Pakistán por la seguridad del sur de Asia”, aseguró el embajador saudí Nawaf bin Saeed Al-Maliky tras la reunión con Sharif.

Emiratos Árabes Unidos y Kuwait también fueron incluidos en las rondas diplomáticas. No es un gesto menor. Los países del Consejo de Cooperación del Golfo han ofrecido mediación en conflictos anteriores y conservan importantes vínculos tanto con India como con Pakistán, incluyendo comunidades migrantes millonarias en su territorio.

Escalada nuclear: la preocupación global

Uno de los aspectos más alarmantes de este enfrentamiento es el hecho de que tanto India como Pakistán son potencias nucleares. Desde los ensayos exitosos de ambos en 1998, el mundo ha observado con temor cada altercado, temiendo que una chispa mal calculada pueda tener consecuencias catastróficas a nivel planetario.

Según datos del Boletín de Científicos Atómicos, India posee alrededor de 160 ojivas nucleares, mientras que Pakistán cuenta con aproximadamente 170. Son cifras nada despreciables, y en medio de una narrativa nacionalista exacerbada en ambos países, los peligros de una mala decisión son reales y urgentes.

Estados Unidos y China piden contención

Washington no ha perdido tiempo en implicarse en la crisis. El secretario de Estado estadounidense y varios diplomáticos han llamado personalmente tanto al primer ministro Sharif como al canciller Ishaq Dar para alentar una respuesta diplomática.

Por otra parte, China, aliado tradicional de Pakistán pero también con fuertes lazos comerciales con India, ha pedido “moderación máxima” a ambos gobiernos. Beijing teme que una guerra regional afecte su Iniciativa de la Franja y la Ruta, que tiene nodos clave tanto en Pakistán como en Asia Central.

¿Un nuevo frente en el tablero geopolítico?

Este episodio no puede analizarse sin tener en cuenta el tablero geopolítico post-pandémico, marcado por la competencia entre China, Rusia y Estados Unidos. En ese contexto, cada movimiento en el sur de Asia puede tener ramificaciones mucho más amplias de lo que aparenta a simple vista.

Mientras Estados Unidos busca mantener el statu quo regional, apoyando a India como contrapeso a China, Islamabad ha profundizado su alianza con Beijing, alimentando nuevas coordenadas en un antiguo conflicto.

Los civiles en el centro de la tormenta

Como suele ocurrir, los más afectados por esta escalada son los civiles de ambos lados de la frontera. En las últimas dos semanas, se han reportado decenas de desalojos en pueblos próximos a la Línea de Control, cancelación de vuelos regionales y cierre de pasos fronterizos.

La comunidad cachemir, tanto del lado indio como pakistaní, sigue atrapada en el centro de un largo conflicto. Grupos locales de derechos humanos han reportado incremento en los controles militares, detenciones arbitrarias y una creciente sensación de paranoia fronteriza.

¿Y ahora qué?

Las tensiones entre India y Pakistán son cíclicas pero peligrosas. El riesgo de errores de cálculo, maniobras provocadoras o ataques bajo falsa bandera está siempre presente. En este marco, el papel de actores internacionales como Arabia Saudita, Estados Unidos y China puede ser clave para mantener a raya un conflicto que, si se desata, podría cambiar el equilibrio geopolítico de toda Asia.

Por ahora, el primer ministro Shehbaz Sharif insiste en su oferta de abrir una investigación internacional y preservar la estabilidad. La pelota parece estar en el campo de Nueva Delhi. ¿Responderá con diplomacia o buscará justicia unilateral?

Mientras tanto, el mundo observa con inquietud el desarrollo de estos acontecimientos entre dos potencias enfrentadas por religión, territorio y heridas históricas aún abiertas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press