Agrihoods: Cuando la agricultura se convierte en el corazón del vecindario

¿Utopía sostenible o gentrificación disfrazada? Un vistazo profundo a comunidades como Agritopia y el auge de las granjas urbanas residenciales

El auge de las agrihoods: ¿moda pasajera o futuro urbano?

En la periferia de Phoenix, Arizona, se encuentra una comunidad que mezcla la vida suburbana con el campo. Se trata de Agritopia, un vecindario en Gilbert donde casas modernas, cafés instagrameables y pequeños comercios conviven no solo entre ellos, sino también con una granja orgánica de 11 acres que abastece a sus habitantes y al mercado local.

El concepto no es nuevo, pero su auge ha sido notorio en los últimos años. Conocido como agrihood (una contracción de agriculture + neighborhood), este modelo busca ofrecer una alternativa a las urbanizaciones tradicionales con campos de golf o clubes privados. En lugar de eso, ofrece acceso directo a alimentos frescos, sostenibilidad y comunidad.

¿Quién inventó los agrihoods?

El concepto se remonta a desarrollos comunitarios en la década de los 90, pero no fue hasta principios de los 2000 que tomó verdadera tracción. Según un informe del Urban Land Institute de 2018, al menos 27 estados de EE.UU. y provincias canadienses albergaban comunidades de este tipo. Hoy en día, se cuentan por decenas las nuevas agrihoods en desarrollo, principalmente en el Sun Belt estadounidense.

El caso de Agritopia: historia de una transformación

La historia de Agritopia comienza en los años 90, cuando la familia Johnston, dueña de una granja familiar al este de Phoenix, intuyó que el crecimiento urbano inevitablemente los alcanzaría. Fue entonces cuando Joe Johnston, ingeniero de diseño, propuso una alternativa a la urbanización convencional: desarrollar una comunidad basada en valores de conexión, agricultura y diseño consciente.

"No todos serán apasionados por la agricultura", admite Johnston, "pero podemos crear un lugar donde los vecinos elijan su nivel de participación y construyan comunidad si lo desean".

Cuando el campo y la ciudad convergen

Hoy, Agritopia incluye más de 500 viviendas rodeando una granja orgánica que cultiva hortalizas, hierbas, frutas y flores. Los vecinos pueden:

  • Caminar por la granja
  • Comprar productos frescos directamente del campo
  • Alquilar parcelas para cultivar sus propios vegetales
  • Participar en programas educativos y agrícolas

También hay un colegio dentro de la comunidad cuya vista da directamente a los campos, y restaurantes donde se sirven platos con ingredientes del huerto local. Además, la comunidad cuenta con "kid pods", una innovadora forma de crianza colectiva donde varios hogares comparten responsabilidades con los niños.

¿Sostenibilidad o gentrificación verde?

Aunque el modelo agrihood presenta múltiples beneficios ambientales y sociales, también ha sido blanco de críticas. Melissa Checker, profesora de antropología en la City University de Nueva York y autora de un estudio sobre "gentrificación ecológica", advierte que muchos de estos desarrollos no son accesibles para poblaciones vulnerables.

"Sí, es verde, pero es un verde caro", asegura. La mayoría de las agrihoods están dirigidas a compradores de clase media-alta, lo cual contradice el principio de que las granjas comunitarias deberían ayudar a combatir la inseguridad alimentaria.

Ejemplo de ello es el hecho de que en Agritopia, pocos residentes participan del programa "farm box" que les da acceso prioritario a frutas y verduras de temporada. La granja, sin embargo, también vende en mercados y dona parte de su producción a bancos de alimentos.

Los desarrolladores también lo ven como una ventaja competitiva

En un mercado saturado de comunidades planeadas, tener una granja puede ser el factor diferenciador. Así lo explica Scott Snodgrass, fundador del desarrollo Indigo (Texas) y de la empresa Agmenity, encargada de gestionar granjas en agrihoods. "Mientras unos ofrecen un campo de golf, nosotros ofrecemos una experiencia de agricultura urbana que alimenta cuerpo, mente y comunidad", dice.

Conexiones inesperadas: educación, tradición y valores comunitarios

Agritopia también funciona como un espacio educativo. CC Garrett, conocida como Miss Hickory, lidera recorridos por la granja para niños, enseñándoles de dónde viene su ensalada y por qué no se puede sembrar tomate en invierno.

"Este tipo de iniciativas reconectan a la gente con el origen real de los alimentos y fomentan el respeto por el trabajo agrícola", comenta Garrett. Muchos participantes reconocen haber aprendido por primera vez cómo crece el ajo o cómo se clasifican los residuos agrícolas.

Más que un vecindario: una comunidad con alma

La familia Padron es un ejemplo del potencial social de estos espacios. Viven en uno de los "kid pods" junto a otras familias y dejan que sus hijos corran libremente. "Nos sentimos seguros, apoyados, y sobre todo, conectados", dice Maria Padron, quien añora la granja que perdió su familia en Virginia, pero reconoce que esto es una forma digna de honrar esa herencia.

Algo evidentemente hermoso ocurre aquí”, señala, “pero también hay un poco de tristeza cuando ves una tierra que era otra cosa, que tenía otra historia, y se transforma tan rápido”.

¿Modelo replicable?

No todos los desarrollos logran el equilibrio entre lucro y misión. Pero hay esfuerzos por expandir este modelo de forma inclusiva. Desde industrias agrícolas sostenibles hasta instituciones educativas aliadas, se observa un interés creciente por explorar la agrihood como solución urbana.

Tenemos que reimaginar cómo usamos nuestros espacios”, dice Matt Norris, autor del informe del Urban Land Institute. “Y si ese uso combina vivienda, agricultura y comunidad, entonces estamos construyendo no solo casas, sino calidad de vida”.

¿Tendencia que llega para quedarse?

Cuando se ejecuta con conciencia y compromiso, una agrihood puede ser mucho más que un lugar bonito con un huerto. Puede ser un sistema integrado de educación, bienestar, sostenibilidad y comunidad. En una era de crisis climáticas, desconexión social y ansiedad urbana, crear espacios donde sembrar implica también cultivar relaciones y esperanzas.

Quizá no todas las tierras agrícolas puedan ni deban convertirse en urbanizaciones. Pero cada intento representa una oportunidad de repensar cómo y por qué vivimos donde vivimos.

Y como lo demuestra Agritopia, la solución podría estar justo bajo nuestros pies… sembrada en tierra fértil.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press