Tesla en caída libre en Europa: ¿boicot ideológico o fin del monopolio eléctrico?
Las ventas de Tesla caen un 49% en abril mientras los autos eléctricos en general crecen. ¿Está Elon Musk pagando el precio de sus posturas políticas o simplemente dejó de innovar?
El gigante tambaleante del coche eléctrico
Durante años, Tesla fue sinónimo de innovación, sostenibilidad y revolución tecnológica. Elon Musk, su controvertido fundador y CEO, fue venerado como el visionario que llevaría la industria automotriz a una nueva era. Sin embargo, los últimos datos de ventas en Europa parecen marcar un punto de inflexión dramático en esa narrativa.
Según la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), las ventas de Tesla cayeron un 49% en abril de 2025 respecto al mismo mes del año anterior, con apenas 7,261 autos vendidos frente a los 14,228 de abril de 2024. Esta caída es abismal si se considera que, en el mismo período, las ventas generales de vehículos eléctricos a batería aumentaron cerca del 28%.
¿Qué está pasando con Tesla? ¿Por qué una marca que lideró una revolución ahora parece rezagada?
Un boicot que se siente en las ventas
El estilo personalista y sin filtros de Elon Musk ha sido célebre en redes sociales, pero también fuente de incontables polémicas. En los últimos años, sus inclinaciones políticas —cada vez más hacia posturas de extrema derecha en Estados Unidos y Europa— han divido a sus seguidores.
En países como Francia, Suecia y Países Bajos, se han multiplicado los llamados al boicot por parte de consumidores y activistas ecológicos y progresistas que acusan a Musk de “blanquear” ideas autoritarias y contrarias a los valores europeos. Como resultado, su imagen de marca ha caído en picada.
“La marca Tesla pasó de abanderar un futuro sostenible y tecnológicamente avanzado, a convertirse en símbolo de egocentrismo empresarial y posturas incendiarias”, comenta Jean-Paul Taverne, analista de mercados de movilidad eléctrica en Bruselas.
El factor China y la guerra de precios
Más allá del peso de la ideología, a Tesla también le está pasando factura la feroz competencia desde Asia. SAIC Motor, conglomerado chino dueño de marcas como MG, experimentó un crecimiento del 54% en abril en Europa, ofreciendo vehículos eléctricos fiables, con un diseño atractivo y mucho más baratos que los modelos de Tesla.
Esto pone de manifiesto un problema estructural para Elon Musk: el estancamiento de la línea de productos. Mientras otras firmas lanzan nuevos modelos como parte de una estrategia agresiva de mercado, Tesla sigue confiando en una gama acotada y ya algo anticuada, especialmente el Model Y y el Model 3.
Actualizaciones que llegan tarde (y mal)
En 2025, Tesla tuvo que cerrar temporalmente varias fábricas en Europa para realizar actualizaciones al Model Y, su modelo más vendido. Aunque se trataba de una mejora técnica necesaria, el parón frenó notablemente el stock disponible.
En un mercado donde la inmediatez y la respuesta rápida al consumidor son clave, esto puede ser letal. Algunas concesionarias simplemente se quedaron sin vehículos que mostrar, mientras marcas como Renault, Hyundai y NIO llenaban el vacío con modelos listos para entregar.
Impacto del entorno geopolítico
El entusiasmo europeo por los productos estadounidenses ha disminuido en buena medida gracias a las tensiones comerciales impulsadas por el expresidente y candidato presidencial Donald Trump.
Una declaración reciente del magnate neoyorquino advirtió sobre la posible imposición de un arancel del 50% a productos europeos, generando desconfianza mutua entre los consumidores del viejo continente hacia marcas estadounidenses —entre ellas Tesla, que ya lleva la marca Musk como estandarte ideológico.
Datos que estremecen
- Caída anual acumulada: En los primeros cuatro meses del año, las ventas de Tesla en Europa se contrajeron un 39%, alcanzando apenas 61,320 vehículos.
- Mercado en general: En el mismo período, las ventas totales de coches en el continente apenas variaron (+1.3% en abril), manteniéndose relativamente estables.
- Combustibles fósiles: Los vehículos impulsados por gasolina y diésel siguen cayendo, consolidando la transición eléctrica.
¿Tesla, víctima de su propio éxito?
Durante años, Tesla tuvo un aura de “empresa rebelde” que desafiaba a los gigantes automotrices del siglo XX. Ahora, convertida en una megaempresa con valoraciones bursátiles desaforadas, la realidad le pasa factura: es percibida como el establishment del coche eléctrico.
A eso se suman quejas de servicios técnicos deficientes, modelos sin renovación estética notable y una política comercial que parece confiar demasiado en el nombre de la marca y poco en el cliente final.
“Tesla está demasiado concentrada en sus márgenes, y muy poco en empatizar con los nuevos tipos de consumidores europeos”, subraya Julián Becker, consultor de movilidad urbana en Berlín.
¿Qué podría hacer Tesla?
Para cambiar esta dinámica, Tesla tendría que emprender varias acciones, entre ellas:
- Rediseñar profundamente sus modelos, adaptándolos no sólo a la eficiencia, sino también a gustos estéticos y culturales europeos.
- Bajar precios para competitividad frente a marcas chinas.
- Ampliar su red de servicios y soporte técnico.
- Alinear su discurso comercial con valores europeos respetuosos de la diversidad, la sostenibilidad y la libertad política.
Además, muchos expertos consideran urgente que Musk se aparte del frente ideológico. Sus acciones en redes, declaraciones polémicas y alianzas políticas están dañando una marca que durante años presumía de estar al margen del debate político.
Futuro incierto en el ecosistema eléctrico
La caída de Tesla no significa que el coche eléctrico esté en crisis, de hecho, todo lo contrario. Las cifras muestran que hay más apetito que nunca por un transporte limpio, pero las reglas del juego han cambiado.
El éxito futuro ya no es exclusivo de quien llegó primero, sino de quien sepa entender al consumidor, adaptar sus diseños, ofrecer precios competitivos y, sobre todo, presentarse como una opción ética en tiempos hiperpolarizados.
Como en tantos otros sectores, la movilidad también es política. Y puede que Elon Musk haya olvidado que, en Europa, eso aún importa.