La Iglesia Episcopal desafía al gobierno de EE.UU. por refugiados sudafricanos blancos
En defensa de la justicia racial, la Iglesia rompe con décadas de cooperación federal en la reubicación de refugiados
En una decisión contundente que marca un punto de inflexión en la colaboración entre instituciones religiosas y el gobierno de Estados Unidos, *la Iglesia Episcopal ha optado por dejar de cooperar con los programas federales de reasentamiento de refugiados*, luego de una controversia desatada por la aceptación prioritaria de sudafricanos blancos bajo concesiones especiales.
Una separación después de cuatro décadas de cooperación
Durante casi 40 años, *Episcopal Migration Ministries* (EMM), el brazo de migración de la Iglesia Episcopal, ha trabajado junto al gobierno estadounidense para ayudar en el reasentamiento de más de 110.000 refugiados provenientes de regiones en crisis, como Siria, Myanmar, Ucrania y la República Democrática del Congo. No obstante, el anuncio del presidente de la Iglesia, el obispo primado Sean Rowe, confirmó que esta cooperación llegará a su fin antes del cierre del presente año fiscal.
Rowe argumentó que la decisión se debe a los valores fundamentales de la Iglesia, entre ellos, la justicia racial y la reconciliación. “En vista de nuestro firme compromiso con la justicia racial […] no podemos dar este paso”, declaró el obispo. “*Es profundamente doloroso ver que un grupo de refugiados, seleccionado de forma altamente inusual, reciba un trato preferencial frente a miles de personas que han esperado años en condiciones de peligro*”.
¿Por qué la controversia con Sudafricanos blancos?
La polémica surge luego de que la administración Trump decidiera acelerar el estatus de refugiado a personas blancas de Sudáfrica, alegando que enfrentaban discriminación por parte del gobierno sudafricano. Este tratamiento especial les permitió saltarse la fila de miles de solicitantes en campamentos de refugiados alrededor del mundo, incluyendo personas en riesgo por persecución religiosa, colaboracionistas militares y otras minorías vulnerables.
Sudáfrica ha negado enérgicamente que se estén cometiendo actos de discriminación sistemática contra su minoría blanca, particularmente los afrikáners, quienes históricamente formaban parte de la élite gobernante durante el apartheid. La medida se ha interpretado por muchos como motivada por la ideología y no por las normas establecidas de política exterior y humanitaria.
Entre legado y principios: la influencia del anglicanismo sudafricano
La Iglesia Episcopal forma parte de la Comunión Anglicana global, entre cuyos miembros se encuentra la Iglesia Anglicana de África Austral. Esta última jugó un papel crucial en la lucha contra el apartheid y ha sido un símbolo del activismo religioso por la justicia racial. De hecho, su figura más reconocida, el fallecido arzobispo Desmond Tutu, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1984 por su discurso firme contra la segregación institucionalizada.
“Tenemos lazos históricos con la Iglesia Anglicana de África del Sur, y no podemos apoyar prácticas que contradicen los valores por los que nuestros hermanos lucharon durante décadas”, puntualizó Rowe.
Un patrón de tratos preferenciales en la política migratoria
Lo ocurrido no solo evidencia una ruptura ideológica con el gobierno, sino también expone los patrones selectivos de la política migratoria bajo la administración de Donald Trump. Mientras se clausuraban puertas a solicitantes afganos e iraquíes que colaboraron con el ejército estadounidense —quienes ahora enfrentan riesgo de muerte—, se ofrecía refugio expreso a personas que no estaban clasificadas originalmente dentro de las categorías prioritarias del programa.
“Es una ofensa saber que muchos refugiados que arriesgaron sus vidas sirviendo junto a nuestro ejército ahora son rechazados, mientras otros, por razones que parecen políticas, son privilegiados”, lamentó el obispo.
Un debate más amplio: la cláusula de emolumentos y la ética gubernamental
Esta decisión coincide con otra controversia que involucra nuevamente al expresidente Trump: la aceptación de un avión Boeing 747-8 donado por la familia real de Catar, destinado a ser usado como avión presidencial y, posteriormente, exhibido en su futura biblioteca presidencial. Aunque Trump defendió la donación como un gesto de buena voluntad, los expertos advierten sobre posibles violaciones a la *Cláusula de Emolumentos* de la Constitución.
Según *el Artículo I* de la Constitución de EE.UU., ningún funcionario puede aceptar regalos o incentivos de gobiernos extranjeros sin la aprobación expresa del Congreso. El regalo catarí se produjo en un contexto polémico: Trump también negoció recientemente un contrato para establecer un resort de lujo en Catar con participación de empresas saudíes, lo que reaviva las tensiones sobre el lucro personal desde un cargo de poder, ahora incluso fuera del mandato presidencial.
¿Qué dice la legislación sobre esto?
Los intentos del Congreso por crear leyes que regulen estas acciones se han encontrado con bloqueos y estancamientos políticos. En 2021, el legislador Jamie Raskin introdujo un proyecto de ley para prohibir que funcionarios estadounidenses acepten dinero o regalos de gobiernos extranjeros sin el consentimiento del Congreso, argumentando que Trump había desafiado las normas éticas básicas durante su presidencia. Sin embargo, el proyecto no avanzó.
¿Qué sucederá con los refugiados sudafricanos?
Aunque la Iglesia Episcopal se niegue a participar en el proceso, otras organizaciones religiosas están dispuestas a tomar el relevo. *Church World Service*, otra agrupación derivada de comunidades de fe, ha expresado su disposición a *“servir con dignidad y compasión a todos los refugiados elegibles, incluidos los afrikáners”*, según su presidente Rick Santos. Sin embargo, manifestó preocupación por la manera en que el gobierno eligió acelerar este grupo en particular, y no a otros bajo riesgo inminente.
Más allá de la política: ¿qué dice la fe?
La decisión de EMM no solo refleja una postura política, sino una profunda introspección sobre el papel de las instituciones religiosas en la sociedad moderna. ¿Debe una iglesia ajustarse a los lineamientos de un gobierno cuando estos comprometen la dignidad humana? ¿Cuál es la verdadera vocación de la caridad cristiana: servir sin mirar a quién, o también levantar la voz contra la injusticia cuando el sistema la perpetúa?
La respuesta de la Iglesia Episcopal parece situarse en el segundo grupo, incluso al costo de perder influencia política y fondos gubernamentales. Una muestra más de que, en tiempos de decisiones difíciles, la fe y los principios bien podrían erigirse como la última frontera entre la moral y el poder.
“Encontraremos otras formas de servir a los migrantes… incluyendo aquellos que ya se encuentran en el país y los que están varados en el extranjero”, concluyó Rowe.
Con este gesto, la Iglesia Episcopal no simplemente abandona un contrato, sino que reafirma el compromiso de que su ética no será moneda de cambio en ninguna administración política.