A cinco años de la muerte de George Floyd: ¿dónde estamos ahora y qué queda por hacer?

Una mirada crítica al legado de Floyd, el retroceso en reformas policiales y el papel de la administración Trump

El eco de una rodilla en el cuello

El 25 de mayo de 2020, el mundo fue testigo de una escena que nadie podrá olvidar fácilmente. George Floyd, un hombre afroamericano de 46 años, murió en Minneapolis luego de que un oficial de policía lo inmovilizara durante más de nueve minutos con una rodilla en su cuello. Su súplica —“I can’t breathe”— se convirtió en un grito internacional contra la brutalidad policial y el racismo sistémico. A cinco años de su muerte, miles de personas se reunieron este domingo con su familia en Houston para recordar su legado.

Entre cánticos, oración y llamados a la acción, la comunidad y activistas por los derechos civiles rendían tributo no solo a George Floyd, sino a todas las víctimas anónimas del racismo institucional.

Un símbolo más grande que un solo nombre

El reverendo Al Sharpton, uno de los oradores del evento, fue claro en su mensaje: “George Floyd representa a todos aquellos indefensos ante personas que creen que pueden poner su rodilla sobre nuestro cuello.” Es decir, Floyd se ha convertido en un emblema global de resistencia frente a siglos de opresión, discriminación y abuso de poder en manos de las autoridades.

Sharpton también criticó el retroceso en políticas y reformas policiales, en particular las promovidas por la administración de Donald Trump: “Con cada paso hacia adelante, hay quienes quieren arrastrarnos dos atrás.”

El retroceso de las reformas policiales: la huella de Trump

En los meses posteriores a la muerte de Floyd, se generó un impulso sin precedentes por reformar la policía en Estados Unidos. Se presentaron más de 300 legislaciones a nivel estatal y local para reestructurar cuerpos policiales, prohibir llaves de estrangulamiento y aumentar la transparencia en el uso de la fuerza. Sin embargo, muchas de estas iniciativas han sido bloqueadas o revertidas, en parte por discursos que alimentan la desconfianza hacia los movimientos sociales.

Durante su mandato, Donald Trump minimizó la gravedad de los casos de brutalidad policial y etiquetó a los manifestantes como “anarquistas”. En lugar de impulsar reformas estructurales, fortaleció las políticas de ‘mano dura’ y militarización de la policía. El exmandatario se ha referido públicamente al movimiento Black Lives Matter como una amenaza, lo que llevó a una polarización aún más profunda del debate nacional.

Estadísticas que no mienten

  • Según un estudio del proyecto Mapping Police Violence, en 2023 hubo más de 1,200 muertes causadas por la policía en EE.UU., el número más alto en una década.
  • El 27% de las personas asesinadas por la policía en 2023 eran afrodescendientes, a pesar de que los afroamericanos representan solo el 13% de la población total.
  • Desde 2020, solo cinco estados han implementado con éxito reformas integrales en el uso de la fuerza según la organización Campaign Zero.

Estas cifras demuestran que el problema está lejos de resolverse y que la lucha por la justicia racial sigue siendo una necesidad urgente y constante.

La resistencia civil: más viva que nunca

A pesar del retroceso político, los movimientos por los derechos civiles no han desaparecido. Grupos como Black Lives Matter, Color of Change y NAACP continúan presionando por cambios, organizando protestas y promoviendo legislación a favor de la igualdad social. Además, se ha intensificado el escrutinio público sobre cuerpos policiales, especialmente gracias al uso de celulares, redes sociales y videos virales.

La conciencia colectiva ha aumentado. Muchas universidades, empresas y gobiernos locales han introducido programas de diversidad e inclusión, aunque algunos aún sean simbólicos. Es innegable que la muerte de George Floyd marcó un antes y un después en la conversación global sobre raza, justicia y poder.

El papel de las nuevas generaciones

Los jóvenes han sido una fuerza motriz crucial en esta ola de activismo. Según Pew Research Center, el 70% de los adolescentes y adultos jóvenes estadounidenses consideran el racismo como uno de los problemas más urgentes del país, y el 60% ha participado en una forma u otra de activismo desde 2020.

Además, en comunidades de color, han surgido líderes emergentes que combinan militancia racial con conciencia ambiental, feminismo interseccional y derechos LGBTQ+, haciendo de la lucha por la justicia un movimiento integral.

¿Y la justicia?

El oficial Derek Chauvin fue condenado a 22 años y medio de prisión en 2021 por el asesinato de George Floyd, y otros tres policías también recibieron sentencias. Estos juicios fueron históricos, ya que pocas veces en la historia de EE. UU. un oficial blanco había sido condenado por matar a un hombre negro en funciones.

No obstante, los casos similares no se han detenido. Breonna Taylor, Daunte Wright, Tyre Nichols... los nombres siguen sumándose. Muchos continúan preguntándose: ¿cuántas condenas más se necesitan para cambiar un sistema?

Más allá de las fronteras: el impacto global

La muerte de Floyd generó protestas en más de 60 países y llevó a que se evaluaran políticas raciales en lugares tan dispares como Reino Unido, Brasil y Sudáfrica. Por ejemplo, en Bélgica se impulsaron debates sobre el legado colonial, y en Colombia se revitalizó el activismo afrodescendiente.

Floyd se convirtió en un símbolo de la lucha global por los derechos humanos. Desde Cosmópolis hasta Soweto, millones salieron a la calle con pancartas que decían "No puedo respirar". Su rostro, pintado en murales y retratado en camisetas, ha trascendido el tiempo y las fronteras.

Los desafíos actuales y lo que queda por hacer

Muchos activistas resaltan que recordarlo debe implicar una acción tangible. Algunas de las propuestas actuales incluyen:

  • Reasignación de fondos policiales a servicios comunitarios y de salud mental
  • Establecimiento de bases de datos federales sobre la conducta de oficiales con historial de abusos
  • Leyes que exijan responsabilidad civil de los departamentos policiales
  • Formación obligatoria en sesgos raciales y resolución no violenta de conflictos

Se trata no solo de evitar más George Floyds, sino de construir una sociedad verdaderamente equitativa.

Una lucha también cultural

El arte, el cine, la música y la literatura también han abrazado el legado de Floyd. Documentales como “When They See Us” o “13th” han sido instrumentos pedagógicos. Artistas como Kendrick Lamar, Beyoncé o Childish Gambino han abordado con crudeza la temática en sus letras.

Incluso en deportes, figuras como LeBron James y Naomi Osaka usan sus plataformas para visibilizar justicia social. En palabras del jugador de fútbol americano Colin Kaepernick, quien fue duramente criticado en su momento por hincar una rodilla en protesta: “Ahora todos entienden por qué nos arrodillamos.”

Alzar la voz sigue siendo necesario

En el cementerio donde se llevó a cabo el acto conmemorativo, el hermano de George, Philonise Floyd, alzó su mirada y su voz: “George no murió en vano. Que su muerte siga siendo una llama encendida que nos recuerde que debemos exigir justicia, dignidad y humanidad.”

A cinco años de su trágica muerte, lo que comenzó como una tragedia individual se ha convertido en un grito colectivo: por un futuro sin rodillas en el cuello de quienes luchan simplemente por existir.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press