¿Libertad o confinamiento?: La polémica por los elefantes Billy y Tina revive el debate sobre los zoológicos urbanos
Tras su traslado secreto al zoológico de Tulsa, la lucha de activistas por un santuario para los elefantes del zoológico de Los Ángeles reabre las preguntas éticas sobre el cautiverio animal y el futuro de los elefantes en EE.UU.
Un viaje bajo la sombra del sigilo
Bajo el cobijo de la madrugada, a las 1:30 a.m. del martes, los últimos dos elefantes del Zoológico de Los Ángeles, Billy y Tina, fueron transferidos al zoológico de Tulsa, Oklahoma. Este traslado nocturno no fue anunciado públicamente con anticipación y buscó, según se reportó, evitar a los defensores de los derechos animales que vigilaban los alrededores del zoológico angelino.
El movimiento ha sido fuertemente criticado por el Nonhuman Rights Project, un grupo legal dedicado a expandir los derechos fundamentales de ciertos animales no humanos. Jake Davis, abogado del grupo, denunció que la decisión va en contra de los mejores intereses de los elefantes, que merecen, asegura, vivir en santuarios abiertos y no en otro zoológico urbano.
¿Por qué tanto alboroto por dos elefantes?
Billy, un elefante asiático macho de 40 años, y Tina, una hembra de 59 años, son más que animales: se han convertido en símbolos de una batalla ética global sobre el rol de los zoológicos modernos. Los defensores de los animales sostienen que ya no basta con asegurar la supervivencia de las especies en cautiverio; es necesario ofrecerles condiciones que respeten su comportamiento natural.
Los elefantes, en su estado salvaje, recorren decenas de kilómetros diarios y viven en grupos familiares complejos. En los zoológicos urbanos muchas veces son mantenidos en espacios reducidos, sin el estímulo físico ni social adecuados. Esto ha llevado a numerosos problemas físicos y psicológicos, como zoocosis, comportamientos repetitivos sin propósito, motivo de preocupación tanto para científicos como para activistas.
Los santuarios: ¿la verdadera alternativa?
El Nonhuman Rights Project abogó por el traslado de Billy y Tina a uno de dos santuarios certificados para elefantes: el Elephant Sanctuary en Tennessee o el Santuario PAWS en el norte de California. Estos centros ofrecen terrenos extensos, hasta 1.200 hectáreas, sin presencia humana constante, donde los elefantes pueden escoger con quién socializar y deambular a sus anchas.
Este modelo contrasta ferozmente con el de los zoológicos tradicionales que, aunque promueven educación y conservación, son constantemente criticados por priorizar la exhibición sobre el bienestar.
“Ellos necesitan grandes extensiones de tierra, terreno variado y libertad de elección”, dijo Jake Davis en una conferencia de prensa. “En un santuario podrían vivir como dicta su naturaleza”.
Pero ¿y el zoológico de Tulsa?
El Zoológico de Los Ángeles defendió la decisión en un comunicado, citando que el Zoológico de Tulsa fue la mejor opción siguiendo las recomendaciones de la Association of Zoos and Aquariums (AZA) bajo su programa Elephant Species Survival Plan. Este plan prioriza, dicen, la socialización, el espacio y la experiencia del personal en el manejo de elefantes ancianos.
Según la AZA, mantener elefantes en grupos sociales adecuados es crítico para su bienestar, y el zoológico de Tulsa ya alberga otros elefantes asiáticos, lo que facilitará la integración de Billy y Tina. Además, la decisión aseguraba que ambos elefantes seguirían juntos a pesar del traslado, lo que también es considerado beneficioso emocionalmente para animales que han compartido gran parte de su vida en cautividad.
Una lucha que va más allá de LA
El destino de Billy y Tina no es un caso aislado. En los últimos 10 años, diversos zoológicos de Norteamérica han sido blanco de campañas públicas, presiones legales y decisiones judiciales en torno al futuro de sus elefantes.
