Trump y Sudáfrica: Tensiones raciales, refugiados afrikaners y diplomacia al límite

El presidente Donald Trump reabre heridas históricas al acusar de 'genocidio' al gobierno sudafricano y ofrecer refugio a agricultores blancos mientras avanza en su cruzada contra la equidad racial.

Un encuentro esperado en medio de una tormenta diplomática

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosa, sostendrán una reunión clave el 21 de mayo en la Casa Blanca. No se trata de una visita diplomática más. La tensión que precede al encuentro es palpable: Trump ha acusado públicamente al gobierno de Sudáfrica de permitir un "genocidio" contra los granjeros blancos —afirmación que Pretoria ha rechazado categóricamente.

En los últimos meses, Trump ha intensificado sus críticas contra el Gobierno liderado por la mayoría negra en Sudáfrica. Ha congelado fondos, eliminado programas de diversidad y ha acogido a 59 sudafricanos blancos como refugiados, apuntando a un proceso de reubicación de la minoría afrikáner en Estados Unidos.

¿Hay un genocidio silencioso contra granjeros blancos?

La afirmación de Trump de que existe un "genocidio" contra granjeros blancos en Sudáfrica remite a una percepción impulsada por ciertos círculos conservadores y nacionalistas blancos, tanto en Sudáfrica como en EE.UU. La realidad, por otro lado, parece mucho más matizada.

En 2020, los asesinatos de granjeros blancos en Sudáfrica representaban una proporción reducida de los más de 21,000 homicidios anuales registrados en el país. La policía sudafricana y múltiples informes independientes atribuyen la mayoría de estos ataques a criminalidad generalizada y no a motivaciones raciales específicas. Las estadísticas oficiales no respaldan la idea de un genocidio.

Sin embargo, la narrativa promovida por algunos líderes de la minoría afrikáner —una comunidad compuesta por aproximadamente 2.7 millones de personas en un país de 62 millones de habitantes, mayoritariamente negros— ha calado profundamente en la retórica política de Trump.

¿Quiénes son los afrikaners?

Los afrikaners descienden principalmente de colonos neerlandeses, franceses y alemanes que se establecieron en Sudáfrica durante el siglo XVII. Durante el régimen del apartheid (1948–1994), lideraron un sistema oficial de segregación racial que oprimía a la mayoría negra del país. A pesar del fin del apartheid y la llegada de una democracia multirracial en 1994, muchos afrikaners han sentido que han perdido privilegios y están marginados en el nuevo orden político y económico.

Trump y la narrativa anti-DEI

Desde su retorno a la Casa Blanca en enero, Trump se ha embarcado en una cruzada contra los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en todas las instituciones públicas. Esta ofensiva ha incluido eliminar la financiación federal a instituciones que operen programas DEI considerados “discriminatorios contra blancos” y exigir a contratistas que eliminen políticas pro-diversidad para poder trabajar con el gobierno federal.

Esta agenda ha resonado con sectores conservadores y ha sido presentada como una medida para 'nivelar el campo de juego'. No obstante, críticos argumentan que en realidad es un intento de revertir décadas de avances en la equidad racial y social.

La tierra como punto de fricción

El gobierno sudafricano también ha promovido una ley de expropiación de tierra que permitiría al Estado redistribuir terrenos no utilizados sin compensación. Aunque la ley está diseñada para corregir los desequilibrios históricos creados por el apartheid, los grupos afrikáner han denunciado que se trata de un intento de despojarles de su propiedad. Trump ha utilizado este argumento para respaldar su retórica de 'genocidio rural blanco.'

Sin embargo, organizaciones como Human Rights Watch y la ONU han advertido contra el uso de la palabra “genocidio” para describir la situación, argumentando que trivializa verdaderos genocidios reconocidos históricamente como el de Ruanda o el Holocausto.

El verdadero objetivo: influir en la política interna estadounidense

Los críticos sugieren que el enfoque en Sudáfrica responde más a necesidades políticas internas de Trump que a preocupaciones genuinas por los derechos humanos. Al posicionarse como defensor de los blancos oprimidos —incluso en el extranjero— Trump recalibra su discurso racial para conectar con su base más conservadora. Esta estrategia, según analistas, busca generar simpatía con votantes temerosos del avance de la diversidad y el cambio demográfico en EE.UU.

“Trump está usando el caso sudafricano como un espejo para sus luchas internas contra los movimientos sociales que promueven la equidad racial en los EE.UU.”, afirma el experto en relaciones internacionales Steven Friedman, de la Universidad de Johannesburgo.

Respuesta oficial sudafricana: enfriando tensiones diplomáticas

Desde Pretoria, se esperan declaraciones comedidas. La oficina de Ramaphosa ha declarado que su visita pretende “reiniciar la relación estratégica entre ambos países” y aclarar “malentendidos significativos y malinformaciones sobre el Estado de Derecho y políticas internas de Sudáfrica”.

El canciller sudafricano subrayó además que el sistema de cuotas y redistribución ha sido debatido en foros internacionales de forma transparente y democrática, y que “no existe un ataque sistemático contra blancos ni contra ningún otro grupo étnico en el país”.

Refugiados afrikaners en EE.UU.: un precedente peligroso

El Departamento de Seguridad Nacional de EE.UU. confirmó que 59 refugiados sudafricanos (todos blancos) llegaron al país esta semana como parte de un programa especial de “protección étnica”. Este enfoque marca un cambio sin precedentes en la política migratoria estadounidense, tradicionalmente reservada para víctimas de conflictos armados, persecución religiosa o ideológica.

Mientras otros programas de reasentamiento —como el que buscaba acoger a refugiados de Siria o América Central— siguen congelados, el movimiento de Trump ha sido denunciado como una muestra descarada de “favoritismo racial”.

Organismos como el Centro para Estudios Migratorios han advertido que este tipo de decisiones podrían sentar peligrosos precedentes en materia de solicitudes de asilo e instrumentación política de la migración.

¿Qué puede surgir del encuentro Trump-Ramaphosa?

Los analistas esperan que ambos líderes busquen salvar cara mientras refinan sus mensajes para sus respectivas audiencias nacionales. Trump, presionado por las primarias republicanas y la necesidad de mantener el apoyo de la derecha más dura, probablemente adoptará una posición inflexible. Ramaphosa, por su parte, necesitará reafirmar la soberanía sudafricana sin dinamitar las relaciones comerciales con EE.UU., que sigue siendo uno de sus principales socios económicos.

Habrá que observar de cerca si este encuentro logra desescalar narrativas radicales o si, por el contrario, afianza aún más una nueva geopolítica de las percepciones raciales e ideológicas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press