Miley Cyrus reescribe su legado pop con “Something Beautiful”: Una oda a la evolución musical

Del glam rock al funk nostálgico: el noveno álbum de Miley Cyrus es un caleidoscopio sonoro que confirma su madurez artística

Una artista camaleónica en su punto más auténtico

Miley Cyrus no necesita presentación. Desde su adolescencia como ícono de Hannah Montana hasta su explosiva reinvención con Bangerz en 2013, la cantante ha evolucionado con cada proyecto. Pero con “Something Beautiful”, su noveno álbum de estudio, Cyrus logra algo que pocos artistas logran: plasmar las múltiples capas de su identidad musical en una obra cohesiva, ambiciosa y emocionalmente resonante.

El álbum, compuesto por 13 pistas que recorren décadas de influencias musicales, es un viaje que transita desde el pop nostálgico de los años 70 hasta los paisajes electrónicos más contemporáneos. Y no, no es solo una banda sonora del filme homónimo que se estrenará en el Festival de Cine de Tribeca en junio. Esta obra tiene peso propio, independencia y alma.

Una sinfonía de estilos: entre ABBA y Lady Gaga

En este disco, Cyrus adopta con naturalidad una variedad de géneros. La desbordante influencia de ABBA se hace presente en canciones como “End of the World”, cuyo riff de piano parece sacado directamente de “Dancing Queen”. Pero la intérprete no se queda en la imitación: lo transforma con sus potentes vocales a lo largo de osadas instrumentaciones que remiten tanto al disco como al soul o el rock alternativo.

Uno de los temas más destacados es “Easy Lover”, una balada desgarradora con tintes funk que nos recuerda cuán hábil es Cyrus para transmitir dolor sin melodrama. Es en estos momentos donde se vislumbra una artista consolidada, ya no buscando sólo impactar, sino realmente crear una declaración sonora y emocional.

Un tributo a su pasado y reencuentro con el presente

Para los seguidores de largo recorrido, el álbum será un viaje nostálgico. Temas como “More To Lose” podrían haber encajado perfectamente en un soundtrack de “Hannah Montana”, pero ahora con un tono maduro, resaltando una voz que ha ganado profundidad con los años. Por otro lado, la colaboración con Brittany Howard en “Walk of Fame” tiene esa energía contagiosa que recordamos de piezas como “Liberty Walk” de su disco “Can’t Be Tamed” (2010).

“Pretend You're God”, otro tema sobresaliente, nos transporta al universo psicodélico que Miley exploró en su arriesgado “Miley Cyrus & Her Dead Petz” de 2015. El recurso de jugar con sonidos alternativos poco accesibles comercialmente se aprecia aquí en su máxima expresión.

Una narrativa estructurada

“Something Beautiful” se beneficia de una arquitectura sólida que no siempre se ha encontrado en la discografía de Cyrus. En proyectos anteriores como “Endless Summer Vacation”, canciones introspectivas como “Wonder Woman” parecían insertadas sin suficiente fundamento narrativo. En cambio, en este nuevo álbum hay un sentido de propósito dramático y estilístico que mantiene al oyente inmerso desde el primer segundo.

La pista inicial, “Prelude”, es una introducción hablada que podría sugerir que el álbum es simplemente la banda sonora de un filme. Sin embargo, tan pronto comienza el segundo tema, el disco se erige como una experiencia auditiva independiente y vibrante, donde cada canción aporta, sin flaquear, al universo emocional que se construye tema por tema.

Segunda mitad del disco: una apuesta electrónica sin miedo

La segunda mitad del disco ofrece un giro eufórico hacia sonidos electrónicos más experimentales. “Reborn” y “Every Girl You've Ever Loved” son ejemplos brillantes. En particular, “Every Girl…” recuerda al mejor momento del álbum “Born This Way” de Lady Gaga, con una atmósfera que mezcla lo teatral, lo confesional y lo provocador.

Se destaca la presencia de una voz en off con una cadencia muy cercana a la de Gaga, lo que refuerza ese homenaje no expresado pero presente. Aquí, Cyrus deja claro que no solo asimila influencias, las reconfigura y las hace suyas. Ya no es la joven que busca probar lo que puede hacer: es una mujer que domina su arte.

Una artista que ha hecho del cambio su estilo más auténtico

“Something Beautiful” es más que un disco: es una declaración sobre la identidad múltiple y cambiante de Miley Cyrus. En un mundo musical donde se suele castigar a quienes no siguen una línea clara de estilo, Cyrus se planta como ejemplo de lo contrario. Ha transitado por el country, el pop, el hip-hop, el rock psicodélico y ahora regresa al pop sofisticado, sin dejar de ser genuina en cada paso.

“Es en su variedad donde el álbum halla unidad”, afirma la crítica especializada. “El eclecticismo no es una debilidad, es la fuerza vital de ‘Something Beautiful’.”

En una época donde la línea entre artista y algoritmo se difumina, Cyrus demuestra que la autenticidad inquebrantable y la exploración sonora aún pueden coexistir. Y lo hace con una paleta musical amplia, emocionalmente honesta y ejecutada con excelencia técnica.

Una voz para una generación en evolución

No sería justo hablar de Miley solo como cantante. Es, en muchos sentidos, un testimonio de cómo una figura pública puede evolucionar y reconstruir constantemente su narrativa. De icono adolescente a referente queer, de experimento sonoro a estrella consagrada. En “Something Beautiful”, todas esas versiones conviven, dialogan y se enriquecen mutuamente.

Con este álbum, Cyrus desafía la lógica de la “era musical”. No hay un solo concepto dictando cada canción. En lugar de eso, encontramos una colección de piezas que exploran con valentía su pasado, su presente y su posible futuro. Es una obra que celebra la libertad artística sin restricciones, y que posiciona a Miley como una de las voces más importantes y versátiles de su generación.

Sin miedo a ser múltiple, sin temor a romper esquemas. Miley Cyrus ha hecho de su noveno disco no solo “algo bonito”, sino algo profundamente necesario en el panorama pop actual.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press