Los guantes de deslizar en el béisbol infantil: ¿protección real o moda pasajera?
Exploramos el auge de los 'sliding mitts', su origen, la explosión comercial y cómo se han convertido en símbolo de expresión entre los más jóvenes.
Un accesorio que va más allá del diamante
En los últimos cinco años, un elemento ha ganado protagonismo en los diamantes del béisbol infantil y juvenil: los guantes de deslizar, también conocidos como sliding mitts. Lo que comenzó como una medida de seguridad funcional se ha convertido en un fenómeno de moda, identidad personal y emprendimiento masivo.
Niños desde los 6 años hasta jugadores profesionales en las Grandes Ligas llevan hoy estas llamativas “manoplas” que protegen las manos al deslizarse entre bases, aunque en muchos casos ni siquiera está permitido hacerlo de cabeza por reglamento. Es la nueva cara del 'drip' —la jerga de la Generación Z para referirse a un estilo llamativo— dentro del béisbol.
De la necesidad al estilo: el origen del sliding mitt
El concepto del guante de deslizar se le atribuye a Scott Podsednik, exjugador de MLB con 309 bases robadas en su carrera. En 2009, harto de las lesiones causadas por pisotones en la mano al deslizar, trabajó con un terapeuta de manos en un prototipo: un guante acolchado modificado con cinta negra. Su presencia pasó casi desapercibida entonces, pero la revolución apenas comenzaba.
Avancemos al 2024, y ya no hablamos de una protección artesanal. Existen miles de diseños: con banderas, personajes, emojis e incluso motivos religiosos. Por ejemplo, la marca Goat’d, fundada por el abogado Scott McMillen, vendió más de un millón de unidades de accesorios deportivos —incluyendo sliding mitts— en su primer año completo.
El negocio del 'drip'
McMillen no planeaba ingresar al negocio. Fue su hijo Braydon, de 10 años, quien le pidió uno tras ver a un compañero usarlo. Asombrado por la variedad y demanda, decidió fundar Goat’d en 2021. Hoy, vende desde guantes de bateo hasta muñequeras con diseños llamativos. No está solo: varias marcas compiten en un mercado donde cada pieza de equipo puede expresar la personalidad del jugador.
“Todos quieren expresarse individualmente. Y la mejor manera de hacerlo, sin convertirte en un payaso, es usar algo que le diga a los demás quién eres”, explicó McMillen en entrevista.
¿Moda o funcionalidad?
Los guantes de deslizar tienen una doble utilidad: protección y estilo. Están diseñados para evitar lesiones cuando la mano se expone al deslizarse entre bases… aunque en muchas ligas juveniles los deslizamientos de cabeza están prohibidos. Por ejemplo, en la Little League para menores de 13 años solo se permite deslizarse de cabeza al volver a una base.
A pesar de esto, los niños insisten en tener uno. ¿Por qué? Porque los usan sus ídolos. Jugadores como Fernando Tatís Jr. los lucen con orgullo, lo que crea el deseo de imitación. De hecho, jugadores en MLB usan modelos de colores brillantes y personalizados que capturan la atención de jóvenes fanáticos.
El costo oculto de la moda
El precio de un sliding mitt básico ronda los 40 dólares, pero modelos premium pueden superar los 80. Sumado a los bates de 400 USD, guantes de 200 y uniformes de torneos especiales, practicar béisbol se ha convertido en una inversión considerable para muchas familias.
La presión por estar a la moda es real. Así lo relata Chelsea Cahill, madre de tres hijos beisbolistas en Ohio. “Siempre hay una sensación de ‘esto es lo nuevo que tienes que tener’”, dice. El año pasado, su hijo menor Braxton y sus compañeros insistieron tanto en tener un sliding mitt que las mamás idearon una idea brillante y humorística: fueron a una tienda de descuento y compraron guantes de cocina. El resultado: niños felices, una lección de humildad y un video viral con más de 12 millones de vistas en TikTok.
Un objeto de deseo con raíces culturales
“Antes todos nos veíamos iguales: uniforme y guante. Ahora los niños quieren expresarse”, dice McMillen. Y tiene razón. Los sliding mitts se han unido a una larga tradición de accesorios en el deporte que han marcado generaciones. ¿Quién no recuerda las muñequeras o las cadenas doradas de los 90?
Para la cultura juvenil actual, tener un guante colorido no solo representa protección sino identidad. Un mensaje silencioso que dice: “Yo también soy parte de este juego, pero a mi manera”.
¿Un problema para los entrenadores?
No todos están encantados. Josh Plassmeyer, comisionado de la liga MBSA en Pittsburgh, prohibió los sliding mitts en su equipo sub-10 calificándolos de “distracción”. Los jugadores pasaban más tiempo ajustándoselos que prestando atención a las señales del coach. Una crítica compartida por varios entrenadores que consideran que la moda está superando la eficacia.
¿Vale la pena?
Hay argumentos a favor y en contra. Por un lado, ofrecen protección y fomentan el entusiasmo. Por otro, su utilidad en ligas donde no se desliza de cabeza es mínima. Sin embargo, lo que sí parece claro es que los sliding mitts han llegado para quedarse, al menos por un tiempo.
Es una muestra más de cómo el deporte juvenil evoluciona. Hoy más que nunca se cruzan la identidad personal, la tecnología y el marketing en un contexto deportivo. Complicado para los padres pero a menudo motivador para los pequeños atletas.
El futuro del equipo deportivo para niños
Mientras los niños sueñan con parecerse a sus ídolos de MLB, los padres navegan el equilibrio entre fomentar la pasión y frenar el consumo excesivo. Según el informe State of Play del Aspen Institute (2024), el 60% de los niños de 6 a 17 años participan en deportes organizados, una tasa que no se veía desde 2015.
Es decir, más niños = más accesorios = más negocio. Y en medio de todo, lo más importante permanece: los recuerdos construidos sobre el diamante, los valores adquiridos y las carcajadas compartidas por un guante que, a veces, ni siquiera se necesita.
Cuando la realidad se impone
Un domingo cualquiera en Monroeville, Pennsylvania. Un campo de béisbol lleno de niños jugando su deporte favorito. Josiah Jones, de 12 años, conecta un doble. Corre con fuerza, desliza los pies y se levanta sonriente. Ya no tiene su sliding mitt en el bolsillo —quizás fue olvidado o simplemente no lo necesitó—. Pero eso no importa. Lo que importa es estar en el juego. Y disfrutarlo.