Menos generales, más soldados: ¿reforma audaz o purga disfrazada en el Pentágono?

El plan 'Less Generals, More GIs' impulsado por Pete Hegseth busca reducir drásticamente los altos mandos militares en EE. UU. en medio de tensiones globales y un clima político polarizado.

Un recorte sin precedentes en la cumbre del poder militar

La propuesta del Secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, de eliminar más de 120 puestos de oficiales de alto rango en las Fuerzas Armadas ha provocado tanto aplausos como temores, reavivando el debate sobre la militarización, eficiencia y politización del ejército. El plan, denominado “Less Generals, More GIs” (Menos generales, más soldados), representa una transformación estructural que afectará tanto a la activa como a la Guardia Nacional, con la eliminación de hasta 9 puestos de generales de cuatro estrellas y cerca de 80 cargos de uno a tres estrellas.

Según los datos proporcionados, el recorte representa un 20% de los puestos más altos autorizados para la activa y un 10% del total de otros altos cargos jerárquicos. A pesar de no afectar directamente la cantidad total de efectivos en servicio, sí implica una drástica reorganización en los niveles de liderazgo y una disminución apreciable en los costos salariales del Pentágono.

Menos élite, más base: ¿una lógica eficaz?

La lógica promovida por Hegseth es simple, al menos en apariencia: reducir el "exceso" de oficiales de alto rango para liberar recursos hacia el personal operativo de menor rango. “Más generales y almirantes no equivalen a más éxito”, afirma Hegseth en un video explicativo de su propuesta. Recalca que su intención no es castigar a los oficiales de alto rango, sino actuar con "prudencia" en una reforma necesaria y meditada.

Sin embargo, esta reestructuración se produce en un momento en el que EE. UU. mantiene plantillas militares activas en Siria, Europa, el Medio Oriente y el Pacífico, mientras sigue involucrado política y estratégicamente en conflictos internacionales como los de Ucrania y Gaza. ¿Es entonces este el mejor momento para una poda jerárquica militar?

Impacto desigual en los cuerpos militares

El impacto de los recortes no será homogéneo. Por ejemplo, el Ejército (Army), con autorización para asignar hasta 219 oficiales generales, será el más afectado. Se espera que al menos 40 puestos sean eliminados a través de fusiones de comandos o cierre de unidades.

En contraste, el Cuerpo de Marines apenas verá alteraciones en su estructura. Con solo dos generales de cuatro estrellas, ya es la fuerza más austera en términos de mandos superiores. El teniente coronel Josh Benson, portavoz del cuerpo, destacó que alrededor de un tercio de los generales actuales ya desempeñan múltiples funciones. “Cualquier recorte tendrá un impacto desproporcionado sobre nosotros”, advirtió.

La redistribución del mando: un rompecabezas operativo

La eliminación de rangos no implica que las responsabilidades desaparezcan. De hecho, buena parte de ellas recaerá en coroneles, capitanes navales y otros oficiales subalternos. Aquí surgen dudas legítimas sobre la preparación, sobrecarga funcional y eficacia que podrán demostrar estos mandos medios al asumir responsabilidades tradicionalmente reservadas a oficiales de alto nivel.

¿Una purga ideológica encubierta?

La crítica más incisiva proviene de miembros demócratas del Congreso, que ven en los recortes una maniobra del gobierno para aquietar voces disidentes dentro del ejército. El temor radica en que el plan sirva para reemplazar liderazgos con alineación institucional por figuras ideológicamente afines al marco político republicano, especialmente a la administración Trump.

“No es una reducción presupuestaria, es un reordenamiento de lealtades”, insinuó un congresista demócrata bajo anonimato.

Los números detrás del mando militar

  • Máximo de oficiales autorizados por ley:
    • Ejército: 219
    • Fuerza Aérea: 171
    • Fuerza Espacial: 21
    • Marines: 64
    • Marina: 150
  • Rango total de oficiales generales activos:
    • 4 estrellas: máximo de 27
    • 3 estrellas: 153
    • 2 estrellas: 239
    • 1 estrella: 210

La redistribución también afecta a más de 30 puestos en la Guardia Nacional, tras una auditoría interna donde los propios líderes de la Guardia identificaron cargos duplicados o innecesarios. Aunque los generales adjuntos estatales —nombrados por gobernadores y no sujetos a decisiones federales— no se verán afectados, el mensaje es claro: se espera una estructura más ágil e interoperable con el estado federal.

