GHF en Gaza: ¿Humanitarismo o manipulación geopolítica?

El nuevo plan liderado por contratistas estadounidenses para distribuir ayuda en Gaza desata fuertes críticas de la ONU y organizaciones humanitarias

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Una nueva estructura de ayuda bajo fuego internacional

La Franja de Gaza es, hoy más que nunca, el epicentro de un debate mundial alrededor de la ayuda humanitaria. A medida que los estragos del conflicto se extienden desde octubre de 2023, el lanzamiento de un nuevo sistema, la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), respaldado por EE.UU. e Israel, ha generado oposición feroz de parte de la ONU y las principales organizaciones de ayuda.

GHF tiene planeado comenzar a distribuir alimentos en Gaza a partir de esta misma semana, alegando que alcanzarán a más de un millón de personas —casi la mitad de la población total gazatí, estimada en 2.3 millones— con un sistema basado en centros de distribución vigilados por contratistas armados. Pero ¿qué hay detrás de este modelo "revolucionario"?

¿Qué es la GHF?

Lanzada formalmente este año, la GHF está compuesta por exmilitares estadounidenses, contratistas de seguridad privados y antiguos empleados de organizaciones humanitarias. Hasta hace poco, su figura principal era Jake Wood, veterano del ejército de Estados Unidos y fundador del grupo de ayuda Team Rubicon. Wood renunció sorpresivamente este domingo, citando imposibilidades operativas y falta de autonomía.

La fundación afirma contar con compromisos superiores a los $100 millones por parte de un Gobierno de la Unión Europea (sin detallar cuál), y aunque cuenta con el apoyo estadounidense e israelí, aseguran no recibir fondos directamente de estos gobiernos.

El plan de distribución bajo lupa

El modelo de la GHF se diferencia radicalmente del enfoque tradicional liderado por la ONU. Prevén establecer cuatro centros de distribución vigilados, diseñados para servir comida a aproximadamente 300,000 personas cada uno. Estos centros están ubicados cerca de posiciones militares israelíes, y tres de ellos se hallan en el extremo sur de Gaza —área en la que reside una minoría de la población actual—.

Las implicaciones logísticas y humanitarias de este diseño son claras: los gazatíes tendrían que atravesar zonas peligrosas controladas por el ejército israelí para acceder a estos centros. Además, se reporta que los alimentos serán transportados por contratistas privados en vehículos blindados, quienes también se encargarán de la seguridad en los puntos de entrega.

Según The Associated Press, imágenes satelitales del 10 de mayo muestran la construcción de estos centros entre el Corredor de Netzarim y la zona de Rafah. A pesar de los anuncios de expansión a ocho centros en 30 días, aún no se contempla ninguno en el norte de Gaza, donde reside la mayoría de la población desplazada.

Críticas de las organizaciones humanitarias

Organismos como Naciones Unidas, el Consejo Noruego para Refugiados y UNICEF han arremetido contra la iniciativa de GHF, alegando que instrumentaliza la ayuda con fines militares y políticos.

No podemos participar en un sistema que viola los principios humanitarios y que podría implicarnos en violaciones graves al derecho internacional, declaró Shaina Low, asesora del Consejo Noruego para Refugiados.

La preocupación de estas entidades gira en torno a la idea de que Israel utiliza la distribución de alimentos como palanca para forzar el desplazamiento de población. El propio primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, admitió que bajo este nuevo sistema se planea que los habitantes de Gaza sean trasladados a una "zona estéril" en el sur.

Además, se informó que las personas que intenten acceder a la ayuda deberán pasar por procedimientos de reconocimiento facial y verificación a manos del ejército israelí, algo que contradice el principio de “imparcialidad” de la asistencia humanitaria.

¿Qué dice Israel? ¿Qué dice GHF?

Israel justifica la implementación del nuevo sistema alegando que Hamás redirige parte de la ayuda humanitaria recibida anteriormente. Aunque tanto la ONU como múltiples organizaciones de ayuda niegan que haya evidencia significativa sobre ese desvío sistemático, el Estado israelí ha sido enfático: si no es mediante GHF, no permitirán más distribución independiente liderada por ONGs o la ONU a gran escala.

GHF, por su parte, asegura ser una organización apolítica e independiente. En declaraciones públicas, ha puntualizado que su modelo es tanto temporal como complementario. En una carta enviada al organismo israelí de coordinación de ayuda en Gaza (COGAT), Jake Wood indica que, hasta que funcionen al menos ocho centros, el sistema tradicional liderado por la ONU seguirá operando en paralelo. Aun así, no se ha confirmado oficialmente si Israel está de acuerdo con esta coexistencia.

¿Es suficiente este modelo?

La GHF prometió repartir alimentos con valor nutricional de 1,750 calorías por día por persona. Esta cifra es inferior al estándar de emergencia recomendado por la OMS, UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos (2,100 calorías diarias), lo que pone en duda su eficacia desde un punto de vista sanitario y nutricional.

Además, la organización no proveerá suministros médicos, artículos de higiene ni materiales de refugio, lo cual, de nuevo según Wood, seguiría en manos del sistema administrado por la ONU. Esto resalta la limitada capacidad del nuevo mecanismo al enfrentar la complejidad de la crisis humanitaria actual.

“Las organizaciones tradicionales han demostrado que pueden cubrir las necesidades de la población, cuando se les permite trabajar”, dijo James Elder, portavoz de UNICEF.

Resistencia local: El mensaje del Ministerio del Interior de Gaza

Incluso desde el interior de Gaza, el rechazo al modelo de GHF ha sido inmediato. El Ministerio del Interior, controlado por Hamás, emitió una advertencia pública este lunes, exhortando a los ciudadanos a no colaborar ni depender de la GHF para obtener ayuda. Acusan que la centralización de la ayuda bajo este sistema no solo limita el acceso, sino que expone a la población civil a peligros innecesarios.

El trasfondo geopolítico y su impacto en la ayuda

Más allá de los argumentos sobre eficiencia o logística, la controversia gira en torno al uso de la ayuda humanitaria como herramienta de presión. El hecho de que GHF esté basado en un modelo diseñado por el Estado de Israel e implementado a través de actores no neutrales, como contratistas armados, genera serias dudas sobre su legitimidad en un contexto de conflicto armado activo.

Especialistas en derecho internacional han advertido que obstaculizar la ayuda o imponer condiciones para recibirla puede constituir crímenes de guerra. El Relator Especial de la ONU sobre los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados ha señalado que la politización de la ayuda en Gaza ya ha afectado el derecho fundamental a la vida de miles de personas.

Población atrapada entre la necesidad y la política

Lo más trágico de este nuevo escenario es que el costo lo sigue pagando la población civil. Cuando el acceso al alimento depende de rutas minadas, puestos de control armados y la aceptación de un sistema desacreditado por casi todas las organizaciones humanitarias, los derechos básicos se vuelven moneda de cambio política.

Mientras diplomáticos y militares debaten en foros internacionales, la realidad en Gaza sigue siendo desesperada. Más del 80% de los habitantes están desplazados, según la ONU, y una porción significativa sufre desnutrición severa, en especial los niños.

¿Puede el nuevo plan garantizar la dignidad, neutralidad y eficacia necesarias en una crisis de tal magnitud? Las dudas no hacen más que crecer. Cuando la comida se convierte en una herramienta de control, la delgada línea entre ayuda humanitaria y coerción política se desvanece peligrosamente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press