JD Vance y la nueva doctrina militar de Trump: una visión pragmática con ecos del pasado

El vicepresidente reconfigura el rol de EE.UU. en conflictos internacionales, evocando su experiencia en Irak y criticando misiones abiertas sin objetivos claros

Un nuevo discurso militar en Annapolis

Durante la ceremonia de graduación de la Academia Naval de Estados Unidos en Annapolis, Maryland, el vicepresidente JD Vance ofreció un discurso que va más allá del protocolo. Con palabras cargadas de simbolismo y contenido estratégico, Vance delineó lo que considera debe ser la nueva doctrina militar de la era Trump: intervenciones rápidas, con objetivos precisos y evitando los “conflictos abiertos sin fin” del pasado.

Vance, un veterano convertido en vicepresidente

JD Vance no es un político tradicional. Nacido en Ohio, proviene de una familia de clase trabajadora. Tras graduarse del instituto, se alistó en el Cuerpo de Marines y combatió en Irak, específicamente en funciones de periodismo militar. Aquella experiencia lo marcó profundamente. De hecho, durante su discurso recordó con pesar la figura de la Mayor Megan McClung, una graduada de la academia y compañera en Irak, quien murió trágicamente por una bomba en carretera en 2006.

“Cada Día de los Caídos pienso en ella”, confesó Vance, aludiendo a que el festivo estadounidense es “para quienes no pudieron regresar a casa”. McClung fue la primera mujer oficial del Cuerpo de Marines y la primera graduada de la academia naval en morir en combate en Irak.

Críticas al pasado y redefinición del futuro

En un tono directo, Vance criticó las campañas militares prolongadas como la de Irak, de la que participó. “¿Qué tan difícil puede ser construir democracias en Medio Oriente? Resultó ser casi imposible. Y extremadamente costoso”, expresó.

Su comentario alude abiertamente a las invasiones de principios del siglo XXI lideradas por EE.UU. En consonancia con Trump, Vance propuso alejarse de estos modelos de intervención. “No ignoramos las amenazas, pero actuamos con disciplina”, dijo. “Si los enviamos a la guerra, será con un conjunto específico de objetivos en mente”.

La doctrina Vance-Trump: rapidez, precisión y fuerza

El vicepresidente delineó su propuesta de actuación militar. Usó como ejemplo los recientes ataques a posiciones hutíes en Yemen, en los que Trump ordenó bombardeos “limitados y de impacto inmediato”, que luego fueron pausados. “Así debe usarse el poder militar: de forma decisiva y con objetivos claros”, enfatizó.

No se trata de pacifismo ni de aislacionismo, sino de una estrategia militar más comedida y estratégica, opuesta a la intervención constante sin resultados palpables. “Debemos ser cautos al lanzar un golpe... pero si lo lanzamos, debe ser contundente”, afirmó en referencia a la filosofía de guerra con base en poder y precisión.

Memoria y patriotismo: más allá del show político

La solemnidad del ejército no fue usada para hacer campaña abierta, pero es imposible disociar el mensaje político. Al hablar ante los 1,049 graduados —ahora convertidos en nuevos oficiales comisionados—, Vance apeló a su sentido de deber, patriotismo y memoria histórica.

“Ustedes tienen la responsabilidad de una nación”, dijo. Y recordó que cada uno representa un eslabón en la gran cadena que sostiene a Estados Unidos como potencia global. A diferencia de discursos típicos cargados de tecnócrata neutralidad, este tuvo esencia vivencial.

Impacto de las nuevas políticas militares

Las declaraciones de Vance no pueden entenderse sin un contexto geopolítico. En un mundo marcado por la invasión rusa en Ucrania, tensiones crecientes con China y los conflictos prolongados en Medio Oriente, redefinir la doctrina militar estadounidense no es menor.

