Donald Trump y la Constitución: ¿Un presidente que desdibuja los límites del poder?
Entre la polémica por el debido proceso, la anexión simbólica de Canadá y un posible tercer mandato: la retórica presidencial que redefine lo esperable en la democracia estadounidense
El poder y los límites: Trump bajo la lupa constitucional
Desde su irrupción en la política estadounidense, Donald Trump ha hecho de la controversia una herramienta habitual. Ahora, en su segundo mandato presidencial y con más de 100 días en el cargo, sus declaraciones y políticas siguen generando agitación política tanto dentro como fuera de Estados Unidos. En una reciente e intensa entrevista con NBC's “Meet the Press”, realizada en su club Mar-a-Lago de Florida, Trump se mostró evasivo sobre cuestiones fundamentales como el debido proceso, sugerencias de expansión geopolítica y la posibilidad de un tercer mandato presidencial.
¿Quién merece el debido proceso? Una ambigüedad peligrosa
Uno de los momentos más inquietantes de la entrevista llegó cuando se le preguntó a Trump si tanto ciudadanos como no ciudadanos merecen el derecho al debido proceso tal como lo estipula la Quinta Enmienda de la Constitución de EE.UU. Su respuesta fue tan ambigua como preocupante: “No lo sé. No soy abogado. No lo sé”.
Trump hizo referencia al caso de Kilmar Abrego Garcia, un salvadoreño que, tras ser deportado por error, terminó encarcelado en su país de origen. A pesar de una orden de la Corte Suprema que exige su retorno a EE.UU., Trump se mantuvo inflexible, acusando a Abrego Garcia de ser miembro de una pandilla transnacional violenta.
Este tipo de postura es significativa, sobre todo porque el debido proceso, según la Constitución estadounidense, es un derecho garantizado a cualquier persona dentro de la jurisdicción del país, no solo a ciudadanos. La jurisprudencia ha sido clara: tanto la Quinta como la Decimocuarta Enmienda protegen a “personas”, no exclusivamente a ciudadanos.
Como afirmó la ACLU: “La indiferencia hacia el debido proceso erosiona el fundamento legal del país y abre la puerta a actuaciones arbitrarias del poder”.
¿La 51.ª estrella en la bandera? Amenazas simbólicas contra Canadá
En otro pasaje curioso de la entrevista, al ser preguntado sobre sus constantes comentarios sobre convertir a Canadá en el 51.º estado de EE.UU., Trump aseguró que veía “altamente improbable” el uso de fuerza militar para lograrlo.
Estas declaraciones surgen justo antes de su reunión con el recién electo Primer Ministro canadiense Mark Carney, contexto en el que sus palabras han generado molestia en la opinión pública canadiense. Si bien Trump matizó sus palabras al decir que no veía factible una acción militar, no se retractó de su idea general.
Lo sorprendente es que Trump pareció más determinado respecto a otra anexión simbólica: la de Groenlandia. “Algo podría pasar con Groenlandia...” dijo, justificándolo por razones “de seguridad nacional e internacional”.
Estas ideas, anacrónicas en apariencia, reflejan un patrón de pensamiento expansionista impropio de tiempos modernos, evocando fantasmas de políticas imperialistas del siglo XIX.
La economía: entre la burbuja de optimismo y los datos concretos
Sobre el estado actual de la economía, Trump dijo que el país se encuentra en una “transición” y anticipó resultados “fantásticos” a pesar de las perturbaciones comerciales ocasionadas por las tarifas impuestas por su propio gobierno.
Cuando se le planteó que varios analistas de Wall Street preven un aumento en las probabilidades de recesión, el presidente respondió con desdén: “Eso dicen algunos, pero otros dicen que tendremos la mejor economía de la historia”.
El Producto Interno Bruto (PIB) de EE.UU. registró una baja de 0.3% en el primer trimestre, una señal que muchos economistas consideran preocupante. Sin embargo, Trump declinó toda responsabilidad: “Las partes buenas son la economía Trump. Las malas son la economía Biden”, escudándose en su antecesor.
Trump también relativizó los efectos de sus políticas comerciales en los hogares estadounidenses, diciendo que los niños pueden “tener tres muñecas en vez de treinta” o “cinco lápices en vez de 250”, minimizando abiertamente posibles problemas logísticos provocados por sus propios aranceles.
¿Un tercer mandato en el horizonte?
La posibilidad de un tercer mandato asoma como una amenaza táctica y discursiva más que como una iniciativa formal. Aunque la Enmienda 22 de la Constitución prohíbe explícitamente más de dos mandatos presidenciales, Trump ha insinuado en múltiples ocasiones que podría encontrar un resquicio legal para un tercer intento.
Al ser consultado directamente, dijo: “No es algo que esté buscando hacer. Estoy buscando tener cuatro grandes años y entregárselo a alguien, idealmente, a un gran republicano”. Sin embargo, se mostró confiado en el respaldo de su base y en la continuidad de su movimiento político más allá de su mandato.
Incluso dejó entrever que existen “métodos” para lograrlo. La campaña de Trump ha lanzado merchandising con el lema “Trump 2028”, alimentando el rumor de ambiciones reeleccionistas violatorias de la Constitución.
Sucedáneos: ¿Quién toma la posta?
Sobre posibles herederos políticos, Trump elogió a su vicepresidente, J.D. Vance, al que calificó de “brillante”, y también al Secretario de Estado y actual asesor de seguridad nacional interino, Marco Rubio. Pero añadió: “Es demasiado pronto para hablar de sucesores”.
Trump volvió a recalcar su desdén hacia el Partido Demócrata diciendo que no podía mencionar a “ni un solo demócrata” como posible futuro líder relevante, presentando al Partido Republicano como el único con figuras de gran talla.
UNESCO, Nicaragua y el desprecio a la libertad de prensa
En una nota relacionada pero fuera de suelo estadounidense, la retirada oficial de Nicaragua de la UNESCO ha sido interpretada por muchos como una señal más de autoritarismo global. El retiro fue provocado por la decisión del organismo de premiar al diario La Prensa con el Premio Mundial de Libertad de Prensa Guillermo Cano, lo que el gobierno de Daniel Ortega consideró una provocación.
La directora general de UNESCO, Audrey Azoulay, lamentó la decisión: “Privará al pueblo de Nicaragua de los beneficios de la cooperación en educación y cultura”. La coincidencia no es menor: el desprecio mostrado por Ortega a mecanismos internacionales de libertad encuentra ecos distorsionados en la ambigüedad de Trump sobre los derechos constitucionales básicos en EE.UU.
¿Un modelo en retroceso democrático?
Donald Trump ha demostrado que su concepción del poder presidencial se mueve por fuera de los bordes tradicionales. Mientras los tribunales frenan sus políticas migratorias, él denuncia obstrucción judicial. Mientras las cifras económicas alertan a los mercados, él responde con eslóganes de campaña. Y mientras la lógica democrática marca límites claros en la reelección, él deja la puerta abierta a reinterpretaciones.
En su segundo mandato, el expresidente convertido nuevamente en presidente parece más decidido que nunca a imponer su visión unilateral del país, limitando derechos, desafiando normas e ignorando advertencias institucionales.
¿Estamos presenciando el socavamiento lento y deliberado de la democracia más antigua del hemisferio occidental? El tiempo dará la respuesta, pero los daguerrotipos ya están siendo grabados desde la Casa Blanca de Mar-a-Lago.