Crisis en la frontera Este: ¿Estambul será el escenario de la paz entre Rusia y Ucrania?

Tras tres años de guerra, Putin y Zelenskyy se desafían a una cita decisiva en Turquía mientras las potencias globales presionan por un alto al fuego

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Estambul, 2025 — El conflicto entre Rusia y Ucrania ha cumplido tres años, dejando a su paso una estela de muerte, destrucción y desconfianza global. En este escenario crítico, resurgen con fuerza los esfuerzos diplomáticos para poner fin a una de las guerras más prolongadas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

El anuncio de Vladimir Putin al proponer conversaciones de paz directas con Ucrania en la ciudad turca de Estambul ha sacudido el tablero geopolítico. Por su parte, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy ha aceptado el reto, pero ha sido claro: no se reunirá con ningún otro enviado ruso que no sea el propio Putin. Esta potencial cumbre marcaría la primera vez que ambos mandatarios se encuentran cara a cara desde el inicio del conflicto el 24 de febrero de 2022.

De Minsk a Estambul: Un historial de diálogos rotos

Los intentos de negociación han sido múltiples y variados. Desde las conversaciones de Minsk en 2014 y 2015 tras la anexión ilegal de Crimea, hasta las reuniones en Bielorrusia y Estambul durante los primeros meses de la invasión a gran escala. Sin embargo, todas han fracasado por razones ya conocidas: exigencias maximalistas, falta de confianza, o simplemente ausencia de voluntad política.

En marzo de 2022, Rusia y Ucrania discutieron condiciones en Estambul. El Kremlin se mostró abierto a reducir la ofensiva cerca de Kyiv como gesto ante una posible neutralidad ucraniana. Pero la delegación rusa exigió demasiadas concesiones: reconocimiento del control ruso sobre Donbás, desarme ucraniano, y renuncia a la OTAN. Zelenskyy no tardó en calificar tales condiciones como "un ultimátum de un asesino". Desde entonces, Moscú ha insistido en que las “acuerdos de Estambul” deberían ser la base para cualquier nueva negociación.

¿Por qué Turquía nuevamente?

Estambul no es una elección casual. Turquía, con su posición geográfica estratégica entre Europa y Asia, ha intentado jugar un rol neutral y de mediador desde el principio del conflicto. A finales de 2022, Ankara fue clave en la mediación del acuerdo de exportación de grano por el Mar Negro, evitando una crisis alimentaria global.

Ahora, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan se prepara para recibir a los líderes en Ankara esta semana. Zelenskyy ha confirmado que se encontrará allí con Erdogan, y que espera que Putin se una a las conversaciones en Estambul. De no acudir Putin, el ucraniano advirtió que quedará claro que el Kremlin “no quiere poner fin a la guerra”.

Demandas sobre la mesa: posiciones irreconciliables

Las exigencias de ambas partes siguen siendo diametralmente opuestas. Rusia insiste en que Ucrania debe:

  • Reconocer la soberanía rusa sobre Crimea y las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia.
  • Renunciar a cualquier intento de unirse a la OTAN.
  • Reducir su ejército y desarmarse de armamento de largo alcance.

Ucrania rechaza ceder cualquier territorio y exige garantías de seguridad para prevenir una futura agresión rusa. Además, insiste en la necesidad de que el Kremlin acepte retirar sus tropas y asumir responsabilidad por crímenes de guerra, una demanda que Moscú simplemente desestima.

El papel de Estados Unidos y Europa: ¿mediadores o actores secundarios?

Curiosamente, la administración de Donald Trump ha tenido un rol protagónico en intentar impulsar conversaciones desde su llegada a la Casa Blanca. Las reuniones bilaterales en Arabia Saudita en febrero y marzo de 2025 entre funcionarios rusos y estadounidenses, incluyeron incluso al Secretario de Estado Marco Rubio.

Trump ha declarado que “Crimea se quedará con Rusia” y que Ucrania “nunca se integrará a la OTAN”, alineándose curiosamente con partes del discurso del Kremlin. Esta postura ha generado descontento en Europa, donde líderes como Emmanuel Macron, Keir Starmer y Friedrich Merz han apostado por un frente unido para exigir a Moscú un cese inmediato de hostilidades, respaldado por nuevas sanciones si no lo cumple.

El bloque europeo ha pedido un alto el fuego de 30 días que empieza este lunes, aunque Putin ya lo rechazó.

El campo de batalla: una guerra de desgaste

Mientras la diplomacia avanza a paso lento, el frente se mantiene en constante ebullición. El Instituto para el Estudio de la Guerra ha detallado que Rusia continúa enviando refuerzos a la línea de frente, especialmente en el este y sur de Ucrania.

Los combates en regiones como Kursk, limítrofe pero dentro de territorio ruso, han recrudecido. Moscú, con ayuda de soldados norcoreanos, ha conseguido recuperar terreno que las fuerzas ucranianas ocuparon en incursiones sorpresivas a mediados de 2024.

Se estima que más de 70.000 soldados han muerto en ambos bandos desde el inicio del conflicto, sin contar las bajas civiles o heridos. Esta guerra de desgaste ha sido devastadora, marcada por bombardeos sobre infraestructura energética y sistemáticas violaciones de treguas parciales.

Entre ceses al fuego temporales y retórica bélica

En meses recientes, Rusia ha decretado dos ceses al fuego unilaterales: uno de 30 horas por Pascua y otro de 72 horas durante el Día de la Victoria sobre la Alemania nazi. Ucrania ha acusado a Moscú de utilizarlos como cortina de humo para rearmarse.

Un intento más serio de alto al fuego —un acuerdo para no atacar instalaciones energéticas— se logró en marzo tras intervención norteamericana. No obstante, ambas partes se acusaron mutuamente de violar dicho pacto hasta que perdió validez.

¿Qué viene ahora?

Zelenskyy ha dejado clara su estrategia: presión internacional, firmeza nacional y exposición pública de cualquier intento ruso de sabotear la paz. “Solo Putin puede parar la guerra”, insistió su asesor Mykhailo Podolyak durante una reciente entrevista con periodistas exiliados rusos.

De momento, Turquía se perfila como el último bastión posible para destrabar la tragedia. Pero los escepticismos abundan. ¿Se atreverá Putin a volar a Estambul para firmar su legado, o volverá a optar por el juego de espejos en el que Moscú dice buscar la paz mientras martillea el Donbás?

Europa, EE. UU. y los propios ucranianos están a la expectativa. El reloj diplomático vuelve a girar, esta vez en el histórico Bósforo. Y quizás, solo quizás, aún quede una rendija para la paz.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press