George Floyd y el legado inconcluso: cinco años después del grito que sacudió al mundo

Minneapolis sigue luchando con las heridas abiertas de un asesinato que catalizó un movimiento mundial. ¿Qué ha cambiado realmente desde entonces?

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Un crimen que cambió la historia

El 25 de mayo de 2020, el mundo fue testigo de un crimen que acaparó la atención global y desató una ola de protestas sin precedentes en la historia reciente de Estados Unidos. George Floyd, un hombre afroamericano de 46 años, murió tras ser asfixiado por el oficial de policía Derek Chauvin, quien mantuvo su rodilla clavada en el cuello de Floyd durante 9 minutos y 29 segundos.

Las palabras "No puedo respirar" fueron, no solo sus últimas, sino también la chispa que llevó a millones de personas a las calles en más de 60 países, exigiendo justicia y el fin del racismo institucional.

Minneapolis cinco años después: avances y estancamiento

Hoy, cinco años más tarde, Minneapolis —cuna del incidente— es un hervidero de debates sobre el futuro: el de su policía, de la memoria colectiva y del propio espacio urbano donde Floyd exhaló su último aliento.

El lugar exacto del asesinato, conocido ahora como George Floyd Square, se ha transformado en un sitio de peregrinación, sinalagando luto colectivo, memoria activa y exigencia de cambio. Una escultura monumental de un puño en alto se erige cerca del antiguo Cup Foods, ahora renombrado como Unity Foods. Sin embargo, no todos están de acuerdo sobre qué futuro debe tener ese lugar: mientras algunos miembros del Ayuntamiento proponen un parque peatonal en honor a Floyd, el alcalde Jacob Frey y comerciantes temen las implicaciones económicas de cerrar el tráfico vehicular en la zona.

Policía bajo lupa: ¿se reinventan o resisten al cambio?

El Departamento de Policía de Minneapolis ha vivido una sacudida estructural desde 2020. Inmediatamente después de las protestas, más de 300 agentes renunciaron, se jubilaron o fueron dados de baja por discapacidad psicológica. Esto redujo la fuerza policial de 900 oficiales a menos de 600.

La idea de “Defund the Police” (Desfinanciar la policía), que llegó a dominar el discurso nacional, perdió fuerza. En 2021, una propuesta para reemplazar el departamento de policía con un enfoque de seguridad pública más amplio fue derrotada en las urnas por un 56% de los votos. Como resultado, aunque algunas reformas se han implementado bajo decreto estatal, la transformación profunda prometida sigue pendiente.

Actualmente, la policía opera bajo un acuerdo de conciliación con el Departamento de Derechos Humanos de Minnesota, que busca eliminar prácticas de discriminación racial, promover el uso razonable de la fuerza y fomentar el enfoque de desescalada en situaciones de conflicto. No obstante, organizaciones como Communities United Against Police Brutality consideran que el progreso ha sido más simbólico que tangible. “El cambio real no ha llegado a las calles”, denunció su presidenta, Michelle Gross.

Violencia y economía en George Floyd Square

Desde el asesinato de Floyd, el crimen violento en Minneapolis experimentó un incremento significativo durante la pandemia de COVID-19, aunque ahora tiende de nuevo a los niveles anteriores. Sin embargo, en George Floyd Square el crimen sigue siendo una preocupación latente, y muchos negocios, especialmente los de dueños afroamericanos, están en una situación crítica.

Alfred “A.J.” Flowers, un activista local, subrayó la necesidad urgente de inversiones públicas. “Necesitamos más apoyo a empresas negras, vivienda, educación y prevención del crimen si queremos recuperar nuestra comunidad”, expresó. El llamado es claro: justicia racial también significa justicia económica.

El 3er Precinto: un símbolo envuelto en llamas

Uno de los emblemas más visibles del estallido social de 2020 fue la quema del 3er Precinto de Policía. A medida que las protestas se intensificaban, las autoridades decidieron no intervenir cuando el edificio fue reducido a cenizas. Desde entonces, el futuro del lugar ha sido motivo de acalorados enfrentamientos políticos.

