El mercado de bonos se rebela: ¿estamos entrando en una nueva era de 'vigilantes' financieros?

El aumento del rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense y la escalada del endeudamiento federal ponen en alerta a Wall Street mientras Washington busca recortes fiscales

Por años, el mercado de bonos ha sido considerado el bastión de la estabilidad financiera. Pero cuando estalla, su impacto puede sacudir los cimientos del sistema económico mundial. En las últimas semanas, los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense han escalado de manera preocupante, empujados por los crecientes temores en torno al déficit fiscal, los planes de recortes de impuestos impulsados por el Congreso y una deuda nacional que se perfila como insostenible. Este fenómeno revive la figura de los “vigilantes del mercado de bonos”, inversionistas alertas que no dudarán en castigar políticas fiscales y monetarias imprudentes. ¿Estamos presenciando su regreso?

¿Qué está pasando con los bonos del Tesoro?

El rendimiento del bono del Tesoro a 10 años —el barómetro del mercado de bonos estadounidense— ha subido del 4,01% a inicios de abril al 4,54% en semanas recientes. Aún más alarmante es el bono a 30 años, cuyo rendimiento ha superado el 5%, acercándose a niveles no vistos desde la crisis financiera de 2008.

Esto no es cualquier movimiento. En el mundo de los bonos, las décimas de punto son tan importantes como una montaña rusa en la bolsa de valores. Esta alza indica que los inversionistas están exigiendo mayor rentabilidad como compensación por prestar dinero a un gobierno con finanzas inciertas.

¿Por qué suben los rendimientos?

Los expertos señalan una combinación de factores detrás del aumento:

  • Incremento del gasto público: La Cámara de Representantes ha aprobado un nuevo paquete de recortes fiscales que, de implementarse, agregaría billones de dólares a la deuda federal.
  • Inflación persistente: Aunque la inflación se ha moderado, aún se mantiene por encima del objetivo del 2% de la Reserva Federal, lo que erosiona el valor real de los pagos de los bonos en el tiempo.
  • Degradación de la calificación crediticia: En un golpe simbólico pero significativo, Moody's Ratings ha dejado de considerar a Estados Unidos como un deudor AAA, sumándose a Fitch y Standard & Poor's.
  • Políticas comerciales y fiscales impredecibles: Las amenazas de nuevos aranceles por parte de Donald Trump y propuestas fiscales sin respaldo de financiación inquietan a los inversionistas.

¿Qué son los 'vigilantes del mercado de bonos'?

El término bond market vigilantes se refiere a inversores que castigan a los gobiernos imprudentes al vender sus bonos, lo cual provoca un aumento de los rendimientos y presión sobre la economía. La frase se hizo popular en los años 80 y 90, cuando el mercado forzaba a los políticos a mantener la disciplina fiscal.

James Carville, asesor de Bill Clinton, lo resumió con ironía: “Si volviera a nacer, quisiera ser el mercado de bonos: puede intimidar a cualquiera.”

Un ejemplo reciente y dramático ocurrió en 2022 con la efímera gestión de la primera ministra británica Liz Truss. Su plan fiscal irresponsable hizo que el rendimiento de los bonos británicos se disparara, forzando su renuncia tras solo 45 días en el cargo.

¿Podría pasar lo mismo en EE. UU.?

De momento, los analistas no prevén una crisis inmediata. Brian Rehling, estratega de renta fija global en Wells Fargo, señala: “No creo que esto escale al nivel de una crisis, pero sí es una advertencia seria.”

Actualmente, la reacción es más contenida que en eventos pasados. Sin embargo, puede que solo estemos ante las primeras señales de alarma. Y como ya se ha demostrado, la presión de los mercados puede hacer que incluso gobiernos muy decididos reconsideren sus estrategias.

