ASEAN ante la tormenta: unidad, economía y diplomacia en tiempos turbulentos
Tensiones comerciales, crisis humanitarias y la guerra en Myanmar ponen a prueba la cohesión y futuro del bloque del sudeste asiático
La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) se enfrenta a uno de los momentos más críticos de su existencia. Reunidos en Kuala Lumpur, ministros de relaciones exteriores de los países miembros debatieron durante el fin de semana temas que van desde conflictos armados hasta desafíos económicos globales. En un contexto de creciente rivalidad entre superpotencias, aranceles estadounidenses al comercio y una devastadora guerra civil en Myanmar, el futuro del bloque depende más que nunca de su capacidad para actuar con cohesión.
La amenaza económica: aranceles, desaceleración y una integración pendiente
El ministro de Exteriores de Malasia, Mohamad Hasan, fue tajante: "Debemos profundizar en la integración económica regional para blindarnos frente a los choques externos". Sus palabras resonaron con fuerza entre los representantes de los 10 países que conforman ASEAN.
Desde la guerra comercial entre Estados Unidos y China —iniciada durante la presidencia de Donald Trump—, ASEAN ha sufrido consecuencias directas. Seis de sus países miembros han sido catalogados entre los más afectados por los aranceles estadounidenses, que oscilan entre un 32% y un 49%. Esto ha generado una fuerte disrupción en los patrones de producción y comercio en toda Asia. La previsión de crecimiento del bloque para este año, que se esperaba en torno al 4.7%, corre el riesgo de no cumplirse.
Ante esta situación, países como Malasia, Indonesia, Tailandia y Vietnam han comenzado negociaciones bilaterales con Washington tras una reciente pausa de 90 días en los aranceles anunciada por Trump. Sin embargo, ASEAN como bloque no ha conseguido una reunión directa con Estados Unidos, lo que pone en evidencia sus limitaciones estratégicas frente a actores externos.
La otra guerra: Myanmar bajo las llamas del conflicto
Aún más grave que los desafíos económicos, es la crisis humanitaria y política en Myanmar. Desde el golpe de Estado militar en 2021, el país vive una guerra civil que ha matado a miles de personas y ha desplazado a millones. Recientemente, un terremoto agravó la situación humanitaria, dejando más de 3,700 muertos.
ASEAN ha intentado jugar un rol mediador, pero sin éxito. Los líderes militares birmanos han sido excluidos de las reuniones del bloque tras negarse a cumplir con un plan de paz que incluye un cese al fuego y el acceso de ayuda humanitaria. Pese a ello, Mohamad Hasan reiteró la necesidad de “ampliar el acceso a la ayuda e iniciar un camino de recuperación”.
La falta de avances ha puesto en duda la credibilidad de ASEAN, que tradicionalmente ha defendido la política de no interferencia en asuntos internos de los Estados miembros. Mohamad, sin embargo, rompió con ese enfoque al declarar que “la unidad y centralidad de ASEAN serán puestas a prueba si no se actúa ante la tragedia en Myanmar”.
ASEAN frente a la geopolítica: entre China y EE.UU.
En paralelo, ASEAN se enfrenta a una creciente presión geopolítica entre China y Estados Unidos, ambos socios clave en inversiones y comercio. Si bien el bloque ha evitado tomar partido, aboga por una estrategia de equilibrio entre las potencias. Esta política de equidistancia, sin embargo, se vuelve cada vez más insostenible en un contexto de creciente rivalidad tecnológica, militar y económica.
Para reforzar alianzas económicas, ASEAN tiene prevista una cumbre conjunta con el Premier chino Li Qiang y líderes del Consejo de Cooperación del Golfo, integrado por países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Catar. La idea es clara: diversificar mercados y reducir la dependencia de potencias selectas.
Inteligencia artificial, cambio climático y crimen transfronterizo
Otro de los temas candentes fue el impacto de tecnologías emergentes no reguladas, como la inteligencia artificial. Mohamad aseveró que el “uso malicioso de tecnologías no reguladas provoca desestabilización” y solicitó que ASEAN fortalezca sus marcos legales y normativos.
A estos desafíos se suman los impactos del cambio climático, que afectan de manera desproporcionada a países ASEAN como Filipinas, Camboya y Laos. Las inundaciones, sequías y fenómenos meteorológicos extremos están generando millones en pérdidas y obligando al desplazamiento de comunidades enteras.
Además, la violencia en Myanmar ha generado un aumento de delitos transfronterizos como tráfico de personas, armas y drogas. Las autoridades de países como Malasia, Tailandia y Bangladesh han reportado un incremento en la llegada de refugiados birmanos y enfrentan crecientes tensiones sociales.
El dilema de la unidad
ASEAN nació en 1967 bajo la premisa de evitar conflictos y promover la cooperación regional. Durante décadas, ha sido un ejemplo de diplomacia multilateral en una región con diversidad política, religiosa y económica. Pero en la actualidad, esa unidad está siendo desgarrada por realidades que exigen una postura más proactiva y menos complaciente.
Como bien resumió Mohamad Hasan: “Las presiones externas están en aumento, y el alcance de los desafíos nunca ha sido tan alto (…) ASEAN debe reforzar sus lazos antes de que se deshilachen”.
En un mundo que parece alejarse de la diplomacia para abrazar la confrontación, ASEAN debe decidir si aprovechará este momento para reinventarse o si, por el contrario, será un espectador silente del colapso de su propósito fundacional.
Es en esta encrucijada donde se definirá si ASEAN sigue siendo una plataforma de cooperación legítima, o si se convierte en un foro simbólico incapaz de servir a los intereses de sus 685 millones de habitantes.
¿Y el futuro?
Con más cumbres por venir, la clave estará en lograr acuerdos concretos: desde el impulso definitivo a un mercado común regional, hasta la adopción de una política exterior más consistente y coordinada. También será determinante construir una voz única frente a las superpotencias, fortalecer la protección ambiental y avanzar en la resolución del conflicto birmano.
En definitiva, ASEAN necesita pasar de las palabras a la acción. La región —y el mundo— no puede esperar más.