Lewis Pugh y su travesía helada: nadar con tiburones por la conservación marina

La asombrosa hazaña del nadador que rodeó Martha's Vineyard para cambiar la percepción que el cine dejó sobre los tiburones

Una misión en nombre de los tiburones

El nadador británico-sudafricano Lewis Pugh se embarcó en una de las pruebas más extremas de su vida: una travesía de 100 kilómetros a nado alrededor de Martha’s Vineyard, con aguas frías de apenas 8°C y condiciones climáticas adversas. Pero esta no es una maratón de resistencia cualquiera. Al enfrentarse a olas, temperaturas gélidas y la potencial presencia de tiburones blancos, Pugh busca redimirse del miedo infundido por Hollywood y "darle la vuelta al guion", promoviendo la conservación de estas criaturas incomprendidas.

“Jaws” y el temor colectivo a los tiburones

Corría el año 1975 cuando "Jaws" (Tiburón), la icónica película de Steven Spielberg, se convirtió en un fenómeno cultural. La película, ambientada en la ficticia Amity Island pero rodada en Martha’s Vineyard, marcó un antes y un después en la percepción pública sobre los tiburones. Convertidos en monstruos hambrientos, miles de espectadores comenzaron a ver el océano con recelo y al tiburón como el villano supremo.

Incluso el autor de la novela, Peter Benchley, y el propio Spielberg, expresaron arrepentimiento por el estigma que la cinta generó contra estos animales. Ambos terminaron colaborando en iniciativas de conservación tras percatarse de que sus obras contribuían a un fenómeno de odio y aniquilación indiscriminada.

Una especie en peligro: cifras alarmantes

En palabras de Lewis Pugh: “Jaws fue una película sobre tiburones atacando humanos, y durante 50 años, hemos estado atacando a los tiburones. Es completamente insostenible. Es una locura. Necesitamos respetarlos.”

Y razón no le falta. Según la American Association for the Advancement of Science, se estima que unos 100 millones de tiburones son asesinados cada año, con una media de 274.000 ejemplares al día. Esta caza masiva, impulsada por intereses comerciales (como la demanda de aletas para sopa en Asia), está llevando a muchas especies al borde de la extinción.

Pugh, el atleta que nada con propósito

A sus 55 años, Lewis Pugh no es cualquier nadador. Es el primer ser humano en nadar en los cinco océanos del planeta, y realizó la primera travesía a nado en el Polo Norte. También ha nadado entre glaciares, cocodrilos, hipopótamos y osos polares.

Pero en esta ocasión, se enfrentó a mares fríos, ventiscas y la posibilidad real de encuentros con tiburones. Su nado diario de varias horas comenzó el 15 de mayo y fue monitoreado de cerca por un equipo que incluía embarcaciones de seguridad y un kayakista equipado con un dispositivo Shark Shield, que genera un campo eléctrico de baja intensidad para repeler tiburones sin dañarlos.

Además, la travesía coincidió con la primera aparición confirmada de un tiburón blanco de la temporada en la isla de Nantucket, muy cerca de la ruta de Pugh.

Natación extrema para visibilizar una crisis

Pugh realiza estas hazañas para visibilizar problemáticas ambientales. Como Patrono de los Océanos para las Naciones Unidas, no solo se lanza al agua, sino que también busca incidir políticamente en la adopción de áreas marinas protegidas y legislaciones contra la pesca indiscriminada.

“Ninguna de estas travesías está exenta de riesgo, pero la amenaza que enfrentan los océanos es tan profunda que se necesitan gestos extremos para llamar la atención del mundo”, declaró.

“Tiburón”: el nacimiento del blockbuster… y de un miedo colectivo

El contexto cultural de “Jaws” fue fundamental. El filme recaudó más de 470 millones de dólares (una cifra astronómica para la época) y ganó tres premios Óscar. Marcó el inicio del concepto de "blockbuster veraniego" en Hollywood. Sin embargo, su éxito tuvo una consecuencia no intencionada: la demonización del tiburón blanco, especialmente en Estados Unidos y Europa.

Las consecuencias fueron devastadoras. Según estudios de Shark Trust y la IUCN, varias especies de tiburones han disminuido su población entre un 70% y un 90% en las últimas décadas. Algunas, incluso, están consideradas en peligro crítico de extinción.

El tiburón no es un monstruo

Los tiburones cumplen un papel vital en el equilibrio de los ecosistemas marinos. Como depredadores tope, regulan la población de otras especies y mantienen la salud de los arrecifes y bancos de peces. Sin ellos, la biodiversidad marina se desploma.

Además, las estadísticas desmienten el miedo generalizado: es mucho más probable morir por la picadura de una abeja, un accidente automovilístico o incluso por caer de la cama, que por un ataque de tiburón.

  • Promedio mundial de muertes anuales por ataque de tiburón: 5.
  • Promedio de muertes anuales por selfies: más de 30.
  • Posibilidad de ser mordido por un tiburón: 1 en 3.7 millones.

Arte y activismo ambiental

Curiosamente, tanto Spielberg como Benchley terminaron colaborando con ONGs para revertir los efectos no deseados de “Jaws”. Benchley, quien escribió la novela original, participó en campañas de Oceana y promovió políticas para proteger especies marinas antes de fallecer en 2006.

Spielberg, por su parte, ha financiado estudios oceánicos y promovido la educación ambiental desde la fundación que lleva su nombre. Ambos se dieron cuenta de que el miedo que sembraron era infundado y tenía consecuencias reales.

La travesía como símbolo

La natación de Pugh es profundamente simbólica. Casi 50 años después de que “Jaws” aterrara al mundo, alguien nada precisamente en las mismas aguas para reivindicar al tiburón como parte esencial del equilibrio marino.

“El mayor depredador del océano no es el tiburón, somos nosotros. Ya hemos diezmado sus poblaciones con pesca masiva, redes fantasma y cambio climático. Es hora de protegerlos”, concluyó Pugh al culminar su travesía.

Cambio de narrativa: del miedo a la convivencia

El activismo de figuras como Lewis Pugh ayuda a construir una nueva narrativa: los tiburones no son asesinos implacables, sino víctimas de una cultura que convirtió el miedo irracional en excusa para la destrucción.

Invertir esta percepción requiere educación, investigación, legislación y experiencias inspiradoras como la de Pugh, que nos obligan a mirar al océano con otros ojos. Quizás es hora de dejar atrás el rugido del cello que anuncia al tiburón en “Jaws” y comenzar a ver estas criaturas majestuosas como lo que son: guardianes del equilibrio marino y una parte esencial de la vida en la Tierra.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press