El Retorno de Frans Hals: Dos Joyas del Siglo XVII Regresan a Casa

Los cuadros 'Niño tocando el violín' y 'Niña cantando' vuelven a los Países Bajos después de un siglo en manos privadas

Frans Hals, uno de los grandes exponentes de la Edad de Oro holandesa, vuelve a acaparar la atención del mundo del arte. Dos de sus obras más íntimas —Boy Playing the Violin (Niño tocando el violín) y Girl Singing (Niña cantando)— han sido adquiridas por los museos holandeses Frans Hals Museum en Haarlem y Mauritshuis en La Haya por un total de 7,8 millones de dólares. Esta compra marca el ansiado retorno de estos lienzos, que habían permanecido durante más de un siglo fuera de su tierra natal.

La importancia de los retratos infantiles de Hals

Ambas obras, datadas en torno a 1628, han sido consideradas piezas singulares dentro de la producción de Hals por el nivel de vivacidad y expresión plasmados en los rostros infantiles. Lo que eleva aún más su valor histórico es la posibilidad, según señalan los museos, de que los niños retratados sean hijos del propio artista.

Frans Hals es célebre por su habilidad para capturar expresiones emocionales con una pincelada suelta y vivaz. Estos retratos confirman esa maestría: el niño con violín transmite una concentración traviesa y la niña cantando irradia una alegría casi audible. Esto contrasta marcadamente con los retratos más formales de su tiempo, reafirmando por qué Hals es considerado uno de los retratistas más humanos del siglo XVII.

Un regreso simbólico: la herencia cultural recuperada

En palabras del Ministro de Cultura neerlandés, Eppo Bruins, “es fantástico que estos cuadros de Frans Hals, que estaban en manos privadas en el extranjero, estén finalmente en casa de nuevo”. La adquisición no solo es una recuperación patrimonial, sino que también sella un triunfo emotivo para el campo cultural neerlandés.

Financiada por el gobierno de los Países Bajos junto con diversas fundaciones privadas, la compra refleja el compromiso del país por proteger y divulgar su legado artístico. Tiene lógica que ambas instituciones compartan la propiedad de las obras: el Frans Hals Museum alberga la colección más grande del artista en todo el mundo, mientras que el Mauritshuis es uno de los museos más importantes del país en cuanto a pintura barroca holandesa se refiere.

Una propuesta de custodia compartida, al estilo neerlandés

Los cuadros serán exhibidos alternadamente en Haarlem y La Haya para permitir a ambos públicos el acceso a estas joyas. Este modelo de custodia compartida no es nuevo en los Países Bajos. En 2015, una operación similar se llevó a cabo entre Francia y los Países Bajos cuando ambos adquirieron conjuntamente dos retratos a cuerpo entero de Rembrandt —Marten Soolmans y Oopjen Coppit— y los mostraron alternativamente en el Rijksmuseum de Ámsterdam y el Louvre de París.

Frans Hals: el retratista más vibrante del Siglo de Oro

Frans Hals, nacido en 1582 o 1583 y fallecido en 1666, vivió casi toda su vida en Haarlem, al norte de Ámsterdam. Aunque nunca se mudó a centros culturales más grandes como Ámsterdam o Amberes, su reputación creció rápidamente gracias a su estilo característico de retrato: fresco, humano y extraordinariamente moderno.

Para muchos historiadores del arte, Hals fue el precursor directo de artistas del siglo XIX como John Singer Sargent o Édouard Manet, cuyas obras también celebran la espontaneidad, en contraposición al retrato rígido tradicional de la aristocracia europea.

A diferencia de otros grandes de su era como Rembrandt o Vermeer, Hals centró su carrera en los retratos de grupo y los retratos personales de la clase media emergente de los Países Bajos. Sus obras no solo reflejan estatus, sino auténticas personalidades individuales.

Últimas exposiciones y el renacer del interés por Hals

En 2023, el Rijksmuseum de Ámsterdam celebró una ambiciosa muestra que destacó la trayectoria técnica y emocional de Hals, incluyendo préstamos internacionales raramente vistos. En ella se enfatizó cómo el artista lograba convertir escenas estáticas en momentos llenos de vida.

“Hals era un pintor de la vida cotidiana, de las risas espontáneas, del gesto fugaz”, señaló el curador principal de la exposición, Pieter Biesboer. “Sus pinceladas rápidas anticipan la técnica impresionista dos siglos antes de su aparición oficial”.

Voces de la crítica: ¿por qué ahora?

El momento para esta adquisición no podía ser más adecuado. En una Europa que revaloriza cada vez más su herencia cultural frente al crecimiento de movimientos nacionalistas, la recuperación de obras emblemáticas funciona como símbolo de identidad, orgullo y unidad nacional.

Además, en tiempos donde el mercado del arte sigue siendo escenario de intensas disputas de propiedad —especialmente por obras en disputa vinculadas a épocas coloniales o al expolio nazi—, el retorno voluntario de cuadros como estos a su país de origen representa una narrativa mucho más positiva.

El impacto en la comunidad local de Haarlem

Para Haarlem, ciudad natal artística de Frans Hals, acoger una vez más estos cuadros es motivo de celebración cívica. El museo ya ha anunciado que los cuadros serán el centro de una nueva exposición didáctica a partir de julio, dirigida tanto a escolares como a historiadores del arte.

Directores del museo indican que también se desarrollarán nuevos programas de realidad aumentada que permitirán a los visitantes interactuar digitalmente con los retratos y conocer más sobre la vida de Hals y sus potenciales modelos infantiles.

¿Qué nos dicen hoy un niño con violín y una niña cantando?

Más allá de su maestría técnica, estos cuadros tienen una conexión profunda con los espectadores contemporáneos. Nos invitan a reflexionar sobre la familia, la creatividad infantil y la expresión emocional como componentes universales que han trascendido siglos.

Que posiblemente hayan sido sus propios hijos hace las obras aún más conmovedoras. En una era donde la representación infantil solía limitarse a la nobleza, Hals humaniza y democratiza la infancia. Nos ofrece una ventana a la ternura cotidiana del siglo XVII que, siglos después, sigue emocionando.

Una mirada hacia adelante

Conservar estos retratos en el dominio público significa abrir las puertas para futuras investigaciones académicas que podrían confirmar o desmentir la identidad de los niños. Significa también dar a nuevas generaciones la posibilidad de encontrarse cara a cara con la emoción congelada en el tiempo, el eco de una canción infantil o el tenue sonido de un violín, que tras siglos aún resuena en los museos neerlandeses, con la vitalidad característica de Frans Hals.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press