Impacto directo en los ciudadanos

Este fenómeno no se queda en Wall Street. Afecta directamente a la economía doméstica estadounidense:

  • Hipotecas más caras: Las tasas hipotecarias, que siguen de cerca al bono a 10 años, han alcanzado niveles no vistos desde febrero, afectando la compra de viviendas.
  • Costos más altos para tarjetas de crédito y préstamos estudiantiles.
  • Riesgo de recesión: Al aumentar el costo del dinero, se desacelera el consumo y la inversión, factores claves para el crecimiento económico.

Una situación conocida… pero más peligrosa

Ya en 2011, el debate sobre el techo de la deuda había generado oleadas en los mercados, incluyendo la primera rebaja de crédito por parte de Standard & Poor’s. Pero en ese entonces, la deuda representaba el 95% del PIB estadounidense. Hoy, supera el 120%.

Según el Congresional Budget Office (CBO), el gasto neto en intereses de la deuda podría superar al presupuesto de defensa para 2030. De continuar esta senda, pronto el gobierno estaría gastando más en pagar intereses que en educación, infraestructura o ciencia.

¿Y la Reserva Federal?

La Reserva Federal se encuentra en una encrucijada. Si bien desea moderar la inflación, no puede ignorar que subir más los tipos de interés amenaza con enfriar demasiado la economía. Además, el aumento de los rendimientos de los bonos actúa —en cierta medida— como política monetaria restrictiva por sí mismo.

Jerome Powell, presidente de la Fed, ha señalado recientemente que el organismo se mantiene “atento y flexible”, pero los mercados interpretan cada palabra como un cuchillo de doble filo.

¿Qué papel juega la política?

Con un año electoral a la vista, la política fiscal en EE. UU. tiende a ser aún más imprudente. El deseo de prometer recortes fiscales o gasto público —sin un plan claro de financiación— es casi una constante en el discurso político.

La propuesta de nuevo recorte de impuestos, liderada por los republicanos y con apoyo de Donald Trump, se vende como un estímulo económico, pero probablemente termine por inflar aún más el déficit fiscal.

Según la Oficina Presupuestaria del Congreso, los recortes podrían añadir cerca de $3 billones al déficit en la próxima década. Este tipo de medida —en un contexto de alta deuda y elevada inflación— puede desencadenar justo el tipo de reacción que temen los mercados.

¿Y qué pasa con otros países?

Estados Unidos no está solo. Japón también ha experimentado movimientos en sus rendimientos, tras liberalizar parcialmente el control sobre la curva de rendimientos de sus bonos. En Europa, Alemania y el Reino Unido también ven repuntes en sus rendimientos.

Pero el caso estadounidense es especialmente notorio, ya que sus bonos —los Treasurys— representan el activo libre de riesgo por excelencia para el sistema financiero mundial. Si el mundo empieza a desconfiar del Tesoro estadounidense, las implicaciones serían profundas.

Entonces, ¿puede ocurrir una crisis?

Aunque no inmediata, la posibilidad de una crisis por la deuda no es descartable. La historia demuestra que los mercados no siempre reaccionan de inmediato, pero cuando lo hacen, pueden hacerlo con fuerza destructiva.

Las señales están sobre la mesa: rendimientos al alza, deuda creciendo de forma estructural, señales de sobrecalentamiento en algunos sectores y falta de gobernabilidad fiscal real. Si no hay un cambio de rumbo, la paciencia de los inversores podría agotarse.

En palabras de Nate Thooft, de Manulife Investment Management: “No es el apocalipsis, pero sí el inicio de algo que puede tener consecuencias profundas si no se atiende.”

¿Qué podemos esperar ahora?

Lo más probable es que veamos mucha más volatilidad en los mercados de bonos y acciones. Las tasas seguirán elevadas, lo que afectará a consumidores y empresas. Y en algún momento, el gobierno de EE. UU. se verá obligado a poner orden fiscal porque simplemente no podrá pagar ni siquiera los intereses de su deuda sin sacrificios drásticos.

Como ciudadanos e inversionistas, estamos ante un momento clave para observar cómo los viejos vigilantes del mercado retoman el protagonismo. Quizá no estén aún cabalgando con antorchas por el Capitolio, pero sin duda han salido a estirar las piernas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press