Polarización, escándalos e incertidumbre: las elecciones presidenciales más convulsas de Corea del Sur en décadas

La pugna por el poder enfrenta a un conservador con pasado ministerial y una izquierda salpicada por escándalos, mientras la sociedad surcoreana clama por consensos

Un país dividido elige nuevo rumbo político

La política de Corea del Sur atraviesa una de las etapas más críticas de su historia democrática reciente. Con la destitución del presidente conservador Yoon Suk Yeol en abril tras un controvertido decreto de ley marcial, el país se prepara para unas elecciones presidenciales anticipadas el próximo 3 de junio. Esta crisis institucional ha expuesto profundas fisuras tanto en el Partido del Poder Popular (PPP) como en la sociedad coreana, poniendo a prueba la resiliencia democrática en una de las economías más avanzadas de Asia. Kim Moon Soo, exministro de Trabajo y figura reconocida dentro del ala más tradicional del PPP, ha salido victorioso en las primarias del partido con un 56,5 % de los votos. Pero lejos de implicar una consolidación, su ascenso refleja una lucha intestina dentro del partido conservador por recuperar credibilidad tras el impeachment de su anterior líder.

Del impeachment a nuevas esperanzas

El expresidente Yoon impuso arbitrariamente la ley marcial el 3 de diciembre de 2024 en un intento de sofocar protestas sindicales, lo que llevó al Parlamento a votar su destitución. Han Dong-hun, exministro de Justicia y miembro del ala reformista del PPP, resultó clave al unir fuerzas con la oposición para alcanzar los votos necesarios en la Asamblea Nacional. Aunque Han fue derrotado en la contienda interna del PPP, su popularidad entre los votantes moderados sigue pesando en el panorama preelectoral. En declaraciones tras su derrota, Han afirmó: “No abandonaré mi compromiso con la reforma del sistema y con una Corea más abierta. Estaré donde el pueblo me necesite.” Esto ha disparado rumores de una posible alianza entre Han y otros políticos conservadores moderados para bloquear la avanzada de la oposición liberal, encabezada por Lee Jae-myung.

Lee Jae-myung: entre favoritismo y procesos judiciales

Mientras tanto, del otro lado del espectro político, el candidato del Partido Democrático, Lee Jae-myung, lidera las encuestas. Su trayectoria como exalcalde de Seongnam y gobernador de Gyeonggi le ha otorgado una base electoral consolidada, especialmente en sectores urbanos y jóvenes. Sin embargo, sus aspiraciones no están exentas de controversia: enfrenta cinco procesos judiciales por presuntos casos de corrupción y abuso de poder. Según la Constitución de Corea del Sur, un presidente en funciones goza de inmunidad frente a casi todos los cargos penales, excepto traición y ciertas violaciones graves. Esto ha encendido el debate sobre si una eventual victoria de Lee implicaría una “impunidad presidencial”. En palabras del analista político Jae-Hwan Kim, de la Universidad de Corea: “Esta elección no solo enfrenta ideologías, sino concepciones sobre el Estado de derecho. Un voto por Lee puede entenderse como un voto pragmático frente a un sistema que ha fallado en la renovación de sus élites.”

Polarización e impotencia ciudadana

La sociedad surcoreana enfrenta un escenario político polarizado que ha erosionado la participación cívica y la confianza en las instituciones. Cifras del Instituto Coreano para la Democracia muestran que un 42 % de los votantes se identifica como “indeciso” o “desencantado”, el porcentaje más alto desde que se registra esa categoría. Esto es particularmente relevante en un país cuya transición democrática en los años 80 fue considerada ejemplar en Asia. La caída de la presidenta Park Geun-hye en 2017 por corrupción, seguida ahora por la destitución de Yoon, configuran una narrativa de decepción crónica con sus líderes. Lee Jin-woo, estudiante universitario en Busan, lo resume así: “No quiero votar por alguien solo porque el otro es peor. Estoy cansado de que el voto se base en el miedo, no en la esperanza.”

El conservadurismo dividido

La victoria de Kim Moon Soo no ha significado una unificación dentro del poder conservador. De hecho, se espera que figuras como el exprimer ministro Han Duck-soo, quien había mostrado intenciones de postularse de forma independiente, busquen crear alianzas para evitar el colapso electoral del movimiento de derecha. Esto podría provocar una redistribución del voto conservador, reduciendo las posibilidades de Kim y fortaleciendo indirectamente a Lee. La historia surcoreana ofrece paralelos a este escenario: en 1997, la división del voto entre los conservadores facilitó la histórica victoria del liberal Kim Dae-jung.

Factores externos y el elefante nuclear

A todo esto se suma un contexto geopolítico desafiante. Las recientes provocaciones de Corea del Norte, incluidas pruebas balísticas en el Mar de Japón, elevan la tensión regional. Además, la tensa relación con China y la dependencia tecnológica de Estados Unidos son temas candentes en la campaña, especialmente en sectores empresariales y exportadores. Kim Moon Soo ha prometido una “mano dura” frente al régimen de Pyongyang, alineando su discurso con el de Yoon. En contraste, Lee Jae-myung ha mantenido un enfoque más diplomático, proponiendo líneas de cooperación económica en paralelo a negociaciones multilaterales para desnuclearización.

¿Una democracia a prueba de escándalos?

El desafío es profundo: ¿puede una democracia sostenerse cuando sus principales candidatos representan extremos de la polarización o están implicados en procesos judiciales? Cinco presidentes surcoreanos han enfrentado juicios o condenas desde la democratización en los años 80. El caso de Lee añade una capa de complejidad. El Tribunal Supremo recientemente ordenó repetir un juicio relativo a acusaciones de difamación durante su campaña a la gobernación de Gyeonggi. Aunque no se ha dictado aún una inhabilitación, la posibilidad está presente y podría sacudir su candidatura justo antes de los comicios. Mientras tanto, la campaña de Kim Moon Soo se esfuerza por evitar nuevos escándalos, cuestionando la legitimidad de la destitución de Yoon pero prometiendo respetar el fallo del Tribunal Constitucional. Esta ambivalencia ha generado tensiones incluso entre sus seguidores más fieles.

¿Hacia una tercera vía?

Con ambos bloques perdiendo respaldo entre los votantes moderados, algunos sectores llaman a una “tercera vía” liderada por tecnócratas o figuras fuera del sistema. Editoriales en medios como Korea Herald o JoongAng Ilbo ya exploran este escenario, señalando que un pacto amplio entre reformistas de ambos lados podría emerger como respuesta al hartazgo social. Sin embargo, el tiempo apremia. A menos de un mes del 3 de junio, el mensaje parece claro: las elecciones serán tanto un referéndum sobre la gestión saliente como una apuesta por la dirección futura del país.

Una elección clave en la historia asiática reciente

Lo que ocurra en Corea del Sur no será irrelevante a nivel global. Se trata de la décima economía mundial, líder en innovación tecnológica y punto estratégico en Asia Pacífico. La inestabilidad política en Seúl podría influir en la gobernanza regional, las cadenas de suministro globales y las alianzas militares, particularmente con Estados Unidos y Japón. Como resumió recientemente el historiador Victor Cha, exasesor del Consejo de Seguridad Nacional en la Casa Blanca: “Corea del Sur es demasiado importante para fracasar.” Así, la nación entra a junio con los nervios de punta, entre la expectativa de cambio y el temor a repetir viejos errores.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press