Desde su regreso al poder, Trump ha propuesto acciones más eficaces: castigo inmediato a amenazas, sin ocupar territorios ni embarcarse en misiones de reconstrucción política extranjera. En comparación, Irak —iniciada por George W. Bush en 2003— costó más de $2,000 mil millones de dólares y más de 4,400 vidas militares estadounidenses, según datos del Costs of War Project de la Universidad Brown.

Vance parece construir una narrativa que no solo busca distancia del legado de Bush, sino también establecer un nuevo estándar que refleje un “pragmatismo muscular” y evite involucramientos prolongados como Afganistán, cuya retirada en 2021 causó estragos logísticos y de imagen.

Un mensaje que resuena en los nuevos líderes

Las palabras del vicepresidente también resonaron entre los nuevos graduados. “Es un honor escucharlo y ser parte de esta comunidad”, dijo Lillian Huong, de 22 años, próxima teniente de marines. Otros, como Sierra Paoli (25), lo celebraron como un cierre simbólico: “Es un día emocionante sin importar quién hable”, comentó mientras recordaba que su padre soñó con verla graduarse.

Ambas declaraciones muestran que, más allá de la alta política, estos actos son momentos de vida cruciales para cientos de familias estadounidenses.

La inevitable sombra electoral

Sin mencionar directamente la campaña, lo dicho por Vance se alinea perfectamente a los mensajes de Trump en esta recta pre-electoral. A diferencia de otros vicepresidentes recientes, Vance aprovecha su experiencia militar —aún fresca en la memoria colectiva— y su posición de outsider convertido en símbolo político del movimiento conservador renovado.

Además, sus palabras intentan consolidar un equilibrio que en parte responde a la crítica constante del electorado republicano más radical, el cual exige menos intervencionismo global y políticas económicas internas más enfocadas.

Lo que está en juego geopolíticamente

Estados Unidos ha sido criticado en foros internacionales por su política exterior agresiva, intervenciones militares sin respaldo de organismos multilaterales y misiones cuyo propósito se diluye con el paso del tiempo. Afganistán e Irak son referentes. El hecho de que Vance proponga una “decisión militar con objetivos claros” busca calmar tanto al electorado local como a los aliados internacionales.

La tensión con Irán, Corea del Norte y actores no estatales como Hamas o los hutíes, requiere una línea coherente. En ese marco, lo que plantea Trump a través de su vicepresidente es una versión actualizada del realismo estratégico: menos ocupaciones, más disuasión.

Una advertencia entre líneas

El discurso también dejó entrever una advertencia: quienes hoy se gradúan podrían ser enviados al frente. “Y cuando se les pida, será con objetivos claros y con el poder necesario para cumplirlos”, repitió Vance.

Una frase que funciona tanto como promesa y como amenaza velada: si llegan a combatir, sabrán por qué, pero también se espera que actúen con intensidad.

La figura de JD Vance en crecimiento

Desde su nombramiento como compañero de fórmula de Trump, Vance se ha convertido en una figura influyente. Es el primer veterano en formar parte de un ticket presidencial grande desde John McCain en 2008. Y es el primero desde George W. Bush en haber servido militares antes de llegar a la vicepresidencia.

Esto lo convierte en el portavoz ideal de una plataforma militarista, pero no intervencionista, adaptada a los tiempos modernos. Su mensaje no está dirigido únicamente a los militares, sino también a padres, votantes y líderes internacionales que observan con atención hacia dónde se dirige la potencia global hegemónica.

Trump, Vance y el nuevo legado institucional

Tradicionalmente, tanto el presidente como el vicepresidente participan en las ceremonias de graduación de academias militares. Este año, Trump fue asignado a la Academia Militar de West Point. Su presencia junto a Vance en estos contextos parece dibujar una estrategia dual: uno habla desde la historia, el otro desde el presente.

Juntos están reconfigurando el legado de la política militar republicana. Bajo la visión de Trump, ya no se trata de imponer democracias por la fuerza, sino de aplicar fuerza solo cuando sea necesario. Y bajo la voz de Vance, se legitima esa visión mediante experiencia y memoria personal.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press