Andrew y Tristan Tate: el ascenso, la polémica y el ocaso de los 'influencers' más controversiales de la era digital
Acusados de delitos graves y envueltos en múltiples escándalos, los hermanos Tate protagonizan una narrativa que expone los excesos y peligros de la fama virtual en el siglo XXI
¿Quiénes son Andrew y Tristan Tate?
Andrew y Tristan Tate, conocidos inicialmente por su participación en reality shows y sus carreras en deportes de combate, adquirieron notoriedad global como figuras influyentes en redes sociales. Sin embargo, su presencia digital pronto se transformó en una cruzada ideológica envuelta en retórica machista, criptomonedas, consejos de riqueza e incluso teorías conspirativas. Andrew, el más reconocible de los dos, llegó a proclamarse como una especie de mesías antisistema modernamente masculino.
Originarios de Washington D.C., pero con fuerte presencia en Reino Unido y Rumanía, su ascenso no fue únicamente digital, sino también territorial. En 2022, ambos se trasladaron a Rumanía, país en el que alegaban sentirse “más libres” para llevar su estilo de vida.
La narrativa digital de la hegemonía masculina
Andrew Tate, conocido por sus videos con declaraciones provocadoras y a menudo misóginas, construyó lo que él llamaba la "Hustlers University", una academia en línea donde enseñaba el arte de ganar dinero mediante la desobediencia a los sistemas tradicionales. Su filosofía se basaba en una mezcla de individualismo extremo, self-help y una retórica profundamente misógina que preocupó a legisladores y expertos en redes digitales.
Plataformas como TikTok, Instagram y YouTube fueron claves para masificar su contenido. Según la BBC, sus seguidores clonaban y redistribuían masivamente sus clips, creando una telaraña de insoslayable presencia visual. En 2022, Andrew Tate fue incluso vetado de múltiples plataformas por fomentar discursos de odio.
Acusaciones, arrestos y caos judicial
El velo de poder y fortuna cayó abruptamente cuando, en diciembre de 2022, ambos hermanos fueron detenidos en Rumanía como parte de una investigación sobre trata de personas, violaciones y delincuencia organizada.
La Dirección para la Investigación del Crimen Organizado y el Terrorismo (DIICOT) encabezó la operación, acusando a los hermanos de reunir a mujeres bajo falsas promesas de amor y carrera, para luego forzarlas a participar en contenido para adultos, generando ingresos desde plataformas en línea.
Unas 6 presuntas víctimas colaboraron con el proceso judicial según publicó The Guardian. Andrew y Tristan negaron rotundamente todas las acusaciones, calificándolas de "ataques políticos" y propaganda mediática.
El segundo frente: ahora enfrentan cargos en Reino Unido
Si la situación en Rumanía ya era compleja, a finales de mayo de 2025 se conoció que Andrew y Tristan Tate fueron formalmente acusados también en Reino Unido por delitos similares. La fiscalía británica confirmó que hay suficientes pruebas para llevarlos a juicio por violación, agresión sexual y coerción psicológica.
Estas acusaciones englobarían hechos ocurridos entre 2012 y 2015, mucho antes de su auge mediático. Para muchos analistas, este nuevo frente legal podría determinar el desenlace definitivo para los hermanos Tate, incluso si logran resolver su situación en Europa del Este.
Una audiencia dividida: millones de seguidores vs. la crítica pública
Pese a la gravedad de las acusaciones, los hermanos Tate cuentan con una base de seguidores leales, sobre todo entre jóvenes de entre 15 y 30 años, muchos de ellos hombres que ven en su figura un símbolo de rebeldía contra el feminismo, las normas culturales y el sistema político occidental.
Un estudio realizado por el Center for Countering Digital Hate indica que Tate fue una de las figuras más buscadas en TikTok durante 2022, incluso después de haber sido vetado. Más de 11.6 mil millones de visualizaciones acumulaban sus videos antes de ser removidos oficialmente.
Mientras tanto, diversos grupos feministas, educadores y organizaciones de derechos humanos alertan sobre el impacto negativo de su mensaje. En las escuelas británicas se empezaron a implementar programas especiales para contrarrestar la narrativa Tate, bajo la preocupación de que promueve una versión idealizada del machismo como sinónimo de éxito.
No solo YouTube: negocios, criptomonedas y estilo de vida lujoso
Aparte de su faceta mediática, los Tate desarrollaron un verdadero imperio digital con intereses en criptomonedas, academias en línea y marketing de afiliación. Prometían libertad financiera mediante cursos de pago, videos motivacionales y acceso a comunidades cerradas para suscriptores, muchos de los cuales pagaban cientos de euros.
“Ser pobre es una elección”, solía decir Andrew Tate en sus transmisiones. Lujos como Lamborghinis, mansiones, jet privado y relojes de decenas de miles de dólares formaban parte de su escenografía cotidiana para reforzar su imagen de alpha male exitoso.
No obstante, buena parte de sus ingresos está ahora bajo investigación judicial al estar potencialmente vinculados a actividades ilícitas. Se han confiscaron propiedades, vehículos y cuentas bancarias tanto en Rumanía como en otros países europeos como parte del proceso.
El fenómeno Tate: ¿culto o marketing?
Más allá de lo jurídico, el fenómeno Tate debe entenderse como un fenómeno sociológico mediático. ¿Estamos ante un nuevo tipo de gurú moderno que encuentra en el algoritmo su púlpito? ¿Es la audiencia joven más vulnerable que nunca frente a discursos que legitiman el abuso disfrazado de autoayuda?
La filósofa francesa Manon Garcia, experta en ética y género, afirmó recientemente que “la masculinidad tóxica vende porque promete orden en un mundo caótico”. Y si de algo se nutren los algoritmos de internet es de dicotomías y enemigos imaginarios: feministas, políticos, medios, etc. Exactamente el discurso de los Tate.
Proyecciones legales y consecuencias sociales
En cuanto a la proyección judicial, tanto en Rumanía como en Reino Unido, los próximos meses serán decisivos. Si las condenas prosperan, significaría un hito en la lucha contra el crimen transnacional encubierto por influyentes digitales. Si son absueltos, muchos temen que su narrativa se vuelva aún más peligrosa al ser interpretada como una "victoria contra el sistema".
En paralelo, educadores de todo el mundo están presionando por profundizar una alfabetización mediática ética que permita a los jóvenes distinguir entre figuras legítimas y aquellas que explotan sus inseguridades para beneficiarse económicamente.
Epílogo en tiempo real
Con cada audiencia legal, cada filtración mediática y cada live desde sus salidas temporales, Andrew y Tristan siguen escribiendo una narrativa cuyo final podría convertirse en ejemplo o en advertencia. Lo innegable es que los influenciadores ya no son solo personajes digitales inofensivos: pueden moldear generaciones enteras.
Y el juicio a los hermanos Tate no solo será legal: será cultural y generacional.