- Toronto Zoo: en 2013, cerró su hábitat de elefantes y envió sus últimos tres a un santuario en California.
- San Francisco Zoo: en 2004, tomó una decisión similar al enviar a sus dos elefantes sobrevivientes a un santuario luego de la muerte de una tercera elefanta.
- Bronx Zoo (Nueva York): ha resistido múltiples demandas para liberar a Happy, una elefanta asiática. A pesar del esfuerzo del mismo Nonhuman Rights Project por declarar a Happy como “persona legal” a efectos de habeas corpus, los tribunales fallaron en contra en 2022.
El patrón es claro: una parte creciente de la sociedad considera a los elefantes como seres de alta complejidad cognitiva, emocional y social que no deben vivir en zoológicos urbanos, sino en entornos más dignos.
La posición de la ciencia
Estudios etológicos y neurológicos han demostrado que los elefantes tienen capacidades cognitivas equiparables a las de los grandes simios y cetáceos. Son capaces de reconocerse en espejos (una señal de autoconciencia), poseen duelos prolongados tras la muerte de miembros familiares, usan herramientas rudimentarias y tienen una memoria impresionante.
“Los elefantes no solo recuerdan rutas o sitios, recuerdan relaciones, eventos traumáticos y hasta sonidos precisos”, dijo la Dra. Joyce Poole, una de las principales especialistas en comportamiento de elefantes, en una entrevista para The Guardian.
En confinamiento, estas capacidades se ven frustradas, generando altos niveles de estrés y acortando la longevidad de los animales, especialmente cuando viven solos o en ambientes limitados.
Un estudio publicado por la Proceedings of the National Academy of Sciences en 2008 encontró que los elefantes africanos en zoológicos vivían en promedio hasta 17 años menos que sus contrapartes salvajes. La diferencia es aún mayor en elefantes asiáticos.
Las celebridades también alzan la voz
Entre las voces más reconocidas en esta batalla destaca Cher, ícono de la música pop y activista por el bienestar animal. En una declaración entregada como parte de una demanda civil para evitar el traslado de Billy y Tina, Cher fue contundente:
“Billy y Tina ya cumplieron su condena en confinamiento. Merecen la oportunidad de vivir en paz y dignidad en sus años restantes”.
Aunque un juez federal desestimó la solicitud de orden de alejamiento de emergencia para detener la mudanza, la presión mediática ha sido intensa. El asunto ha alcanzado incluso a audiencias internacionales a través de las plataformas sociales y canales de noticias globales.
¿Qué pasará ahora con la demanda?
Jake Davis, abogado del Nonhuman Rights Project, anticipa que la causa en Los Ángeles probablemente será desestimada por la concreción del traslado. No obstante, su equipo ya evalúa nuevas acciones legales en Oklahoma para reclamar el bienestar de Billy y Tina en su nuevo hogar.
Mientras tanto, el debate sobre el lugar de los elefantes en la vida urbana y su preservación en cautividad continúa intensificándose. La pregunta de fondo ya no es solamente dónde deben estar, sino cómo los considera nuestra sociedad: ¿Son simples exhibiciones vivientes, especies en conservación o individuos con derechos?
El rol de los zoológicos en el siglo XXI
La crisis de biodiversidad actual —con la ONU estimando que un millón de especies están en peligro de extinción en las próximas décadas— ha forzado una revalorización del papel de los zoológicos. Algunos argumentan que estos espacios seguirán siendo necesarios como bancos genéticos y centros educativos, pero deben transformarse radicalmente.
Otros proponen modelos híbridos: zoológicos sin rejas, con hábitats de cientos de hectáreas, solo para animales que no pueden reinsertarse en la naturaleza —como es el caso de animales rescatados, heridos o nacidos en cautiverio. En este modelo, la exhibición pública se reduce y la conservación y bienestar animal pasan a primer plano.
En este contexto, los casos de Billy y Tina podrían tener el impacto de precedente cultural, impulsando reformas profundas en la forma en que tratamos a los animales más majestuosos —y vulnerables— del planeta.