Finalmente, el Ayuntamiento decidió avanzar con el desarrollo de un proyecto denominado “Democracy Center”, que funcionará como centro cívico comunitario y de servicios electorales. El alcalde Frey y el jefe de policía Brian O’Hara lo ven como un símbolo de renovación democrática. Curiosamente, el antiguo jefe de policía declaró que no se arrepiente de haber permitido que el edificio fuera abandonado.

¿Y la promesa del cambio federal?

La administración de Donald Trump había llegado a acuerdos con Minneapolis y Louisville para remodelar sus departamentos policiales tras ser encontrados culpables de patrones de abuso. Sin embargo, en 2025, el actual gobierno estadounidense decidió cancelar esos acuerdos, lo que fue percibido como un acto de oportunismo político, según el alcalde.

A pesar de ello, tanto Frey como O’Hara han prometido continuar el proceso de reforma a nivel local y estatal. En palabras del jefe O’Hara: “Los oficiales están empezando a sanar, están volviendo a sentirse orgullosos de su labor”.

El poder de la memoria: George Floyd como símbolo global

Más allá de Minneapolis, el legado de George Floyd se ha consolidado como un símbolo mundial de resistencia contra la brutalidad policial y el racismo sistémico. Su figura impulsó reformas y debates en ciudades de Europa, América Latina y África. Se convirtió en símbolo de la lucha por los derechos civiles en el siglo XXI.

Según un estudio del Pew Research Center, un 67% de estadounidenses en 2020 consideraban que el asesinato de George Floyd representaba una “cuestión importante de racismo estructural”. Cinco años después, esa cifra ha retrocedido al 55%, reflejando una creciente polarización y fatiga social.

No obstante, el impacto cultural persiste: desde murales gigantes en cruce de calles hasta canciones, películas y libros dedicados a su vida y legado. George Floyd es mucho más que una víctima: es historia viva.

¿Qué sigue para Minneapolis y el movimiento Black Lives Matter?

El desafío para Minneapolis no es menor. Equilibrar las múltiples visiones sobre cómo recordar a Floyd y, al mismo tiempo, promover justicia real, requiere valentía institucional y participación ciudadana.

Mientras tanto, el movimiento Black Lives Matter (BLM) se enfrenta a su propio proceso de reevaluación interna. Tras el auge de 2020, su presencia en las calles ha disminuido, pero su influencia en los campos académico, político y artístico sigue viva.

Para activistas como Flowers, el corazón del mensaje sigue intacto: “Nuestra lucha es por vidas, por dignidad. Seguiremos en la calle hasta que nos escuchen”.

Las cifras que nos interpelan

  • En 2020, más de 26 millones de personas participaron en protestas en Estados Unidos relacionadas con la muerte de George Floyd, convirtiéndola en la mayor movilización en la historia del país (The New York Times).
  • Desde entonces, al menos 30 estados han introducido alguna legislación vinculada a la reforma policial.
  • Sin embargo, más de 1.000 personas mueren anualmente en EE.UU. a manos de la policía, según el informe Mapping Police Violence, con afroamericanos desproporcionadamente representados.

Un legado en permanente construcción

George Floyd no pidió convertirse en mártir. Su trágica muerte lo convirtió en un símbolo que obligó al mundo a prestar atención. Cinco años después, la pregunta sigue en el aire: ¿hemos aprendido algo? ¿Estamos construyendo una sociedad más justa o simplemente celebramos aniversarios mientras todo sigue igual?

Como sociedad global, debemos resistir la tentación de convertir a Floyd en simplemente una estatua o un nombre en una calle. Su historia demanda acción. Su grito aún resuena: “No puedo respirar”. ¿Y nosotros? ¿Podemos seguir viviendo sin responder?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press