Lecciones del pasado: entre la sobredimensión y el pragmatismo

No es la primera vez que EE. UU. replantea su estructura militar. En 1986, bajo la administración Reagan, se llevaron a cabo importantes ajustes con la aprobación de la Ley Goldwater-Nichols, que redefinió la cadena de mando y fortaleció el liderazgo conjunto. En aquella ocasión, el objetivo fue mejorar la coordinación entre ramas militares tras los desastres operativos en misiones como la invasión de Granada o el atentado en Beirut.

Treinta años después, las circunstancias son diferentes, pero la idea base de “más operatividad, menos burocracia” se mantiene.

Conflictos globales activos: ¿el momento oportuno?

En un año donde Estados Unidos mantiene presencia activa en varios frentes y observa con cautela la escalada entre Rusia y la OTAN o el expansionismo en Asia, una reestructuración tan amplia podría enviar señales contradictorias a aliados y adversarios.

La percepción internacional sobre el músculo ordenativo del Pentágono suele evaluarse, en parte, por la estabilidad de su aparato de mando. Además, recortar tropa de élite en medio de incertidumbre estratégica podría reforzar narrativas hostiles sobre un “declive de la hegemonía estadounidense”.

¿Más soldados o menos liderazgo?

La promesa de Hegseth es que con los ahorros salariales generados se podrá potenciar el reclutamiento y mejorar la dotación de rangos bajos. Pero analistas señalan que el entrenamiento y operatividad de nuevos soldados no compensan la falta de líderes experimentados cuando se trata de establecer estrategia, coordinar alianzas y planificar misiones complejas.

Peter Feaver, experto en relaciones civil-militares de la Universidad de Duke, advirtió recientemente que “la confianza en la cadena de mando es esencial para evitar errores costosos en escenarios de crisis”.

Pentágono en redefinición: reformas o experimentos

Uno de los puntos más polémicos es que estas decisiones emanan en gran parte del Departamento de Eficiencia Gubernamental, una nueva oficina impulsada por Elon Musk y apoyada por la administración Trump. Esto ha generado suspicacias sobre la influencia de actores externos sin carrera militar ni formación en defensa sobre decisiones vitales del Departamento de Defensa.

¿Podrían las ideas de empresarialización de estructuras públicas trasladarse de manera útil al ámbito castrense? Algunos dicen que sí, en tiempos donde los presupuestos públicos deben optimizarse. Otros alertan que ver las armas y las tropas como unidades de producción podría socavar principios de profesionalismo y lealtad institucional.

¿Qué pensarán los aliados estratégicos?

Países OTAN, socios en Asia y aliados en Medio Oriente observan atentamente. En reuniones recientes del Consejo Atlántico, altos funcionarios de defensa europeos han solicitado a EE. UU. “claridad y continuidad en el liderazgo militar conjunto” ante los crecientes desafíos geopolíticos.

Un mando claro y experimentado es clave para articular operaciones multinacionales, especialmente cuando hay presencia compartida en zonas tan delicadas como el Mar del Sur de China o las fronteras de Ucrania.

Lo que está en juego

Más allá de los números y discursos, lo que está en juego es parte del ADN institucional de la primera potencia militar del mundo. Si estas reformas logran rendimientos operativos sin menoscabar disciplina, liderazgo y unidad, podrían posicionar a EE. UU. como una fuerza más flexible y moderna.

Sin embargo, si prevalece la lógica de reemplazar estrategia por número bruto, o si se politiza el mando como algunos temen, la iniciativa podría derivar en una seria vulnerabilidad para el aparato de defensa estadounidense.

Como dijo una vez el general Omar Bradley: “El liderazgo es intangible, y por tanto, más difícil de evaluar. Pero también es más valioso que cualquier arma.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press