Trump, indultos y poder: el reality tras bambalinas

Del perdón a los Chrisley al enfrentamiento con poderosos bufetes de abogados, el expresidente sigue escribiendo su narrativa como si fuera un episodio más de televisión

Un show llamado 'Presidencia'

Donald Trump es conocido por convertir todo lo que toca en espectáculo. Desde la Torre Trump hasta su presencia imponente en televisión, pasando por su estilo confrontativo en la política, el expresidente ha hecho de su narrativa una constante teatralización que moviliza fieles... y encrespa detractores. Esta semana, dos de sus acciones han generado revuelo: la decisión de otorgar el indulto completo a las celebridades Todd y Julie Chrisley, y su derrota judicial frente a una serie de órdenes ejecutivas contra bufetes de abogados como WilmerHale.

En este artículo, elegimos hacer una análisis de estos hechos que, aunque aparentemente desconectados, muestran un patrón de comportamiento: el uso del poder como espectáculo, recompensa y venganza. Al mejor estilo de "Trump Knows Best".

La teleserie de los Chrisley: de estrellas a convictos

"Chrisley Knows Best" fue un reality show ampliamente popular en Estados Unidos. Mostraba la vida ostentosa de Todd y Julie Chrisley, una familia que personificaba el "sueño americano" con mansiones, autos de lujo y ropa de diseñador. Sin embargo, tras ese brillo televisivo había una telaraña de fraudes financieros.

En 2022, un jurado los halló culpables de conspirar para defraudar a bancos comunitarios por más de $30 millones a través de préstamos fraudulentos. Además, escondieron ganancias para evadir impuestos, mientras seguían exhibiendo una vida de excesos. Todd fue condenado a 12 años de prisión y Julie a 7 años. También fueron obligados a pagar $17.8 millones en restituciones.

Pero esta semana, Donald Trump apareció nuevamente como el protagonista inesperado de esta saga. Como si se tratase de una nueva temporada del reality, usó su cuenta en redes sociales para anunciar un perdón presidencial completo. Incluso bromeó escribiendo: “Trump Knows Best”. ¿Una guiñada irónica o una estrategia calculada?

Indultar para gobernar (¿o para entretener?)

Desde los tiempos de George Washington, el perdón presidencial ha sido un instrumento constitucional de compasión y equilibrio. Sin embargo, Trump ha redefinido su uso. Más allá de aplicar el perdón como herramienta de redención o justicia, el expresidente lo ha utilizado para premiar a aliados leales y figuras mediáticas. Entre sus indultos más polémicos están:

  • Joe Arpaio: exsheriff condenado por desacato criminal por prácticas policiales inconstitucionales.
  • Roger Stone: uno de sus confidentes políticos, condenado por mentir al Congreso en la investigación del Rusiagate.
  • Lil Wayne: el famoso rapero que apoyó a Trump poco antes de las elecciones de 2020.

Ahora, los Chrisley se suman a la lista. ¿Coincidencia? Lo dudamos. Todd y Julie no sólo eran famosos, sino apoyos públicos del expresidente.

Sistema judicial vs. Trump: round tras round

Mientras el expresidente da perdones a celebridades, en otro frente pierde fuerza ante el poder judicial. Esta vez le tocó sentir la dureza de los tribunales tras una serie de órdenes ejecutivas dirigidas a bufetes legales considerados políticamente adversarios.

En particular, el juez federal Richard Leon anuló una de estas órdenes dirigidas a la firma WilmerHale, una de las más prestigiosas del país. ¿La razón? Trump intentaba imponer sanciones como restricción de acceso a edificios federales o suspensión de credenciales a abogados de firmas que él percibía como hostiles. “El corazón del sistema judicial estadounidense es una abogacía independiente”, escribió el juez, calificando la acción ejecutiva como inconstitucional.

WilmerHale no estaba sola. Otras firmas como Jenner & Block y Perkins Coie también habían sido blanco de estas represalias legales. ¿El común denominador? Todas habían tenido relación, directa o indirectamente, con investigaciones contra el expresidente como la del fiscal especial Robert Mueller.

¿Justicia o vendetta?

Estas órdenes muestran un patrón preocupante: utilizar el aparato del Estado para castigar adversarios y premiar aliados. Mientras concede perdones a celebridades culpables de fraude bancario, intenta silenciar e intimidar a los defensores del sistema judicial. Es un juego peligroso que revela que Trump no gobierna, escenifica.

Como indica el experto constitucionalista Laurence Tribe: "El perdón presidencial es legal, pero su uso con fines personales socava la integridad misma del sistema de justicia".

Aquellos que aplauden el perdón a los Chrisley —muchos lo hacen en redes como TikTok y X (antes Twitter)— argumentan que fueron víctimas del sistema. Otros, preocupados por el mensaje, advierten: "fraude millonario no debería tener como castigo una aparición con Trump en redes sociales".

La guerra con la abogacía: un frente ideológico

Trump parece librar una guerra contra lo que denomina el "sistema legal corrupto". Aunque la retórica tenga eco entre su base conservadora, el coste constitucional es elevado. Silenciar bufetes por asociarse con sus críticos vulnera el derecho a la defensa, esencial en cualquier democracia.

Esto recuerda a épocas sombrías. En 1973, cuando el entonces presidente Richard Nixon intentó despedir al fiscal especial Archibald Cox en el llamado “Saturday Night Massacre”, se abrió una crisis constitucional que culminaría en su renuncia un año después.

Hoy, Trump parece repetir esa senda, pero en la era digital, donde cada acto tiene alcance viral y cada escándalo puede convertirse en un meme... o en parte del libreto de un reality.

DC y el colapso fiscal: otra consecuencia del “Trumpismo”

En paralelo a estos sucesos, la alcaldesa de Washington D.C., Muriel Bowser, enfrenta una crisis presupuestaria severa —en parte debido a la decisión federal de reducir empleos gubernamentales, una política impulsada por Trump.

Se estiman 40,000 empleos perdidos para residentes del Distrito de Columbia. Con un déficit proyectado de $1,000 millones en los próximos tres años, Bowser ha tenido que aplicar maniobras fiscales y una reestructuración de prioridades. Curiosamente, sus propuestas apuntan al fomento empresarial como alternativa al retroceso federal: recortes ambientales, incentivo al desarrollo inmobiliario e incluso cambios en la elegibilidad de Medicaid que podrían dejar a 25,000 personas sin cobertura médica.

Así, D.C., una ciudad históricamente dependiente del gobierno federal, se ve forzada a reinventarse ante un nuevo paradigma político y económico, promovido, para bien o para mal, desde los años de Trump en la Casa Blanca.

¿Populismo judicial?

La estrategia de Trump podría llamarse “populismo judicial”: usar el sistema legal como plataforma política para movilizar base, castigar enemigos y reforzar una narrativa de persecución. Pero su eficacia a largo plazo es cuestionable.

Mientras jueces bloquean sus decretos y la opinión pública se polariza, el legado jurídico de su presidencia queda marcado por enfrentamientos y decisiones controvertidas. Perdona no con justicia, sino con espectáculo. Demanda no con equidad, sino con agenda.

Y así, como en un reality interminable, las cámaras siguen rodando, los plot twists continúan y Trump se mantiene, contra viento y marea, en el centro del ring —o del set.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press