El Papa Leo XIV y el dilema de la ciudadanía: ¿Puede un líder espiritual ser también ciudadano estadounidense?
El primer Papa nacido en EE.UU. plantea preguntas legales y filosóficas sobre ciudadanía, inmunidad diplomática y el rol global del Vaticano.
La elección del Papa Leo XIV ha marcado un hito histórico no solo para la Iglesia Católica, sino también para el ámbito diplomático y legal a nivel internacional. Nacido en Chicago como Robert Prevost, y con ciudadanía estadounidense y peruana, el nuevo pontífice ahora se encuentra en el complejo rol legal y político de ser al mismo tiempo líder espiritual, jefe de Estado extranjero y ciudadano de dos naciones. ¿Qué implicaciones tiene esto? ¿Es posible que un papa conserve su ciudadanía estadounidense mientras lidera un estado extranjero dotado de inmunidad diplomática? Esta es una mirada profunda y analítica a las implicaciones de un papado con pasaporte estadounidense.
Un Papa Made in USA
Robert Prevost, ahora Papa Leo XIV, nació en 1955 en Chicago, Illinois. Su historia antes de llegar al papado está marcada por una intensa labor misionera en Perú, donde también fue obispo durante años antes de ser nombrado cardenal por el Papa Francisco. En 2015 obtuvo la ciudadanía peruana y, por lo tanto, pasó a tener doble nacionalidad. Con su ascensión al trono de San Pedro en 2025, se convierte no solo en el primer Papa estadounidense, sino también en el primero con ciudadanía dual.
¿Qué es el Vaticano exactamente?
Antes de entrar en los temas legales, es importante entender qué representa el Estado del Vaticano. El Vaticano es un estado independiente reconocido internacionalmente desde 1929, gracias a los Pactos de Letrán firmados con el gobierno italiano. Su territorio es diminuto: apenas 0,44 km², lo que lo convierte en el país más pequeño del mundo, y su población apenas supera las 800 personas.
No obstante, su influencia espiritual se extiende sobre los aproximadamente 1.400 millones de católicos que hay en el mundo.
¿Puede el Papa seguir siendo ciudadano estadounidense?
Según el Departamento de Estado de EE.UU., aceptar un rol como jefe de estado extranjero podría activar una "revisión activa" del estatus de ciudadanía estadounidense, aunque no implica su revocación automática. Peter Spiro, profesor de derecho en la Universidad de Temple y experto en temas de ciudadanía, señala que este tipo de situaciones plantea interrogantes complejos sobre inmunidad diplomática y obediencia a la ley estadounidense.
“Tales casos plantean preguntas complejas del derecho internacional, incluyendo temas relacionados con el nivel de inmunidad ante la jurisdicción de EE.UU.”, indica la política pública del Departamento de Estado.
El precedente legal más sólido: El caso de 1980
La Corte Suprema de EE.UU. dictaminó en el caso Vance v. Terrazas (1980) que la ciudadanía estadounidense no puede ser revocada sin una manifestación explícita de intención de renunciar a ella. Esto significa que, salvo que el Papa Leo XIV decida renunciar voluntariamente a su ciudadanía, el gobierno estadounidense no puede actuarse automáticamente para despojarlo de ella.
“La intención de renunciar es crucial. Convertirse en jefe de estado no significa automáticamente esa intención”, aclara el profesor Spiro.
¿Y su ciudadanía peruana?
En Perú, no hay ningún tipo de conflicto legal. Según Jorge Puch, subdirector del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil del Perú, no existe ninguna norma que obligue a renunciar a la ciudadanía peruana por ocupar un puesto internacional, incluso uno tan singular como el del Papa.
“Es loable que haya querido ser peruano sin serlo por nacimiento”, sostuvo Puch en declaraciones públicas.
Dato curioso: todos los peruanos mayores de edad están obligados a votar... salvo que tengan más de 69 años. Leo cumple 70 en septiembre, justo a tiempo para evitar obligaciones electorales en Perú durante las presidenciales del próximo año.
¿Qué hicieron los papas anteriores?
La ciudadanía de los Papas anteriores ha sido mayormente un misterio. El Vaticano no publica información sobre ese tema. Sin embargo, sabemos que el Papa Francisco renovó su pasaporte argentino tras su elección en 2013. Benedicto XVI, oriundo de Alemania, y Juan Pablo II, nacido en Polonia, nunca declararon públicamente la renuncia a su ciudadanía natal.
Juan Pablo II fue el primer Papa no italiano en 455 años, lo cual fue un hito similar al que representa hoy Leo XIV tras más de dos mil años de historia papal sin presencia estadounidense.
Un Papa con mensaje universal
Durante su primera intervención pública como Papa, Leo XIV sorprendió al no utilizar inglés, sino italiano y español. Margaret Susan Thompson, historiadora especializada en catolicismo en la Universidad de Syracuse, interpreta esto como un guiño deliberado a su papel como líder universal, no como representante nacional.
“No quiere ser el Papa estadounidense, sino el Papa de todos”, comentó Thompson.
¿Hay antecedentes de ciudadanos estadounidenses como líderes extranjeros?
- Boris Johnson, ex primer ministro británico, nació en Nueva York y tuvo ciudadanía estadounidense hasta que la renunció en 2016.
- Mohamed Abdullahi Mohamed, presidente de Somalia (2017), también tuvo ciudadanía estadounidense que renunció en 2019.
- Valdas Adamkus, expresidente de Lituania, fue ciudadano estadounidense antes de regresar a su país y ser elegido por voto popular en 1998.
Sin embargo, ninguno ocupó un rol como jefe de estado religioso con inmunidad espiritual y diplomática como el Papa. El caso de Leo XIV es sui géneris.
¿Por qué es importante este debate?
La figura legal del Papa entra en un terreno particularmente resbaladizo cuando tiene vínculos legales con otros países. Una de las principales preocupaciones es si ese vínculo puede chocar con el principio constitucional de que ningún ciudadano estadounidense está por encima de la ley.
“Es una de esas raras situaciones donde el derecho constitucional, internacional y religioso colapsan en un solo individuo”, apunta Spiro.
¿Próximo paso: renunciar o quedarse como ciudadano estadounidense?
La mayoría de los expertos coincide en que es poco probable que el Papa Leo XIV renuncie a su ciudadanía estadounidense. Las consecuencias simbólicas serían importantes, especialmente para la comunidad católica en Norteamérica. Pero más allá del simbolismo, renunciar también significaría cortar vínculos legales útiles para manejar relaciones y vínculos intergubernamentales.
Reflexión final: un mundo con múltiples lealtades
En una era globalizada, la noción de una sola nacionalidad parece cada vez más arcaica. La historia de Pope Leo XIV ejemplifica esta evolución. Desde Chicago hasta Chiclayo, desde misionero hasta sumo pontífice, su ascenso también representa los matices de las múltiple pertenencias y responsabilidades.
El dilema de su doble ciudadanía no es una amenaza, sino una oportunidad de dialogar sobre una institución trascendental que, durante siglos, ha sobrepasado las fronteras físicas y políticas de los estados modernos.
Así como la Iglesia se adapta a los nuevos tiempos, también lo hacen las preguntas legales y filosóficas sobre liderazgo, nación y espiritualidad.