El Haka como protesta: la batalla cultural que sacude al Parlamento de Nueva Zelanda

Una danza ancestral, tres jóvenes políticos y una sanción legislativa histórica: ¿acto de disenso o amenaza institucional?

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El poder del haka más allá del deporte

La haka es mucho más que una danza; es una manifestación profunda de identidad y herencia del pueblo māori en Nueva Zelanda. Aunque tradicionalmente se la asocia con los rugbiers neozelandeses —en especial con los All Blacks—, su uso se ha expandido a celebraciones, funerales, ceremonias de graduación e incluso actos de protesta política. El 20 de mayo de 2025, el haka llegó nuevamente al Parlamento. Pero esta vez, lejos de unir al país, sembró discordia política y cultural a niveles inéditos.

Una danza, tres parlamentarios y una ley polémica

Todo comenzó en noviembre de 2024, cuando Hana-Rāwhiti Maipi-Clarke, la parlamentaria más joven en la historia de Nueva Zelanda con apenas 22 años, tomó el estrado en la Cámara para expresar su oposición a un proyecto de ley que, según Te Pāti Māori (el Partido Māori), buscaba desmantelar los derechos indígenas establecidos en el Tratado de Waitangi de 1840 —el acuerdo fundacional entre las tribus māori y la Corona británica.

En lugar de expresar un simple "no" en la votación, Maipi-Clarke rompió una copia del proyecto legislativo mientras entonaba el haka, siendo rápidamente acompañada por sus colegas Rawiri Waititi y Debbie Ngarewa-Packer. La escena fue electrizante, simbólica y profundamente polémica.

Reacciones encontradas: ¿protesta democrática o amenaza institucional?

El uso del haka en contextos parlamentarios no es nuevo. Tradicionalmente, sigue a leyes aprobadas que benefician a los pueblos indígenas. Pero en este caso, la danza fue ejecutada interrumpiendo deliberadamente una votación y dirigiéndose directamente hacia los parlamentarios del Gobierno.

Mientras algunos dirigentes consideraron el acto como un uso legítimo de la protesta simbólica en un espacio democrático, otros lo vieron como una intimidación física y verbal prohibida dentro de los códigos de conducta del Parlamento.

El castigo más severo en la historia legislativa

La comisión parlamentaria encargada de juzgar el comportamiento de los legisladores propuso sanciones sin precedentes: una suspensión de 7 días para Maipi-Clarke y 21 días para sus dos colegas. Es importante recordar que la suspensión récord previa en Parlamento había sido de apenas tres días, con antecedentes tan excéntricos como parlamentarios que llegaron a ingresar un tractor a la sede legislativa sin consecuencias de esta magnitud.

Chris Hipkins, líder de la oposición y el único en hablar antes de la postergación del debate, argumentó que la severidad de las sanciones escondía racismo institucional: "Cuando se trató de actos desquiciados de otros parlamentarios, nunca hubo suspensiones ni remoción del cargo".

Sin embargo, Judith Collins, presidenta de la comisión y miembro del partido gobernante, insistió en que el castigo "no es por el haka", sino por lo que consideró "el comportamiento más grave jamás presenciado en el recinto".

¿Una criminalización del ritual?

Fuera del Parlamento, se reunieron cientos de manifestantes para recibir a los parlamentarios māori con un haka colectivo en señal de solidaridad. Eru Kapa-Kingi, líder activista indígena, resumió el sentimiento dominante fuera del edificio legislativo: "El haka es una fuente de orgullo, pero en el Parlamento ahora se percibe con miedo. Si los All Blacks lo hacen, se aplaude. Si lo hacemos nosotros en el Congreso, se nos sanciona".

Un contexto histórico de represión cultural

Para muchos neozelandeses, especialmente los māori, esta controversia evoca una tensión histórica entre la herencia cultural indígena y las estructuras políticas coloniales. El haka, utilizado antiguamente como una danza de guerra para intimidar al enemigo antes del combate, ha sido resignificado con el tiempo en un gesto de respeto, unidad e identidad cultural.

No obstante, los ecos de su pasado combativo aún resuenan, y su ejecución por parte de representantes indígenas electos en un lugar de poder, como el Parlamento, plantea incomodidades profundas dentro de una sociedad que aún enfrenta el legado del colonialismo.

Qué es el haka y por qué es sagrado

El haka más conocido es el “Ka Mate”, popularizado mundialmente por los All Blacks desde principios del siglo XX. Sin embargo, existen decenas de variantes, muchas de ellas ligadas a tribus específicas y eventos históricos particulares. Se transmiten de generación en generación, y su correcta ejecución requiere no solo aprender los movimientos y las palabras, sino también conocer los significados y protocolos culturales detrás de cada gesto.

“No es simplemente una danza”, explica el profesor de Cultura Māorí, Tipene O'Regan. “Es un manifiesto emocional, físico y espiritual que lleva siglos de historia encima”.

Incluso el gobierno de Nueva Zelanda reconoce su importancia cultural; desde 2014 existe una política que permite a los funcionarios ejecutar hakas en eventos de Estado como muestra de respeto.

¿Qué sigue ahora?

El debate parlamentario sobre las sanciones se reanuda el 5 de junio, justo después de la semana presupuestaria. Se espera que choque frontalmente con la agenda legislativa, ya que ni el Gobierno ni la oposición muestran señales de ceder. Mientras tanto, los líderes indígenas advierten que cualquier intento de penalizar culturalmente el haka sentaría un precedente alarmante sobre la libertad de expresión cultural en las democracias occidentales.

La joven Hana-Rāwhiti Maipi-Clarke, que se ha convertido en un símbolo para muchos jóvenes māori, afirmó después de la protesta: “El haka no es intimidación; es amor por nuestra gente, es una lucha legítima por sobrevivir en nuestras tierras”. Con esa declaración, y un movimiento cultural cada vez más fuerte respaldándola, parece que el conflicto recién empieza.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press