Gaza bajo asedio: el rostro infantil del hambre y la desesperación
El bloqueo prolongado de Israel amenaza con extinguir a una generación en Gaza, mientras la desnutrición infantil alcanza niveles catastróficos
La catástrofe invisible: el hambre se apodera de Gaza
Gaza, una franja de tierra atrapada entre el mar y las fronteras selladas, está enfrentando una emergencia humanitaria sin precedentes. Desde el 2 de marzo de 2025, cuando el gobierno israelí impuso un bloqueo total, más de dos millones de personas han quedado virtualmente atrapadas sin acceso a suministros básicos. El resultado: una creciente epidemia de desnutrición infantil, hospitales colapsados y un pueblo condenado al olvido por gran parte de la comunidad internacional.
Según cifras recientes de la UNICEF, más de 9.000 niños han sido tratados por desnutrición aguda desde enero, con un aumento dramático en marzo de más del 80% con respecto al mes anterior. La situación solo ha empeorado desde entonces.
Khaled: una historia que duele
Khaled, un bebé de nueve meses que pesa apenas cinco kilos —la mitad del peso óptimo para su edad—, es el rostro de esta tragedia. A medida que los tubos amarillos alimentan su cuerpo demacrado, su madre, Wedad Abdelaal, apenas puede contener la desesperación. “Quisiera que le dieran leche cada hora”, suplica. Pero el hospital, con recursos críticos, apenas puede atenderlo cada tres horas.
No solo Khaled sufre. Ahmed, otro de sus hijos, tiene siete años pero pesa apenas 8 kilos. Su hermana María, de cuatro, también está visiblemente desnutrida. El alimento es escaso, los utensilios vacíos, la impotencia insoportable.
¿Puede el hambre ser un arma de guerra?
Organizaciones como Human Rights Watch y Naciones Unidas han elevado sus voces contra lo que califican una forma moderna de guerra por inanición. Según Michael Ryan, director ejecutivo de emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), "Estamos rompiendo los cuerpos y las mentes de los niños de Gaza". Ryan advirtió que si la comunidad internacional no actúa, será cómplice del desastre.
Israel, por su parte, justifica el bloqueo como una medida para presionar a Hamas a liberar a los 59 rehenes que aún retiene, de los cuales se cree que solo 24 están vivos. Las autoridades israelíes han declarado que Gaza tenía suficiente ayuda tras un aumento en la distribución durante la última tregua, y acusan a Hamas de desviar parte de esa ayuda. Sin embargo, los trabajadores humanitarios niegan rotundamente esta afirmación, alegando estrictos mecanismos de control por parte de la ONU.
El colapso de un sistema nutricional y de salud
Según la UNICEF, la mitad de los centros de nutrición en Gaza han cerrado debido al desplazamiento forzado o a los bombardeos aéreos. Los alimentos terapéuticos, suplementos vitamínicos y fórmulas especializadas que ayudan a tratar la desnutrición aguda están agotados o inutilizables.
En el hospital Nasser, uno de los pocos que todavía funciona parcialmente, los médicos sólo pueden admitir los casos más críticos. Como expresó el Dr. Yasser Abu Ghaly: "Si admitiéramos a todos los niños con desnutrición aguda, necesitaríamos cientos de camas... y aun así no tendríamos con qué tratarlos".
¿Dónde está la ayuda humanitaria?
A pesar del creciente clamor global, las fronteras continúan clausuradas. La ayuda humanitaria —incluyendo alimentos, medicinas y combustible— se acumula en los límites sin poder pasar. Esto ha derivado en saqueos masivos y en la clausura de cocinas comunitarias que antes ofrecían miles de comidas diarias. Las panaderías están cerradas. Las tierras cultivables son inaccesibles y el agua potable es un lujo.
Una madre sin recursos, una generación sin fuerzas
Wedad Abdelaal ha perdido la mayoría de sus dientes por falta de calcio. Dice que no puede producir suficiente leche para amamantar a Khaled. “Amamantar requiere alimento y no puedo darle lo suficiente”, confiesa. Como muchas otras madres, ella también está malnutrida.
En su tienda improvisada en Mawasi Khan Younis, otra escena trágica se reproduce en cámara lenta: los niños recorren largas distancias para buscar alimento solo para compartirlo en mínimas raciones, si es que encuentran algo. Su esposo Ammar, con una afección cardíaca, no puede ayudar. La familia entera vive esperando el fin —ya sea de la guerra o de sus vidas.
Enfermedades crónicas destapadas por el hambre
La guerra no sólo mata rápidamente con bombas, también condena lentamente con carencias. Antes del conflicto, Gaza contaba con un sistema rudimentario pero existente para tratar enfermedades congénitas y genéticas. Hoy, ese sistema ha colapsado.
- Más de 200 niños con fibrosis quística o deficiencias metabólicas graves no pueden acceder a medicación.
- Niños con síndrome de Down no reciben el seguimiento adecuado y sus vidas penden de un hilo.
- Los alimentos enlatados y de emergencia proveen calorías vacías, sin los nutrientes necesarios.
El precio de sobrevivir
Un kilo de tomates o patatas cuesta más de $21 USD, una barra de galletas, $2 y una lata de sardinas puede alcanzar los $10 —imposibles para familias que lo han perdido todo. “En dos años, mi hijo no va a poder caminar por no tener qué comer”, dice Abdelaal entre lágrimas.
Una comunidad entera consume lentejas enlatadas a diario, sin proteínas, sin frutas, sin esperanza. Cuando los niños piden algo tan simple como tomates fritos, no hay cómo explicarles que eso se ha convertido en comida de lujo.
¿Quién escucha los gritos de Gaza?
La tragedia que vive Gaza no solo expone la crueldad del bloqueo y del conflicto armado, sino la falla total del sistema internacional, incapaz de evitar una política que se acerca peligrosamente al genocidio por omisión.
“Estamos sentados en nuestras tiendas, esperando la muerte”, expresa Ammar, padre de Khaled. Su frase no es una metáfora: es una triste verdad para miles en Gaza.
La infancia en Gaza ya no crece: se desvanece.